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Prueba: Renault Mégane GT – Sobre raíles

Probamos en profundidad la variante más deportiva de la gama Mégane, el GT.

Impulsado por el motor de gasolina 1.6 TCe de 205 CV y combinado con la caja de cambios automática EDC de siete relaciones, destaca principalmente por asociar el sistema de ruedas traseras direccionables, 4Control, que le permiten ofrecer una dinámica de conducción exquisita. Con el Mégane, Renault casi comete el mismo error que con el Laguna: dejarle ‘morir’. La diferencia entre el compacto y la berlina es que el primero siempre ha contado con el beneplácito del público, incluso pese a ir quedándose atrás frente al resto de rivales. Una competencia que poco a poco iba aumentando de calidad, de equipamiento y, en muchas ocasiones, de deportividad.

Ahora bien, uno puede reprocharle muchas cosas a la francesa, pero si tocamos el tema de la deportividad, ahí es mejor que pensemos lo que vamos a decir. Y es que incluso en los últimos coletazos de vida de la anterior generación, Renault siguió sacando versiones con ese toque Racing. De momento, estamos a la espera de que la firma del rombo nos muestre cómo será el próximo Mégane RS, o lo que es lo mismo, el ‘pata negra’ de la familia Mégane, pero hasta que ese momento llegue, los conductores más ‘picantes’ pueden disfrutar de la versión que protagoniza estas líneas: la GT.

No defrauda

Unas siglas que aparecieron por primera vez en este vehículo cuando la segunda generación afrontaba su segunda mitad de vida, es decir, en el 2006. Como sucederá próximamente, los Mégane II GT aparecieron como una alternativa más económica a los RS. Pese a ello, el ‘espíritu GT’, como la propia marca lo denominó, no se quedaba atrás en lo que a deportividad se refiere, ofreciendo una estética diferenciada respecto a las versiones convencionales. Un hecho que, obviamente, también ocurre con el Mégane GT que tenemos ante nuestros ojos.

Una versión que ya destaca desde el color Azul Rayo que colorea su carrocería –opción que cuesta 831 euros- y que únicamente está disponible para esta versión y para el acabado GT-Line. Tonalidad que encaja a la perfección con los nuevos elementos estéticos que le definen, tales como la parrilla con forma de nido de abeja, paragolpes más anchos con entradas de aire más grandes, llantas de 18 pulgadas, difusor trasero con doble salida de escape y los logos GT en el frontal o el portón.

El habitáculo también cuentan con un diseño propio, determinado por el volante deportivo achatado en parte inferior, asientos deportivos tipo bacquet con reposacabezas integrados –que recogen a la perfección el cuerpo- o inserciones en azul claro, sin olvidar, claro está, la nueva pantalla central de 8,7 pulgadas en vertical –y que incluye el sistema multimedia R-Link 2 de excelente manejo-, y el botón RS Drive que convierte a nuestro vehículo en un auténtico pura sangre.

  • Ficha Técnica Renault Mégane GT

Motor: Gasolina, cuatro cilindros en línea

Cilindrada: 1.618 cm3

Potencia: 205 CV a 6.000 rpm

Par: 280 Nm a 2.400 rpm

Velocidad Máxima: 230 km/h

0-100 km/h: 7,1 seg.

Consumo (urbano/extraurb./mixto): 7,8 / 4,9 / 6,0 l/100 km

Emisiones CO2: 134 gr/km

Dimensiones: 4.359 / 1.814/ 1.447 milímetros

Maletero: 384-1.427 litros

Peso: 1.467 kg.

Cambio: Automática, de doble embrague, siete velocidades

Depósito: 50 litros

Precio: 25.608 euros

Precio ud. probada: 28.336 euros

De la competición a la calle

Siglas RS que hacen alusión al departamento deportivo de la marca, Renault Sport. Eso sí, al pulsar dicho comando, lo único que haremos será activar de forma más directa el modo Sport, sin tener que pasar por la pantalla principal del sistema Multi-Sense. Sistema que ya se ha convertido en parte indispensable de cualquier Renault, como ya comprobamos con anterioridad tanto en el Espace como en los Talisma sedán y Sport Tourer –familiar-, y que en este Mégane nos permite elegir entre cuatro programas, Comfort, Normal, Perso y Sport –en el resto se añade un quinto denominado Eco-. Dadas las características y las siglas de nuestro protagonista, es de recibo que el primero que seleccionemos sea el último.

Con él sacamos a relucir todo el potencial del motor que se esconde bajo su capó, y que no es otro que el gasolina turboalimentado 1.6 TCe de 205 CV. Un bloque que ya montan tanto el Clio RS como el Nissan Juke Nismo RS y que se caracteriza por ofrecer un empuje excepcional desde un bajo régimen. De hecho, aunque los 280 Nm de par máximo de los que hace están disponibles a partir de las 2.400 vueltas, ya notamos cómo la respuesta a partir de las 1.500 es más que considerable.

De forma obligatoria, la caja de cambios asociada es la automática de doble embrague EDC, de siete relaciones. Una transmisión que se torna como el compañero ideal tanto si queremos una conducción tranquila como más picante. No obstante, en este último caso agradecemos que se complemente con unas levas fijas situadas tras el volante, fabricadas en aluminio, con un tacto y una forma propias de los vehículos de competición, puesto que eliminaremos los cambios bruscos de marcha que se dan, sobre todo, en relaciones cortas. De esta forma, nosotros mantendremos el control de la situación en todo momento, pudiendo estirar casi hasta la zona roja la aguja del cuentarrevoluciones, logrando así experimentar una conducción mucho más sensitiva y pasional.

Siempre en la trazada

Además de la respuesta del motor y del cambio, otros parámetros que se modifican son los de la amortiguación y la dirección, que se endurecen otro grado más para aumentar la firmeza y la rapidez, así como el sistema 4Control. En efecto, como no podía ser de otra forma, la variante más deportiva del Mégane está disponible con el sistema de ruedas traseras direccionables. Un elemento que es novedad en su segmento y que le desmarca, por varios puntos de su competencia.

Gracias a él, el Mégane se convierte en el compacto más dinámico de cuantos copan el segmento C. Sí, puede que otros rivales, como el Ford Focus, el SEAT León o el Volkswagen Golf, se le aproximen sin necesidad de recurrir al 4Control, pero como ya sucedió con el Espace y Talismán, este sistema nos tiene ganados…, más aún cuando descubrimos que no hay que pagar ni un céntimo por él –algo que sí ocurre en sus hermanos mayores-.

Haciendo un breve repaso de su funcionamiento, el 4Control permite que las ruedas traseras giren en sentido opuesto o en el mismo a las delanteras, en función de si circulamos a menos o más de 60 km/h, respectivamente. Con el modo Sport seleccionado, el umbral de velocidad aumenta hasta los 80 km/h, percibiendo cómo el Mégane mantiene la trazada en todo momento y cumple a rajatabla las órdenes que le damos a través de la dirección. Basta un simple movimiento de volante para encontrarnos ya metidos en la curva, situación a la que habrá que acostumbrarse, ya que en determinados momentos podemos pecar de ansia y ‘tirarnos’ mucho antes a la curva.

Puede que el Mégane GT no te sorprenda por su contundencia y su rapidez en la aceleración, acelera de 0 a 100 km/h de 7,1 segundos –algo menos que el Focus ST y el Volkswagen Golf GTI que tienen 250 y 220 CV, respectivamente-, pero sí te dejará con la boca abierta cuando afrontes un puerto de montaña ya que será allí donde las diferencias se acorten significativamente.

Todo ello sin olvidar que por algo más de 28.000 euros, contabilizando los extras que añadía nuestra unidad -Head-Up Display, las llantas de 18 pulgadas, sistema R-Link 2 o el pack de seguridad con varios asistentes a la conducción-, podrás estar conduciendo un coche que además es apto para circular a diario, ya que los casi 12 l/100 km que medimos en conducción deportiva se pueden rebajar fácilmente hasta los 6,8 litros. Solo tendrás que seleccionar el programa Comfort a través del Multi-Sense y dejarte llevar.

¿Preparado para lo siguiente?

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