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Prueba: Yamaha X-Max 125 Momodesign – El más deseado

El Yamaha X-Max 125 no es una de los referentes en su categoría, sino más bien la referencia con mayúsculas gracias a una deportividad inspirada en el T-Max y un diseño que en la versión Momodesign incluso luce un toque de estilo italiano.

No obstante, sus argumentos de mayor peso son un aplomo impecable fruto de una base idéntica a la versión de 250 y un motor que cumple sobremanera con todos sus cometidos, haciendo de este maxiscooter uno de los mejores aliados tanto dentro como fuera de la ciudad. Aun así no es perfecto, pero estaría muy cerca de serlo si su precio no fuera tan elevado. El X-Max 125 es un maxiscooter GT de los mejores y eso se nota de inmediato, antes incluso de poner el motor en marcha ya que sólo con girar la llave se percibe una finura especial, muy habitual en motos de Yamaha. Acto seguido, nada más darle al acelerador, todos sus comandos transmiten un tacto exquisito y se nota que están en su sitio. Por esto mismo es un scooter que satisface por igual a quienes buscan confort, practicidad y buenos acabados como a los que dan prioridad a la deportividad y a las prestaciones también en las vías interurbanas. Además, su estabilidad a alta velocidad y su aplomo en carretera lo sitúan muy cerca de algunos scooters de rueda alta, pero con la ventaja añadida de una capacidad de carga claramente superior.  

Con todo, parece claro que si no fuera por los 4.149 euros (3.849 en promoción) que cuesta, un precio que está bastante por encima al de algunos modelos de la competencia directa como el SuperDink de Kymco (2.999 euros) o el Suzuki Burgman (3.599 euros), muy probablemente ésta sería la elección final de la gran mayoría. Aun así, estamos ante el tercer más popular en ventas de su especie y muy probablemente ante el que más prestigio tiene entre los clientes, quizá por ser tan parecido en esencia a su hermano mayor, el T-Max.

Mecánica todoterreno

Como de costumbre en los maxiscooters de octavo de litro, el X-Max 125 no tiene la mejor salida en los primeros metros, básicamente porque su peso es superior al de un scooter convencional (174 kg en orden de marcha) y el desarrollo de su motor también tiene en cuenta los desplazamientos en carretera, terreno en el que se siente tan a gusto como en ciudad. Por ejemplo, si salimos con el gas a fondo el motor no da el primer tirón hasta los 30 km/h, aunque desde ese mismo punto todo se pone en su sitio y el X-Max responde como el que más, siempre en regímenes cercanos a las 8 mil revoluciones si no le damos tregua al acelerador y bajo una sensación de suavidad presente en todo momento.

Es, claramente, un motor que va de menos a más de un modo progresivo pero sin ninguna vacilación, siendo la zona media/alta su punto más fuerte. En línea recta se pone a 100 km/h con facilidad y aguanta con solvencia estas velocidades aunque vengan subidas o tengamos que dejar momentáneamente el acelerador. Quizá no sea el que más estira de su cilindrada, pero aun así juega con los 120 Km/h de marcador. Por último, sobre todo en ambientes urbanos, adolece de unos consumos ligeramente superiores al de scooters de menor tamaño y peso, pero lo solventa con un depósito de gran capacidad (12 litros), aunque, ciertamente, no estaría de más que repostar fuera un poco más sencillo tanto por la posición del tapón (en el suelo) como por el sistema de cierre, que no es del todo práctico.

Como una moto

Ahora bien, el hecho de que se sienta a gusto en carretera no sólo es debido a su mecánica, sino también a una sensación de aplomo elevada, casi como la de una moto. De entrada es un scooter largo entre ejes (1545 mm) y con ruedas de gran diámetro (15 pulgadas delante y 14 detrás) que se aguanta muy bien a ritmos elevados. Más aún, no se arruga en curvas rápidas ni en terrenos irregulares y transmite mucha confianza también en las frenadas. Por supuesto, como es de suponer en maxiscooter GT de corte deportivo, el tarado de las suspensiones es más bien duro, pero no llega a serlo tanto como para comprometer el confort. Además, el asiento, que también es bastante duro, es lo suficientemente cómodo y espacioso incluso con acompañante.

Del mismo modo ofrece una buena protección aerodinámica en el cuerpo y las piernas, aunque, en efecto, no es la mejor de su categoría porque opta por una pantalla bastante baja que prioriza más la estabilidad que la protección contra el viento. De todos modos basta con que nos incorporemos ligeramente hacia adelante para quedar completamente a salvo, y a lo largo de los kilómetros tan sólo podamos echarle en falta más libertad en la zona de las piernas puesto que no hay mucho margen para estirarlas de forma puntual. Aun así, no deja de ser un 125, por lo que el confort es más que suficiente y cumple de largo con sus objetivos.      

Viejo conocido

La presencia del X-Max 125 en las grandes ciudades no es precisamente anecdótica, más bien al contrario. Hay a su favor muchos argumentos que enmiendan su larga distancia entre ejes y la altura de su asiento, que aun siendo en cierto modo contenida (775 mm) no es lo suficientemente baja como para que los usuarios de menor estatura puedan estacionar con la máxima comodidad porque tiene un asiento bastante ancho. Eso sí, este mismo aspecto, junto a una posición baja del motor, da lugar a un baúl inmenso en el que podemos incluir dos cascos integrales y acompañarlo de otras tantas pertenencias sin ninguna complicación. Además la guantera delantera con llave es igualmente práctica para el trapo y otros objetos de pequeño tamaño.

Más allá de una capacidad de carga que es algo así como una bendición en el día a día y que resulta útil incluso para ir a hacer la compra, otro punto a su favor en ambientes urbanos es su amplio radio de giro, ya que nos permite movernos con relativa agilidad en los atascos aunque en ningún caso éste es el terreno que más le gusta. Otro de los puntos a priori comprometidos en un maxiscooter GT como éste son los estacionamientos y maniobras. Naturalmente sus generosas dimensiones se notan, pero por otro lado el caballete central resulta muy fácil de poner y la única pega al subirse es que no es muy accesible a causa de las dimensiones del asiento, que hacen muy poco recomendable pasar la pierna por encima, así como por la presencia del puente central en la zona de los pies, que al quedar el X-Max relativamente elevado cuando está estacionado molesta un poco al subirnos.    

Conclusión

Mucho ha llovido desde que el primer X-Max, el 250 que llegó en el 2005, empezó a dejarse ver en las ciudades y alrededores. De hecho, esta versión Momodesign sólo se distingue de la segunda generación en la decoración de los plásticos ya que es exactamente el mismo modelo que en el 2010. Por aquel entonces muchos fueron los pequeños cambios que se incorporaron, que aparte de los estéticos incluían un asiento más delgado y ergonómico y con ribetes en rojo, una pantalla protectora anclada en el frontal - y no en el manillar - para mejorar la rigidez del tren delantero, así como un espacio optimizado en el cofre y la zona de las piernas.

Por fortuna también se mantienen todos los detalles de calidad que ya conocíamos, como el cuadro de instrumentos con dos grandes esferas y una completa pantalla digital, la siempre útil presencia del interruptor de luces de emergencia a mano derecha, y unos retrovisores con pocas vibraciones pero con un campo de visión que podría ser aún mejor. En cualquier caso, sea o no con la decoración especial Momodesign, el X-Max 125 es un modelo de plenas garantías que muy probablemente sería el líder de su especie si tuviera un precio más ajustado. Viene a ser, a resumidas cuentas, como un T-Max pero en la cilindrada pequeña, y eso se paga.       

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