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Prueba: TGB Bellavita 300 EFI – La esencia no cambia

El TGB Bellavita 300 EFI no es sólo un scooter vintage como tantos otros. Vale que tiene muchísimas semejanzas con una Vespa, y, si afinamos un poquito más, con una GTS 300i.

Pero más allá de la estética clásica del culo gordo de avispa, este scooter esconde alguna que otra sorpresa y no pocas diferencias con el modelo italiano original. Aún así es muy normal confundirlos, aunque toda semejanza tiene su explicación. No es la primera vez que una marca de motos se inspira en las Vespa para alguno de sus modelos. Ahora bien, por cilindrada y nivel de prestaciones, este TGB Bellavita de 300 es la única alternativa real al GTS 300i. Así pues, a partir de una mecánica de SYM convenientemente adaptada, los taiwaneses de TGB se han ayudado de la estética más clásica para poner en escena un scooter sorprendentemente rápido y muy bien acabado. Lo malo es que el nivel conseguido, que lo acerca mucho al scooter italiano, se nota en su precio de tarifa, pues no es tan contenido como cabría suponer (4.089 euros). Lo bueno es que se ofrece con una de esas promociones de lanzamiento que se alargan en el tiempo por unos seiscientos euros menos y con seguro antirrobo Artago incluido.

Aventuras del pasado

Que los parecidos con la Vespa GTS sean tan exagerados tiene su explicación. Años atrás, antes de convertirse en fábrica independiente, lo que ahora es TGB se encargaba de producir, bajo licencia de Piaggio, las Vespa para el mercado taiwanés. De hecho, las siglas TGB corresponden a Taiwan Golden Bee (abeja de oro taiwanesa), lo que parece una pista irrefutable de este pasado en común. Pese a todo, abundan las diferencias. La primera es que el Bellavita no tiene el culo tan redondo y abombado, o al menos eso parece al ser éste un poco más largo. La otra gran diferencia, de hecho la más importante, es la presencia de plásticos en lugar de chapa. O sea, que su estructura es más bien la de un scooter convencional y no la de una Vespa tradicional. Por eso se sacrifica el chasis monocasco de acero con motor autoportante y se sustituye por uno de tubos de acero.

Donde sí se respetan sus orígenes es en el uso del monobrazo oscilante para la suspensión delantera. Este curioso sistema fue originariamente diseñado para que el tren delantero no se hundiera excesivamente en las frenadas, cosa que, de suceder, podía comprometer la seguridad a causa del diámetro original de las ruedas, de sólo diez pulgadas. Pero esta solución sigue siendo igual de válida para las llantas actuales de doce, si bien, en contrapartida, el precio que se paga es el de una dirección un tanto atípica. Al principio se hace un poco rara, aunque ciertamente te acabas acostumbrando a que el scooter se muestre indeciso en los cambios de dirección y a su tendencia a flamear ligeramente cuando exprimes al máximo su motor. En cualquier caso, las suspensiones hacen un buen trabajo e incluso a alta velocidad absorben bien las irregularidades y mantienen estable el Bellavita.

Gran capacidad de aceleración

El origen de su mecánica hay que buscarlo en sus compatriotas de Sym. Se trata de un cilindro con un simple árbol de levas y cuatro válvulas, con 264 cm3 y casi 24 cv de potencia. Esta misma mecánica ya había sido puesta a prueba por TGB en su maxiscooter de 300, el X-motion, aunque en este caso tenga que lidiar con un peso bastante inferior. Como la potencia no sólo no ha sido reducida sino que ha mejorado ligeramente gracias a pequeños ajustes, como el nuevo variador, tenemos que la capacidad de aceleración es en este caso muy constante y progresiva. Desde el inicio es un motor con una entrega considerable, sin grandes puntas de potencia pero sin ninguna caída de rendimiento. Incluso la suavidad es notable a pesar de su cilindrada.

En cualquier caso, un pequeño lujo que supera toda expectativa. No hay que olvidar que el Bellavita, aun en su versión de 300 cm3, debe ser considerado un scooter sobre todo urbano. En este terreno nunca se queda corto, y con el añadido de que tampoco lo hará si nos movemos por zonas interurbanas. Estira si lo queremos más allá de los 130 por hora de marcador sin problemas aunque éste no sea su cometido principal. Por fortuna, los frenos también cumplen bastante bien pese a su nivel de prestaciones y su, no lo olvidemos, esencia no deportiva. Si bien en el tacto no son un ejemplo de finura, con dos discos de frenos de 220 mm y un sistema de frenada combinada (la manera izquierda también actúa en la rueda delantera) la seguridad está garantizada.

Relativamente práctico

Aun así no hay que olvidar que, para lo bueno y para lo malo, es un scooter más bien grande y con ruedas pequeñas y estrechas. Es decir, que aun siendo un scooter espacioso y con el manillar bastante elevado, se mueve muy bien entre coches gracias a sus ruedas de 12 pulgadas. Además es corto entre ejes y goza de un amplio margen de giro. La altura considerable del manillar contrasta con la del asiento, que, estando sólo a 780 mm, facilita aún más las maniobras. Las incomodidades relativas que sí puede causar a su conductor habitual es la poca capacidad de carga bajo el asiento, donde no cabe un casco, o la estrecha y no muy bien resuelta plaza trasera. De hecho, el acompañante gozará de una plaza en el asiento de medidas justas y unos estribos algo alejados y que requieren de las manos para ser desplegados. Lo que sí agradecerá serán las asas para cogerse.

Eso sí, sus medidas relativamente generosas hacen posible un buen espacio en la zona de las piernas, aunque más para cargar alguna bolsa (tiene gancho) que para estirar las piernas. He aquí un detalle más que confirma su poca predisposición a los largos desplazamientos aunque su motor los permita perfectamente. En cuanto a los detalles, todos emanan calidad y buen gusto. Destacan los diodos de Led para los intermitentes, la gran visibilidad del velocímetro, así como la presencia, casi obligada, de piezas cromadas de alto brillo. Si visualmente ya cuesta distinguirlo de una Vespa, al tacto todo se nota robusto y muy bien encajado. Todo parece estar en su sitio y cumplir con su función. Nada que objetar al respeto más allá de la pequeña rejilla delantera, que luce un diseño circular demasiado simple y con poca gracia, o el orificio para la gasolina, que tiende a escupirla si no repostamos con cuidado.

Conclusión

El TGB Bellavita 300 EFI es una buena alternativa a la Vespa que más se le parece, que es, recordemos, la GTS 300i. Pero seguramente sería una alternativa mejor si la diferencia de precio fuera un poco más abultada. Porque, en general, todos los scooter hechos en Taiwán son cada vez mejor considerados por el público, pero siempre y cuando el precio a pagar sea muy ajustado.

Es por eso que los de 125 con precios por debajo de los dos mil euros sí tienen mucha salida. Ahora bien, ya costará más que un 300 como el Bellavita, por muchas que sean sus cualidades, se venda al mismo ritmo, mas teniendo en cuenta que ya estamos hablando de 3.500 euros en promoción. Sean muchos euros o no, el tiempo lo dirá.

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