Si te gusta la técnica, este todocamino no puede dejarte indiferente; en realidad, casi ningún modelo de Subaru lo hará. Bajo el capó del Outback 3.6 R encontramos una verdadera joya tecnológica, un seis cilindros bóxer de alto cubicaje, cotas cuadradas –el diámetro de los pistones es muy ancho en proporción a la carrera, lo que favorece el llenado de los cilindros–, alta compresión y un sistema de distribución variable en fase –hasta 35º– tanto para las válvulas de admisión como para las de escape.
Es precisamente este sistema –denominado AVCS por Subaru– el que convierte el motor EZ36 en un dechado de virtudes. A bajas vueltas, cuenta con una respuesta contundente y "redonda". De hecho, pese al larguísimo desarrollo de la primera velocidad –cerca de 12 km/h cada 1.000 r.p.m.– de su caja de cambios automática convencional, es posible salir desde parado con agilidad y acelerar hasta 100 km/h en menos de ocho segundos. Para ello, obviamente, hay que subir de vueltas y experimentar el cambio gradual de carácter del motor a medida que nos acercamos a la línea roja. El sonido metálico amortecido que oíamos a bajas vueltas se va transformando en un gruñido muy reconocible, una auténtica "identidad sonora", como suelen decir las mentes del marketing.
La distribución variable es la principal responsable del excelente rendimiento de este bóxer atmosférico. Su principio de funcionamiento es simple: variando el desfase de los árboles de levas se consigue adelantar o retrasar la apertura y el cierre de las válvulas respecto al valor "de compromiso" de un vehículo sin este sistema; así, se consigue que el motor respire la cantidad de aire necesaria en cada momento. Esto, que parece sencillo sobre el papel, es tremendamente complejo de diseñar, fabricar y poner a punto. Pero, desde luego, aquí funciona bien, y se traduce además en unos consumos muy razonables –en torno a nueve litros y medio en autopista– si somos cuidadosos con el pedal del gas.
4x4 permanente
Pero si el motor es una auténtica maravilla, el cambio es más bien lento y, en ocasiones, brusco. Tiene, eso sí, levas tras el volante y tres programas que se seleccionan con una ruedecita. La dirección es suave y agradable, aunque los topes resultan algo bruscos. Eso sí, como en los otros Outback, nos encanta el sistema de tracción, realmente permanente.
Conclusión
Estamos ante un buen todocamino, capaz de superar pistas complicadas gracias a su buena altura libre, sus neumáticos de perfil 60 y su cambio automático. Además de esto, es un buen familiar y ofrece prestaciones deportivas. La combinación nos resulta muy atractiva, pero el consumo y el precio no están de su lado.