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Prueba: Subaru Impreza – Competencia desleal

Hemos probado la quinta generación del nuevo modelo de Subaru para el Segmento C, el Impreza. El japonés cuenta con un único motor gasolina, cambio automático CVT, una gran ristra de equipamiento y, por supuesto, tracción total. Subaru consigue un modelo competitivo en casi todos los aspectos.

El más importante, su relación calidad/precio. Cuando comenté en mi círculo cercano que tendría la oportunidad de probar en profundidad el nuevo Subaru Impreza, alguno se echó las manos a la cabeza y soltó lo primero que se le pasó por la mente: “quiero dar una vuelta en ese bicho”. Pobre de él, su excitación inicial se diluyó al confirmarle que el Impreza que tendría en mi poder no sería aquel rallycar azul con un alerón del tamaño de una mesa, unas llantas extravagantes y una prominente toma de aire en el capó.

Porque Subaru, en general, y el Impreza, en particular, han cambiado. La firma nipona vuelve al segmento C con la quinta generación de uno de sus modelos fetiche, un vehículo que espera darle muchas alegrías.

El grandullón del sector

El regreso del Impreza a la categoría de los compactos ha sido a lo grande… literalmente hablando. Con 4,46 metros de largo, el compacto japonés se sitúa entre los más grandes. Cota a la que añade una anchura de 1,77 metros y una altura de 1,48. Todo ello envuelto en una silueta elegante y bien amueblada engendrada a partir de la plataforma modular SGP, la misma que da vida al XV (que vendría a ser la versión campera de este Impreza).

Ficha Técnica Subaru Impreza Executive 1.6i Lineartronic

Motor: Gasolina atmosférico, cuatro cilindros en línea

Cilindrada: 1.600 cm3

Potencia: 114 CV a 6.200 rpm

Par: 150 Nm desde 3.600 rpm

Velocidad Máxima: 180 km/h

0

Consumo (urbano/extraurb./mixto):  /  / 7,9 l/100 km

Emisiones CO2: 177 gr/km

Dimensiones: 4.460 / 1.775 / 1.480 milímetros

Maletero: 385-1310 litros

Peso: 1.434 kg.

Cambio: Lineartronic de múltiples velocidades

Depósito: 50 litros

Precio: 20.500 euros

Precio unidad probada: 23.900 euros

Estéticamente, el Impreza pasa bastante desapercibido. Ofrece un diseño sobrio y elegante, con un frontal ligeramente agresivo protagonizado, principalmente, por sus faros, mientras que la zaga es un calco de la que ya vimos en el XV, con unos grupos óptimos rectangulares que dan mayor sensación anchura.

A pasos agigantados

Lo primero que se nos viene a la mente cuando nos adentramos en el habitáculo del Impreza es: “¡cómo ha mejorado Subaru sus calidades!”. Puede que no sea la gran referencia de la categoría, pero sí visualizamos un salpicadero bien rematado, con materiales mullidos en muchas de sus zonas y con unos asientos ultra confortables. Virtudes a las que suma una habitabilidad impropia en muchos de sus rivales.

Las plazas tanto delanteras como traseras son amplias, gracias sobre todo a la generosa distancia entre ejes que atesora (2,67 metros) y al amplio hueco para la cabeza, permitiendo dar cabida a cinco adultos sin problema alguno. También hay que resaltar lo sencillo que resulta acceder a cualquiera de sus asientos, ya que todas sus puertas se abren en un ángulo recto, hecho poco habitual y que le añade otro punto más de confort.

El maletero mantiene el discurso. Si bien los 385 litros se mueven en la media del segmento, donde pocos rivales superan los 400 litros, lo cierto es que con el tamaño que atesora este Impreza, le echamos en falta un poquito más de capacidad. Por suerte, ofrece unas formas regulares y bastante aprovechables, mientras que si abatimos los respaldos traseros su volumen asciende hasta los 1.310 litros. Un detalle no muy relevante pero sí de obligado comentario, es su cortina que lo recubre. Una lona de un dudoso acabado y que, además, es muy complicada de manipular para quitar y poner.  

No podía ser perfecto

Para este Impreza, Subaru ofrece un único motor. Se trata del gasolina bóxer de cuatro cilindros, 1.6 litros y 114 CV. Puede que su potencia resulte escasa al principio, pero teniendo en cuenta que las ventas de la mayoría de sus rivales se mueven en un arco comprendido entre los 100 y los 150 CV, esta opción de potencia no nos parece demasiado descabellada.

Por el contrario, sí nos parece arriesgado optar en exclusiva por la transmisión Lineartronic de tipo CVT. Pese a contar con “seis etapas” preestablecidas que simularían las mismas relaciones que una transmisión de tipo convertidor o de doble embrague, su funcionamiento no acaba de convencernos del todo.

Por ciudad la combinación motor-caja nos castigan haciendo gala de una lentitud excesiva y una respuesta bastante remolona a bajas revoluciones, circunstancia que se puede extrapolar también a carreteras secundarias. Por suerte, para ganar algo más de punch, la palanca cuenta con una opción que habitualmente suele ser la de pasar a manual, pero que en este caso activa el modo “Low”, es decir, una mini reductora que llevará el coche más revolucionado de lo normal para darnos un pequeño extra de reprís al acelerar. Por último, si circulamos por autopista, la percepción cambia por completo convirtiéndose en un vehículo muy agradable de llevar.

Cierto es que el ruido mecánico no se corresponde muchas veces con su capacidad de aceleración, pero a poco que nos acostumbremos, no será del todo incómodo. Mientras tanto, los 114 CV nos mueven con tranquilidad, sin grandes florituras y con un par máximo escaso, de 150 Nm que aparece a 3.600 rpm. Para sacarle algo de jugo, será necesario ser generoso con el pie derecho, circunstancia que provoca un aumento desmesurado del consumo. Ahora bien, de nuevo a poco que consigamos hacernos a él, veremos datos cercanos a los 6,5 l/100 km (siempre por carretera y con llaneando) aunque lo normal será moverse en torno a los 8,4 l/100 km. Una cifra que lejos de parecer elevada para un motor con esta potencia, se acerca tanto a la homologada (7,9 litros) que acabamos por estar satisfechos con el resultado.

La pena de todo esto es que Subaru no opte por ofrecer motores más potentes. Más aún si tenemos en cuenta el buen trabajo que han desempeñado en la puesta a punto del chasis. Los ingenieros nipones lo han hecho más rígido y ha ablandado la suspensión para que la conducción por carreteras revirada sea más confortable.

A ello se suma otro punto favorable como es la inclusión, de serie, de la tracción total Symetrical AWD (marca de la casa), el cual se completa con un sistema de vectorización del par que elimina casi por completo el subviraje, otorgándole un paso por curva rápido y muy estable.

Rival duro en equipamiento

No obstante, si hay un aspecto en el que el Impreza es inigualable es en su relación entre precio, equipamiento y seguridad. Y es que por mucho menos dinero que sus competidores, el japonés ofrece más elementos de serie.

Comenzando por el denominado Eye Sight, o lo que es lo mismo, el sistema que aglutina un importante número de asistentes y ayudas a la conducción que funcionan gracias a las dos cámaras y al sensor situados en la parte superior del parabrisas, para detectar todo lo que acontece ante de nuestros ojos.

En este caso, hablamos de la alerta por colisión frontal con frenado de emergencia (uno de los más eficientes del mercado), el control de velocidad de crucero adaptativo (entre 0 y 130 km/h), la alerta por excesiva proximidad al vehículo que nos precede o la alerta activa por cambio involuntario de carril (actúa sobre la dirección). Todo ello, repetimos, de serie desde el acabado más básico, el Sport.

Para sumar los faros delanteros LED, el detector de objetos en el ángulo muerto o el asistente de luces de carretera habrá que ascender al tope de gama, el Executive con el que iba ataviado nuestra unidad. La diferencia de precio entre ambos es de 3.350 €, dado el mayor equipamiento del que hace gala nuestro protagonista y que viene determinado por el montaje de una pantalla central de 8 pulgadas (6,5 en el Sport), acceso y arranque sin llave, climatizador bizona, cámara trasera, llantas de 17 pulgadas, sincronización móvil mediante Apple CarPlay y Android Auto. Eso sí, no aparece por ningún lado la opción de equipar navegador, por lo que habrá que conectar el teléfono y tirar de datos para tener esta opción.

Todo ello por un precio de venta de 23.500 € para nuestra unidad una vez se han aplicado los 1.700 € de descuento que aporta la marca y al que únicamente habría que sumar los 550 € de la pintura Cristal White Pearl. Por tanto, un pecio muy competitivo para un coche muy notable tanto en confort como en dinamismo.

En conclusión

La clave para los indecisos está en el motor. Alguien reacio a conducciones dinámicas y jugueteos constantes con el acelerador, será un potencial comprador para este Impreza ya que no notará las imprecisiones del Lineartronic. En cambio, un conductor algo más vivo y con ganas de sacar partido del AWD (entre otras cosas), quizás se eche atrás a la hora de desembolsar cerca de 24.000 €. Esa es la magia, supongo. Ningún coche es perfecto y todos tienen sus virtudes y sus defectos, lo importante es saber qué valorar más, si lo positivo para comprar o lo negativo para no hacerlo.

¿Preparado para lo siguiente?

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