Este vehículo, de momento en fase de prototipo, está en su segunda etapa de desarrollo (R2) y toma su base del Adam Cup presentado hace unos meses. Hemos podido probarlo y disfrutar de su espectacular sonido... Los automóviles deportivos son una cosa, pero los coches de carreras son algo completamente distinto. Incluso el rendimiento de esta preparación de Opel puede sonar modesto con “sólo” 190 cv, pero nada más arrancarlo y subirnos a él, tanto el sonido como la preparación del interior dejan en evidencia que los rallys son algo muy serio.
Así, en esta potentísima versión del Adam los ocupantes van resguardados por una jaula antivuelco con protección contra impactos laterales, unos asientos Sparco mucho más estrechos que los del Copa y con un agarre sensacional, así como un volante y salpicadero adaptado a las necesidades de competición.
Los detalles
No debo preocuparme demasiado por entender todo lo que veo delante de mí. Al menos eso es lo que me asegura Horst Rotter, uno de los responsables de Opel Motorsports, que está sentado a mi lado como copiloto y quiere explicarme los detalles más básicos. El resumen de la conversación es el siguiente:
Cambio: "Cuidado con las sacudidas a la hora de bajar dos marchas de golpe ".
Freno de mano: "No debes usarlo..."
Indicador de marcha: "No es tan importante. Quédese en la marcha adecuada para su ritmo de carrera".
Neumáticos y asfalto: "Cuidado: está húmedo y los intermedios parece que no tienen límites"
ABS: "¡No!"
Loco
El sonido del motor de cuatro cilindros es escalofriante. La potencia de 190 caballos del motor de aspiración natural se consigue a 7.750 revoluciones, mientras el par máximo (190 Nm) se aplica por completo una vez alcanzadas las 6.200, lo cual promete aún más ruido.
Mi casco no tiene intercomunicador, por lo que Horst debe gritarme más fuerte que el ruido del propio coche para darme indicaciones sobre el camino sinuoso que tenemos frente a nosotros. Al final no sé si es mejor que grite o que gesticule, porque me cuesta mucho escucharle con claridad. Las curvas ciegas las hacemos desde el principio con el acelerador a fondo. Horst me ha enseñado previamente alguna de sus notas, en las que leo cosas como "L4 a ras" y "L3 sin levantar", aunque creo que él ya se sabe todas estas curvas de memoria. Creo que en cierto modo me lo está poniendo fácil, pero aún así tengo la sensación de que no iría ni la mitad de rápido si no lo tuviera al lado.
Muy bruto
Desde los primeros metros de conducción este Adam R2 puede sentirse crudo, áspero y bruto. Exactamente como un coche de carreras. El sistema de dirección electrohidráulica es una de los pocos sistemas que comparte con el modelo de producción en serie. Si no fuera por esto, el Opel Adam sólo tendría el nombre y la carrocería en común con el R2.
Por su parte, los soportes de la suspensión, las horquillas, el subchasis, las barras estabilizadoreas… todo se ha reforzado en el R2 y ahora el comportamiento es infinitamente más duro pero también directo. Un coche así también prescinde de cosas como el servofreno, ya que todo debe realizarse en bruto, sin filtros ni ayudas que puedan quitar sensaciones o precisión al volante. Nadie dijo que conducir un coche de rally fuera fácil.
Con decisión
En la primera vuelta casi me vuelvo loco. El motor es increíblemente tenaz y tan sensible al acelerador que casi no percibo la luz azul que me indica el fin de la primera relación de cambio. Meto la segunda marcha y creo que lo he hecho antes de tiempo, ya que todavía no había alcanzado el ritmo óptimo para terminar con la primera velocidad, la más salvaje de todas. A pesar de mi primer fallo, decido tomar las primeras curvas con bastante seguridad así que decido concentrarme en la carretera y en los gritos de Horst.
Confianza
En la segunda salida desde parado se nos da mucho mejor porque ya hemos cogido la sensibilidad del acelerador. También confío cada vez más en la luz del indicador de cambio de marchas para engranar marchas superiores y, gracias al bloqueo del diferencial del eje delantero, el Adam R2 desliza en curvas muy cerradas. Al frenar consigo obtener rápidamente una idea del límite de adherencia. Como el ABS no está, el funcionamiento de la frenada es exquisito para una conducción deportiva: al aplicar los frenos en la curva, la parte trasera empuja hacia el exterior, mientras que las ruedas delanteras consiguen más agarre y, cerca de ceder, consigue una salida más rápida de las curvas con un comportamiento muy divertido al que podríamos poner el broche de oro con algú tirón del freno de mano. Por desgracia, ni Horst me lo permite ni tampoco hay tiempo para ello.
Conclusión
190 cv para 1030 kilos de peso. Caja de cambios secuencial, bloqueo del eje delantero y suspensión reforzada y ajustable. El placer de conducción va mucho más allá de lo que puede ser experimentado en un coche de producción, así que el uso del Opel Adam R2 se recomienda a todo aquel que sueñe con gasolina, con puestos de conducción de competición y con un sonido realmente fastuoso.
Esta diversión costará bastante dinero a quien quiera una para su garaje, ya que además de un trabajo mecánico serio, el precio del Adán Copa (coche en el que está basado) parte en 25.000 €, lo que no es poco. El precio del Adam R2 ronda los 70.000 euros e incluiría revisiones periódicas de motor, neumáticos, repuestos, etc. Sin embargo, para los pilotos (pro y semipro) y habituales del cuchillo entre los dientes, este R2 puede suponer una entrada relativamente barata en el mundo de la competición.