Desde hace unos años, todo aquel que quisiera adquirir a una berlina de alto standing, debía poner sus ojos en vehículos como el Audi A6, el Mercedes-Benz Clase E, el BMW Serie 5, etc. En el caso de querer subir un punto el nivel, siempre y cuando tuvieran una cuenta corriente algo más abultada, las miras debían centrarse en modelos del calibre del A8, Serie 7, Clase S e incluso de los Porsche Panamera, Jaguar XJ o Lexus LS. Ahora bien, tras ponerte en contexto de los representantes del segmento… ¿no echas en falta a alguien en ambos listados? ¿Has adivinado cuál? En efecto, nos referimos a Volvo.
No es que la sueca haya dejado de lado dicha categoría, pues ahí está el S60, sino que de unos años a aquí ha preferido centrar sus esfuerzos en otros terrenos, como el de los SUV. Ahora bien, la historia de Volvo la han construido nombres tan ilustres como los 164, 780, 960… berlinas robustas, señoriales y muy lujosas que servían de alternativa ante los tradicionales modelos alemanes. Pues bien, para seguir postulándose como eso, la alternativa, Volvo vuelve a retomar, 20 años después, la nomenclatura 90, encargado de sustituir al ya obsoleto y desfasado S80.
Al fondo hay sitio
Al igual que entonces, el fabricante nórdico ha optado por comercializar dos carrocerías: berlina y familiar. Para la realización de esta prueba nosotros nos decantamos por la segunda de ellas, ya que además de aglutinar todo el lujo y el diseño del sedán, añade la practicidad de contar con un maletero mucho más capaz. En concreto, hablamos de un volumen de 560 litros, que no solo implican 60 litros más que la berlina sino que brindan un hueco mucho más regular, al que se accede a través de un portón con apertura y cierre eléctricos. A todo ello, hay que sumar la posibilidad de abatir la segunda fila de asientos, aumentando la capacidad hasta los 1.526 litros y dejando una superficie de carga plana que permite introducir objetos de hasta 1,80 metros de longitud.
Una vez hemos colocado nuestras pertenencias, podemos optar por dejarnos llevar o ser nosotros quienes tomemos el control. En el caso de que la pereza nos pueda, lo mejor será acomodarnos en unas plazas traseras en las que el espacio no es un problema. Y es que de los 4,94 metros de largo –curiosamente 2 centímetros menos que el S90-, 2,94 metros se dedican a su batalla. En efecto, la nueva serie 90 de Volvo se mueve en unas dimensiones que en el pasado eran propias de las comentadas berlinas de representación. No obstante, si uno observa el mercado actual, verá que tanto rivales como el Mercedes-Benz Clase E o el nuevo BMW Serie 5 ya han superado con creces los 4,90 metros de longitud.
En este sentido, los grandes beneficiados serán, sin duda, los pasajeros traseros. Asentados sobre unas butacas especialmente cómodas –de lo mejor que recuerdo en los últimos tiempos-, solo faltaría poder reclinarlas para sentir que viajamos directamente en una auténtica limusina. Para evitar conflictos entre la zona delantera y la trasera, estos últimos disponen, en opción, de climatizador independiente.
Calidad cum laude
Ya que mencionamos el puesto de conducción, decir que este se escapa de todo lo visto anteriormente… siempre y cuando no te hayas subido nunca al XC90. Decimos esto porque al igual que el exterior adquiere muchos de los rasgos estéticos del todocamino, el interior es un calco de este. Lo bueno, es que incluso con estas, el salpicadero del V90 es un soplo de aire fresco ante el tradicionalismo germano. No solo destaca el exquisito nivel de acabado que presenta, con inserciones en madera pulida, sino la pantalla que preside la consola central.
Así es, al igual que en el XC90, el V90 apuesta por una Tablet táctil de 9 pulgadas colocada en posición vertical desde la que se manejan todas las funciones del vehículo. Y cuando digo todas, son todas, porque se ha prescindido casi por completo de cualquier botón físico. Por lo tanto, ya sea cambiar la temperatura, elegir la emisora de radio, introducir la dirección o incluso activar alguno de los múltiples asistentes a la conducción –nuestra unidad equipaba más de una decena-, todo ello lo tendremos que realizar a través de dicha pantalla. Ofrece un funcionamiento rápido y bastante intuitivo, similar al de los actuales smartphones, pero es muy sencillo dejar impregnada nuestra huella y su nitidez deja bastante que desear si le golpean directamente los rayos de sol. Además, será necesario armarse de paciencia para encontrar cada cosa, acción que será conveniente realizar en parado ya que en movimiento provocará que desviemos la atención de la carretera.
El cuadro de instrumentos también se pasa a la era digital al sustituir los típicos relojes por una pantalla TFT de 12,3 pulgadas y en la que podremos disfrutar, entre otros, de la navegación en 3D. A diferencia de los mostrados por Audi o Mercedes-Benz, las opciones de configuración son más reducidas. Eso sí, si eres de los que te gusta ir con un ojo en la carretera y otro en el ordenador de a bordo, sentimos decirte que no lo tendrás fácil, ya que la pantalla que los muestra jamás se queda fija en el cuadro de instrumentos. Podrás visualizar los datos en la pantalla central pero entonces te perderás un súper mapa.
Dejando a un lado todo el elenco tecnológico, que se completa con elementos como el Head-up Display a color, con los limpiaparabrisas con el ‘chorro’ integrado, la cámara de 360º con visión cenital o el retrovisor interior sin marco, lo cierto es que los pasajeros delanteros se verán rodeados de una atmósfera minimalista y sencilla, con detalles tan llamativos como el interruptor de arranque o el selector de modos de conducción. Todo ello sin olvidar la excelente comodidad que brindan las dos butacas, las cuales ‘abrazan’ a la perfección a nuestro cuerpo.
Potente… pero pesado
Suavidad y confort. Estos podrían ser los dos adjetivos que mejor definirían el rodaje de este modelo. Para la realización de esta prueba optamos por el motor diésel más potente de toda la gama, el D5, o lo que es lo mismo, un cuatro cilindros de 2.0 litros –Volvo abandona la arquitectura de cinco cilindros- que genera 235 CV y 480 Nm de par máximo. Se asocia a una caja de cambios automática, con convertidor de par, de ocho relaciones que, en combinación con el sistema de tracción integral AWD, se encarga de repartir todo ese potencial entre las cuatro ruedas, ofreciendo un plus de seguridad sobre firmes deslizantes.
Con semejante presentación, uno podría pensar que estamos ante un vehículo rápido y poderoso, aunque lo cierto es que destaca más por su confort que por sus prestaciones. Ya sea tanto por la longitud de su carrocería, o por el peso -tiene que arrastrar nada menos que 1.927 kilos-, el Volvo V90 presenta unas cifras de aceleración y velocidad máxima correctas, con7,2 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y 240 km/h de punta, respectivamente.
Devora kilómetros
Una carencia que palia con una calidad de rodadura sobresaliente, como pocas berlinas son capaces de ofrecer. Quizá el motor de cuatro cilindros peque de algo áspero en las aceleraciones, pero una vez adquirimos velocidad de crucero, es casi imperceptible. En este sentido, también hay que destacar la gran labor de insonorización realizada por los ingenieros escandinavos, que han sabido cuidar el confort de marcha de los ocupantes. A los mandos, el conductor notará cómo el bloque de 2.0 litros empuja con contundencia desde las 1.750 rpm, régimen en el que dispondremos de todo el par máximo. No obstante, ya desde las 1.200 rpm, la progresividad del propulsor nos permite circular con cierto brío. En caso de que no seamos capaces de subir una cuesta en una marcha larga, la caja de cambios reduce rápida y suavemente a una relación inferior. Algo similar ocurre en las transiciones hacia arriba, donde la finura de la transmisión hace que el tránsito entre marchas sea imperceptible.
Únicamente al seleccionar el modo de conducción Dynamic, a través del selector de modos situado en la consola central, observaremos cómo la aguja del cuentarrevoluciones se estira hasta pasadas las 4.000 vueltas, para obtener toda la potencia. También podemos ser nosotros quienes decidamos cuándo y cómo cambiar, gracias al modo secuencial de la palanca. Ahora bien, no disponemos de levas en el volante, lo que corrobora que este coche ha sido desarrollado para realizar una conducción suave y sosegada. Un hecho que también comprobamos al meterlo en carreteras reviradas. Aunque el tacto de la dirección es directo, el V90 no se encuentra cómodo al realizar enlazadas, pues su carrocería tiende a balancear en exceso y el voladizo trasero se convierte en un lastre.
Todo lo contrario que por autopista, donde incluso en el modo más deportivo, el comentado Dynamic, la suspensión filtra exquisitamente las irregularidades del terreno. Eso sí, durante nuestra prueba, no fuimos capaces de que el gasto medio fuera inferior a los 7,8 l/100 km… y eso realizando una conducción ultra eficiente en la que, incluso, seleccionamos el modo Eco. A poco que el ritmo aumentara, el registro aumentaba, fácilmente, hasta los 9,2 l/100km, datos muy alejados del homologado por la marca, en donde los 4,9 litros se antojan casi una quimera.
Hasta los dientes
Si por algún casual aún te muestras escéptico frente a que la serie 90 ha vuelto a poner a Volvo en el candelero de las berlinas Premium, te insto a que eches un vistazo al amplísimo listado de opciones que este V90 te brinda. En el caso que nos ocupa, de los cuatro acabados disponibles, nuestra unidad equipaba el más alto de todos, el Inscription. En combinación con este motor, el familiar sueco parte de los 62.450 euros, un precio que no tiene nada que envidiar a sus contrincantes, como tampoco lo tiene que hacer su equipamiento de serie: llantas de 18 pulgadas, asientos confort, chasis dinámico, climatizador automático bizona, tapicería de cuero Nappa, control de velocidad de crucero adaptativa, sistema de presión de los neumáticos, lector de señales, alerta por cambio involuntario de carril, asistente de frenada de emergencia en ciudad, control del ángulo muerto…
Ahora bien, si por algún casual quisieras tener nuestra misma unidad, ve preparando la chequera, porque al precio de partida habría que añadirle otros 24.552 euros en extras, que se desglosan, entre otros, en el excepcional sistema de sonido Bowers&Wilkins, en el clima de cuatro zonas, en las llantas de aleación de 20 pulgadas sobre neumáticos en medida 255/35, en el color metalizado Negro Onyx, en los faros delanteros Full LED, en el techo solar eléctrico y panorámico, en el Head-up Display, en el sistema de navegación Sensus…
En definitiva, un vehículo para todos aquellos que quieran disfrutar de la exclusividad, confort y seguridad que brinda una marca con una dilata experiencia en el segmento de las berlinas. Una marca que ha vuelto con fuerza con un producto atractivo y muy brillante pero que, por desgracia, no puede ser apto para todos los bolsillos.
- Ficha Técnica Volvo V90 D5 AWD Inscription
Motor: Diésel, cuatro cilindros en línea
Cilindrada: 1.969 cm3
Potencia: 235 CV a 4.000 rpm
Par: 480 Nm entre 1.750-2.250 rpm
Velocidad Máxima: 240 km/h
0-100 km/h: 7,2 seg.
Consumo (urbano/extraurb./mixto): 5,7 / 4,5 / 4,9 l/100 km
Emisiones CO2: 129 gr/km
Dimensiones: 4.936 / 1.879/ 1.475 metros
Maletero: 560-1.526 litros
Peso: 1.927 kg.
Cambio: Automática, con convertidor de par, de ocho velocidades
Depósito: 60 litros
Precio: 62.450 euros
Precio ud. probada: 87.002 euros