Vaya por delante que esta prueba sirve en todo momento como complemento de aquella otra, en la que explicamos por qué el Roomster nos gustó y nos sigue gustando. Nos gusta -a pesar de algunas cosas- por ser un concepto atrevido de monovolumen, por tener esa línea desigual en el lateral de las ventanillas, por la luminosidad conseguida gracias al espléndido techo solar y por dar tanto juego a la hora de organizar el transporte. Es la última apuesta por conseguir un coche a la medida de cada uno.
Difícil definirlo, fácil hacerse con él
Sirviendo como complemento la primera toma de contacto que ya hicimos nada mas ver la luz este modelo, lo primero que habría que reiterar -pasado un tiempo y ahora ya digerido- es la perfecta idea que en Skoda han conseguido hacer del habitáculo. A pesar de la escasa calidad de los acabados, las posibilidades que ofrece en su interior un coche así hace que sea imposible no ir cómodo en él. Sin llegar a ser un vehículo comercial, entendemos este concepto de automóvil como una solución a personas con una gran dependencia entre la vida familiar y laboral, con situaciones en las que tener a mano un coche versátil y generoso es primordial para salir de cualquier apuro.
Ya adelantamos entonces que este coche era algo más grande que otros monovolumenes de pequeño tamaño, como podían ser los casos de un Opel Meriva o un Fiat Idea, por ejemplo. Éste además tiene la ventaja competitiva de poder configurarse en mas de veinte posibilidades en el interior y ser uno de los pocos en llegar a los casi 1800 litros de carga totalmente plana.
Los materiales son plásticos, sin apenas acabados pero con apariencia firme, resistente y duradera. El frontal tiene profundidad pero no relieves y no se puede dejar nada sin que vaya de lado a lado en las curvas. Sin embargo, existe una doble y práctica guantera de copiloto con espacio suficiente para una botella de agua de medio litro. Los espacios portaobjetos de las puertas son algo estrechos y pensados para que no bailen los objetos, y con un final redondeado para dejar una botella de agua.
Seguridad al volante, a pesar de algunos fallos
Pero a pesar de ganar muchos enteros en la cuestión de espacio, la sensación al volante tiene dónde mejorar. El coche es de tacto cómodo aunque algo frío por los materiales y por el sencillo acabado de los asientos. Es muy fácil dominar el puesto de conducción en poco tiempo y configurar los controles a nuestro gusto. Una vez en marcha, notamos que la caja de cambios es incomoda circulando por ciudad. Al pasar de primera a segunda y segunda a tercera, la mano derecha toca con la rodilla a poco que seas ancho. El asiento además debería regularse mejor, sobre todo en altura. Para hacer el ajuste en profundidad lleva una palanca de plástico bajo el asiento excesivamente larga que a veces roza y queda apoyada en la pierna derecha. No perjudica en la conducción pero puede llegar a molestar si hacemos recorridos largos.
Entre la estructura del coche y el asiento del piloto hay espacio suficiente para pasar un brazo, algo que facilita el ajuste del respaldo y permite la rápida colocación del cinturón. Esto es muy importante si las distancias que se recorren con el coche son pequeñas y se sube y baja muy a menudo del coche, ya que evitan que colocarse el cinturón se convierta en un molesto ritual aeróbico.
Y es que el Roomster puede presumir también de ser uno de los que mejor visibilidad ofrece al conductor demostrando así la inversión realizada por optimizar la seguridad. La luneta del portón trasero es grande y los retrovisores recogen muy bien los espacios. Además lleva airbag delanteros y laterales, pretensores de los cinturones de seguridad, anclajes Isofix o faros activos.
Motor capacitado sin ser pretencioso
Sinceramente no hemos notado mucha diferencia entre los dos motores que hemos probado. Si que es verdad que la sonoridad de éste 1.6 es algo más refinada y que el par motor permite algún que otro capricho en adelantamientos que el otro debía pensarse dos veces. En concreto es de 155 Nm a 3.500 vueltas (el 1.4 lleva 126 Nm a 3.300) y tiene una recuperación de 80 km/h a 120 en cuarta de 11,5 segundos.
El paso de vibraciones al interior del vehículo tiene muchos puntos altibajos. Es muy leve en la palanca de cambios (donde apenas se nota), pero bastante elevado en el conjunto de los pedales. El sonido aerodinámico no demuestra una carga excesiva y la rodadura es agradable. Un conjunto modesto pero alegre, capacitado pero sin ser pretencioso.
Este motor solo se ofrece en acabado “Fun” a un precio que roza los 17.000 euros. Son casi 2.500 euros más que el 1.4 16v 85 cv “Friend” y algo más de 1.000 euros que el mismo motor de acabado “Family. Diferencia justificada en los airbags de cabeza, llantas de aleación, faros antiniebla o en el propio Climatronic.