Los todocaminos urbanos son la nueva moda del mercado. En realidad no es un segmento nuevo. Fiat y Suzuki llevan ya años apostando por él sin lograr un gran volumen de ventas, e incluso Toyota lo intentó entre 2009 y 2011 con el malogrado Urban Cruiser. Pero las 2.855 unidades matriculadas por el Mini Countryman a lo largo del pasado año y –sobre todo– las 7.521 registradas por el Nissan Juke han supuesto un cambio de escenario que hace que ninguno de los grandes fabricantes quiera quedarse al margen.
Varios aspectos interesantes
La apuesta de General Motors resulta interesante por varios motivos. En primer lugar, se trata de un producto global, vendido bajo las marcas Vauxhall, Opel e incluso Buick, que lo comercializa como Encore con mínimos cambios estéticos tanto en Norteamérica como en China. Asimismo, Chevrolet vende un mellizo denominado Trax, que también puede adquirirse en España.
Otro aspecto destacable es su motor "estrella": un tetracilíndrico de gasolina con turbocompresor que desarrolla 200 Nm a solo 1.800 vueltas y 140 CV a 4.900, cifras prácticamente de diésel que se traducen en una buena elasticidad y unos consumos moderados, aunque no excesivamente bajos. Pero si por algo destaca este propulsor es por su suavidad de funcionamiento, que permite elegir entre una conducción tranquila y "ecológica" u otra más dinámica. En el primer caso, podremos lograr consumos por debajo de los 7,5 litros/100 kilómetros sin demasiadas dificultades, lo que no está nada mal para un 4x4 turbo de gasolina que ronda la tonelada y media. Si recurrimos con frecuencia a los 140 CV, el consumo puede sobrepasar los 10 litros.
Una plataforma inédita
Otro aspecto "interesante" del Mokka es el estreno de una plataforma inédita, en la cual no hay novedades, pero sí un gran trabajo de puesta a punto... para rodar sobre asfalto. Esta plataforma –denominada Gamma II–, las suspensiones, toda la cadena cinemática y parte de la estructura del vehículo son comunes al Chevrolet Trax, que se fabrica en la misma línea de montaje, en la planta surcoreana que General Motors posee en el distrito de Bupyeong y que antiguamente pertenecía a Daewoo, cuya división automotriz fue adquirida por el gigante americano en 2001. Próximamente el Mokka se ensamblará también en Figueruelas (Zaragoza), asegurando la continuidad de la planta española.
La suspensión delantera se encomienda a conjuntos McPherson, mientras que para la trasera se recurre a brazos tirados unidos mediante un eje torsional. En carretera nos sorprende la firmeza de los elementos elásticos y la rapidez con la que actúan los amortiguadores, un tarado más propio de un vehículo de corte deportivo que de un todo camino. Pese a ello, las juntas de dilatación o las irregularidades del asfalto no "descolocan" el vehículo. Al contrario, su capacidad para absorberlas es alta, especialmente si tenemos en cuenta su firmeza. Pero en cuanto salimos del asfalto nos damos cuenta de que la suspensión no tiene suficiente recorrido ni suficiente elasticidad para permitirnos circular con una mínima agilidad por pistas de tierra.
Este es el principal defecto del Mokka. Tiene una motricidad más que aceptable – aunque la conexión del tren trasero es algo más lenta que en otros todocaminos dotados de un acoplamiento interaxial de discos– e incluye ayudas como el asistente de descenso de pendientes y un control de tracción que nos permitirá superar los cruces de puentes, pero circular fuera del asfalto requiere especial cuidado. De hecho, el labio inferior del parachoques está condenado a rozar con cualquier obstáculo que encontremos, por pequeño que sea. Su función es puramente aerodinámica y se desmonta con facilidad, por lo que nuestro consejo es que lo retires si pretendes rodar sobre cualquier superficie que no sea asfalto.
Por todo ello, no nos ha sorprendido que nuestro Mokka montara unos neumáticos Continental ContiPremiumContact 2 en medida 215/55-18, una cubierta 100 % asfáltica... Al menos hay homologada una medida más campera: 215/65-16.
La verdad es que nos da un poco de rabia que General Motors haya hecho un buen trabajo llevando la tracción al eje trasero e instalando sistemas electrónicos como el control de descenso de pendientes pero no lo haya rematado dotando al Mokka de unos centímetros de altura libre extra y unos voladizos más despejados.
Un conjunto de gran calidad
Pero el todo camino con nombre de localidad yemení tiene muchos argumentos para satisfacer a sus usuarios. La calidad de los plásticos del salpicadero y el tacto de los mandos es uno de los aspectos que más nos han llamado la atención. De hecho, nos parece superior a la de un Mini Countryman –supuestamente más "premium" que este Mokka– o a la de un Nissan Juke.
También nos han gustado especialmente los asientos delanteros deportivos –que son opcionales–, con la base extensible y un sólido apoyo lateral.
Las plazas traseras no son especialmente amplias, aunque sí resultan más cómodas que las del Juke. Sentados en ellas nos damos cuenta de que el túnel de la transmisión es muy voluminoso y descubrimos una toma de corriente doméstica en la parte posterior del apoyabrazos delantero.
Tampoco falta el porta-bicicletas opcional integrado en los bajos, que en esta ocasión acepta hasta tres velocípedos y puede bascular para permitir el acceso al maletero sin necesidad de retirar las bicicletas. No obstante, hemos encontrado el mismo inconveniente que en la versión montada por el Antara: resulta incómodo manipularlo porque, al integrarse en los bajos, siempre está sucio –especialmente si circulamos por caminos–. Además, para usarlo no solo debemos extraerlo de su ubicación; también será necesario enclavar los grupos ópticos auxiliares, que son dos piezas separadas.
Conclusión
El asfalto es el único hábitat lógico de este vehículo, ideal para quien valore su combinación de seguridad pasiva y dimensiones compactas. Su brillante motor sobrealimentado y su correcto sistema de tracción total son dos interesantes argumentos de compra, pero no es un verdadero todo camino.