Semejantes cifras de ventas son una buena carta de presentación para un scooter icónico que no entiende de fronteras y que vuelve cuatro años después como si nada hubiera cambiado más allá de las nuevas y exigentes normativas anti polución, en este caso la EU3. Por suerte, el motor sigue siendo el mismo, con ese tacto tan agradable que distingue a los de dos tiempos pero convenientemente adaptado gracias al catalizador en el escape. La Vespa entró en escena en tiempos de postguerra con la intención de convertirse en un vehículo práctico, económico, y sobretodo limpio para que incluso las mujeres con sus largas faldas de la época se sintieran a gusto conduciéndolo. Poco se pensaban sus creadores que el éxito iba a ser tal que hoy, tantísimos años después, sigue estando de moda tras haber vendido nada más y nada menos que 17 millones de unidades gracias a un centenar y medio de modelos distintos repartidos por todos los rincones del planeta.
Ahora, en la actualidad, además de alguna versión con cambio automático y motor de cuatro tiempos como las LX o GTS, volvemos a tener entre nosotros la PX con mecánicas de 125 y 150 refrigeradas por aire, con ciclo de dos tiempos, carburador y dos arranques, el tradicional a pedal y otro eléctrico, seguramente menos auténtico pero mucho más cómodo. Esta versión de 125 sale 3.099 €, un precio no excesivamente ajustado pero en cierto modo acorde con lo que representa, y la de 150 cc a 3.199 €. Los colores disponibles son este azul eléctrico y el blanco, el rojo y el negro.
Música para gozar
Una Vespa es una Vespa, y la nueva PX es la que más puede alardear de ello en la actualidad al ser la más parecida a las de toda la vida. En este caso las nuevas tendencias del mercado no han podido con ella porque sigue apostando por la fórmula de siempre como vemos, por ejemplo, en su motor de dos tiempos. Enterrada por algunos antes de hora, esta mecánica es un ejemplo en cuanto a tacto y sensaciones porque da gusto sentir cómo sube de vueltas y hasta sus vibraciones resultan muy agradables. Además, aunque el catalizador seguramente le ha restado algo de brío si lo comparamos con los anteriores, mantiene inalterado su ruido, que sigue siendo un regalo para los oídos.
Otra peculiaridad derivada de su condición aparece cuando lo arrancamos y vemos que le cuesta un poco entrar en calor puesto que en frío se ahoga, o que resulta menos práctico que el resto de scooters al obligarte a jugar constantemente con el cambio, suave de accionamiento pero lento y con las marchas bastante separadas, es decir, que para la primera hay que girar mucho la muñeca hacia arriba y para la cuarta lo mismo pero hacia abajo. Esto mismo, para algunos, es un gran inconveniente, y para otros es justamente lo que la hace tan especial. Lo que sí está claro es que simplifica enormemente su mantenimiento, como ha quedado de sobras demostrado a lo largo de los años: una Vespa lo aguanta todo, es robusta y fiable y eso no se puede cuestionar.
Cien por cien Vespa
A parte de algunos detalles y de su motor de dos tiempos, ahora con catalizador y un nuevo encendido eléctrico, el resto poco ha cambiado. Por ejemplo, se le echa en falta un baúl bajo el asiento, inexistente en una Vespa con chasis monocasco y motor autoportante, si bien esta misma característica queda en cierta manera subsanada por la guantera, que es más espaciosa de lo que parece. Además, hay un gancho portabultos que, eso sí, no podremos exprimir en su totalidad porque el suelo no es del todo plano y porque por allí anda el pedal del freno trasero.
También se mantiene el sistema tradicional de suspensiones, cómo no a cargo de un monobrazo con muelle helicolidal delante y un amortiguador de doble efecto detrás, con el cárter como elemento oscilante. Este sistema le sienta bien, y aunque la estabilidad no sea su fuerte lo cierto es que la nueva PX se aguanta bien y se nota rígida a pesar de las ruedas de 10 pulgadas, que dan lo mejor de sí serpenteando por las abarrotadas calles de la ciudad. Incluso frena lo suficiente, siempre dentro de los límites que nos pone la física y el tamaño de sus llantas pero teniendo igualmente en cuenta que sólo pesa 112 kg.
Los detalles también importan
Así pues, los únicos cambios que la diferencian del modelo anterior, a parte de los ya mencionados en el escape y el encendido, se encuentran en los detalles. De entrada, aunque su diseño es el característico, el faro redondo incluye ahora una luz halógena más segura gracias a un haz de luz mayor. El cuadro de instrumentos también ha sido revisado para incluir toda la información necesaria pero sin renunciar al estilo clásico, y el asiento, que sigue siendo espacioso para lo pequeña que es la moto, se beneficia ahora de un nuevo revestimiento. La guinda final la ponen esos logos Vespa ahora presentes en el puente del suelo, en este caso grabado sobre un refuerzo de goma cual alfombrilla para los pies en los coches, y también en los puños.
Conclusión
Algunas modas se mantienen a lo largo de muchísimos años, y entre ellas no sólo la de las Vespa, sino la de todo lo que tiene que ver con ella. Cuadros, camisetas, tazas de café, no acabaríamos si nos pusiéramos a nombrar todo aquello que pueda hacer referencia a este icono de las dos ruedas. Esto mismo también supone que con la desaparición hace cuatro años de la PX, la única que conservaba el cambio de cuatro velocidades en la mano izquierda, se perdía un tipo de cliente que no acaba de sentirse atraído por las Vespa con cambio automático y motores de cuatro tiempos. Ahora bien, pese a no ser un scooter que se pueda considerar barato, sí es verdad que consume realmente poco y que nos aporta una agilidad y ligereza que se agradecen, y mucho, en el día a día. Lástima que sus ruedas no sean las ideales para salir de la ciudad, pero es que la Vespa siempre ha sido un vehículo urbano, y esta PX, cómo no, también.