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Prueba: Yamaha T-MAX 500 – Toda una moto

Siendo el feliz propietario de una T-Max 500 del 2006, no tengo más remedio que tratar esta prueba desde la comparativa.

Para empezar, estéticamente aporta un cambio notable en el diseño, con una línea más agresiva y en la que se mejoran aspectos como el confort o la capacidad de carga, con un espacio bajo el asiento más amplio y una guantera más en la parte delantera (lógico). También aumenta la capacidad del depósito de combustible, ahora con un total de 15 litros. Uno de los cambios más notables es la sustitución del anterior chasis de tubos de acero por uno de aluminio que mejora el comportamiento general de la moto y permite reducir el peso. También es notable la incorporación de una rueda delantera de 15 pulgadas que le da más agilidad en cualquier tipo de carretera que la anterior de 14 pulgadas (hay que ver lo que es capaz de inclinar esta moto).

La renovada suspensión delantera, con mayor diámetro de barras, le otorga una mejor estabilidad y comportamiento en pisos irregulares, además ha permitido ampliar la distancia entre ejes para ofrecer más confort a alta velocidad.

Pero sin duda, la mayor mejora con respecto al modelo anterior se nota en el apartado de frenos, al incorporar ahora pinzas delanteras tipo nomobloc con cuatro pistones que permiten una frenada muy potente y eficaz, ayudada por el freno trasero y por la posible incorporación del sistema ABS. En este aspecto me rindo a la notable eficacia del nuevo equipo de frenos.

Para ciudad y carretera

Tanto por el tráfico urbano, como por las más amplias y rápidas autovías, la T-Max sigue siendo el scooter ideal para combinar estos dos aspectos. La mayor parte de la prueba se ha realizado en la ciudad, con continuos traslados por el extraradio, pero cuando hubo posibilidad de salir a carretera abierta, la satisfacción seguía siendo total, igual que en mi preciado anterior modelo, pero con la notable diferencia de unas mejoras bien introducidas que  la hacen más eficaz y segura.

Mecánicamente, todo está prácticamente igual y el empuje sigue siendo impresionante. Los casi 44 CV de potencia de sus dos cilindros, con cuatro válvulas por cilindro y alimentación por inyección digital, siguen dando la impresión de ir sobre toda una moto, en lugar de un scooter habitual. La aceleración es extraordinaria, aunque los hay que todavía le cambian el variador para conseguir que sea aún mayor. La marca ha mejorado este aspecto gracias al nuevo bastidor de aluminio, que permite situar el filtro de aire más cerca del motor.

Confortable

El apartado del confort queda un poco al gusto del usuario. La nueva T-Max sigue ofreciendo un alto grado de comodidad y protección a sus dos ocupantes, pero personalmente me sigue gustando más el que tengo en mi “viejo” modelo, que me permite estirar un poco más las piernas. También ha cambiado, y mucho, el cuadro, que aunque sigue mezclando indicadores analógicos y digitales, su diseño y configuración es totalmente diferente, mucho más moderno y con una completa información.

En general, la nueva Yamaha T-Max 500 sigue siendo el mejor scooter que he probado, bien por sus notables prestaciones, como por su vanguardista diseño, que le acerca más a una moto deportiva.

¿Preparado para lo siguiente?

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