Prueba: Harley-Davidson XL883L SuperLow – Se acabaron las excusas

Afortunadamente, ésta en concreto está lista para ser conducida sin ninguna dificultad y a un precio en absoluto abusivo, así que ya no hay excusas que valgan: la SuperLow es apta para todos y todas por igual, sin excepciones.
Es más, da igual el uso que se le dé a esta pequeña Sportster porque se mueve igual de fácil por ciudad, carretera y autopista. Claro está, siempre que no haya prisas y lo único que importe sea gozar del sonido y el tacto de una auténtica custom americana. Y el precio, como decíamos, es realmente ajustado por tratarse de una Harley porque 8.800 euros pueden bastar para hacerse con el encanto de este modelo si optamos, por ejemplo, por el color Vivid Black. En cambio, las versiones con dos tonos de pintura se van a los 9.300 euros y el resto de colores se queden en 8.990 euros, unos precios en ambos casos igualmente contenidos.

Elegancia sin estridencias

A falta de plásticos, el estilo distintivo de la SuperLow se basa en gran medida en el depósito y en el motor. En cuanto a lo primero sorprende su gran capacidad ya que puede albergar hasta 17 litros de combustible, que no son pocos para un tanque que hasta parece pequeño si lo vemos desde un lado, aunque sí es en realidad bastante largo y ancho. Sus formas suaves y redondeadas comparten todo el protagonismo con el motor y lo acarician justo por encima, acaparando entre ambos casi todo el protagonismo. Y como viene siendo habitual en los depósitos de todos los modelos de Harley, luce una pintura de gran brillantez gracias a unas escamas metálicas de tamaño considerable.

Y en cuanto a la apariencia del motor, destaca en la Sportster SuperLow la presencia de los cromados en las tapas y los escapes, que hacen juego incluso con otros componentes como las horquillas y los amortiguadores traseros. Por contraste, tanto las aletas de los cilindros como gran parte de las culatas han sido revestidas en polvo metálico, logrando en conjunto un resultado muy acertado. Más todavía, los americanos incluso afirman haber prestado especial atención en esconder por completo todos los cableados y demás sistemas eléctricos para que no osen romper con el equilibrio estético de la SuperLow, y tras escudriñarla se confirma que lo han conseguido con muy buena nota.

El pequeño de la familia

Que un motor de 883 cc sea considerado el pequeño de una familia entera da a entender cómo las gastan estos americanos. De nombre Evolution, el pequeño V-Twin desarrolla una fuerza de 70 Nm a 3.750 rpm, lo que en realidad supone una cantidad de par sumamente agradable de dosificar y gracias a la cual la conducción se vuelve una actividad muy placentera cualesquiera que sean las condiciones. Emite un sonido agradable, vibra lo justo y consume muy poco.

De hecho los de Milwaukee anuncian unos consumos de 4,6 litros por cada 100 kilómetros, cifras en todo caso válidas si circulamos por carretera con tranquilidad porque en nuestro caso hemos realizado 130 km con 8 litros en un uso intermedio y a todos los ritmos. De todas maneras, teniendo en cuenta su cilindrada y sus 250 kg en seco, está claro que son muy contenidos.

Ahora bien, la suavidad que se siente no sería tanta si no fuera por la adopción de una correa dentada de goma para la transmisión y por supuesto por la presencia de Silent Blocs entre el motor y el chasis, que dulcifican las vibraciones. También conocido como Blockhead, este V-Twin sigue el camino marcado por sus antecesores directos como el Shovelhead o Ironhead, a los que supera en suavidad y fiabilidad gracias a los cilindros y culatas en aluminio que mejoran la refrigeración, rebajan peso y hacen que el motor sea más agradable de conducir.

Todo a mano

En la SuperLow brillan por su ausencia esas particularidades tan comunes de algunas grandes custom como por ejemplo un lanzamiento de la horquilla que de tan exagerado acabe arrastrando consigo el manillar, los estribos, etc, alejándolos al mismo tiempo del conductor. No es éste el caso porque aquí todo queda bien cerquita de nosotros, lo que no hace más que generarnos confianza. Los pedales a media altura y el manillar al alcance de la mano acentúan su mejor faceta: la maniobrabilidad.

Claro que no deja de ser una moto de 250 kg en seco y con un metro y medio de distancia entre los dos ejes, pero aun así sorprende lo fácil que resulta moverla en todo momento, sea entre coches o bien enlazando una curva tras otra. Y siempre bajo la sensación de confianza que genera poder ayudarnos tan tranquilamente con las piernas en cualquier maniobra, ya que quedan bien aplomadas en el suelo por muy cortas que las tengamos. No en vano el asiento está a 695 mm, lo que visualmente sorprende de lo exageradamente bajo que es.

Además la sensación de confort se va acentuada por la ergonomía de los mandos ya que todos son muy accesibles, intuitivos y de fácil accionamiento, como el ya característico sistema de intermitentes de Harley en el que las levas están separadas aunque, eso sí, sólo es necesario presionarlas al activarlos ya que el sistema detecta, casi siempre con acierto, cuando finaliza la maniobra y por ende dejan de ser útiles. Ahora bien, en caso de quedar encendidos cuando ya no los necesitamos, que en ocasiones ocurre, basta con volverlos a presionar para desactivarlos manualmente. En este sentido también ayuda a sentirse a gusto la suavidad que sentimos al accionar la maneta de embrague y cambiar de marcha, que aun siendo una palanca muy sonora y no precisamente rápida, no nos deja en absoluto maltrecho el pie izquierdo.

Datos técnicos

En busca de la libertad

Una vez comprobado lo fácil que resulta rascar con los avisadores de los estribos en curvas y rotondas y lo rápido que los bajos del motor dan con el suelo tras un inesperado socavón o simplemente al bajar de la acera (el motor está a tan sólo 100 mm del suelo), ya sólo queda disfrutar del paseo. El diámetro de las ruedas, de 18 pulgadas delante y de 17 detrás, pero sobre todo las llantas de fundición en aluminio en negro mate de cinco radios en forma de V, son una buena muestra de que se ha priorizado ante todo la agilidad de movimientos.

No hacen falta grandes esfuerzos para moverla, es una de las Harley más fáciles de conducir de toda la gama actual, por no decir la que más. De hecho, basta con tener en cuenta la baja altura de la moto a la hora de afrontar los giros y los baches y el resto fluye de forma natural, sin grandes exigencias ni precauciones por parte del conductor.

Por otro lado, el asiento monoplaza es bastante cómodo, si bien no lo suficiente como para poder afirmar sin más que sea una custom rutera. Naturalmente, por tamaño, protección aerodinámica, prestaciones y capacidad de carga, se siente mucho más a gusto en un paseo de domingo que en un largo viaje. Además el tarado de las suspensiones no es el más apropiado para un uso muy continuado, en parte por el corto recorrido y la dureza de los amortiguadores traseros que deben absorber las irregularidades a la vez que evitan que rasquemos demasiado a menudo con los bajos.

Resumen

Con todo, la XL883L SuperLow se confirma como la Harley más fácil y accesible, una custom con la que las maniobras a bajas velocidades no son nada complicadas y que se erige como una de las opciones más apropiadas para iniciarse en el peculiar mundo de las custom americanas. Además se agradece que incluya de serie en el llavero el sistema antirrobo típico de Harley, que conecta y desconecta la alarma según te acerques o te alejes.