En 2010 Mini decidió que ya era hora de pegar el estirón y lanzó el primer Countryman de la historia, su modelo más grande y polivalente con permiso del Clubman. Con él, además, la firma inglesa ya bajo el paraguas de BMW entraba de lleno en el segmento de los todocaminos, justo en el momento en el que estos comenzaban a eclosionar… o al menos los de corte urbano.
En 2016 apareció la segunda generación que, ahora sí, justificaba hablar de ella como el Mini más grande jamás fabricado, principalmente por crecer casi 20 cm respecto a su predecesor. Ahora, el Countryman mide 4,30 metros de largo, lo que le sitúa, como veremos a medio camino entre los B-SUV y los C-SUV. De hecho, depende de con qué ojo le mires, estarás metido en uno u otro segmento.
Tamaños al margen, lo que es evidente es que desde su lanzamiento, el Countryman ha gozado del favor del público convirtiéndose en esta década en el Mini más vendido hasta la fecha, con el híbrido enchufable como gran portaestandarte. Sin embargo, para hablar de este restyling nosotros hemos optado por escoger el motor que entendemos es el más equilibrado para sacar todo el jugo a este Countryman: el Cooper SD con su bloque diésel de 190 CV
Puliendo detalles
Antes de entrar en harina en saber por qué hemos escogido este motor, vamos a centrarnos en el apartado que siempre caracteriza a todos los Mini: el diseño. Sus formas se van poco a poco suavizando y con esta actualización luce un aspecto más moderno. Parte de culpa la tienen los nuevos paragolpes, con una moldura específica en el caso de nuestra versión, tomas de aire más finas y colocadas más en los extremos o unos faros con tecnología Full LED que, en opción, puede ser matricial. Aspecto este, el de las luces, que también gana presencia en la zaga pues como ocurre en el resto de carrocerías, los grupos ópticos traseros incrustan la bandera británica de la Union Jack, aportando ese granito de exclusividad.
Emplear el término exclusividad es hacerlo prácticamente de un sinónimo de Mini. Si bien se han aumentado sus opciones de customización, también se ha simplificado la oferta agrupando diversos elementos en cada uno de los cinco acabados disponibles. Podríamos estar escribiendo durante párrafos y párrafos todo lo que puedes montar en forma de llantas, vinilos, molduras… pero solo te digo que este que estás viendo es el acabado MINI Yours, de corte más elegante y con un precio de 7.000 €, el más caro de todos.
Gran aprovechamiento
En el habitáculo se mantiene ese aire retro que caracteriza a todo los Mini al que ahora acompaña una buena dotación tecnológica. Estrena entre otros el cuadro digital de 5,5 pulgadas visto en el Mini Cooper SE que muestra de manera clara y ordenada la información pero que apenas puede configurarse.
En el centro, la esfera multicolor incrusta, como hasta ahora, la pantalla central de 8,8 pulgadas (la más grande). Se ha mejorado la conectividad con elementos como el Apple Car Play inalámbrico o una mayor red de servicios, al tiempo que los botones de acceso rápido ahora tienen tecnología háptica y responden al paso de nuestra yema. Sin salir de la botonera, se mantiene la hilera inferior al estilo de la aviación para el arranque del coche, las funciones del clima o el selector de modos. Todo ello envuelto en una atmósfera de calidad como se comprueba en el tapizado de los asientos de cuero o con molduras muy llamativas en el salpicadero.
Ahora bien, si por algo destaca este Countryman es por saber aprovechar perfectamente sus dimensiones. De los 4,30 metros de largo, 2,70 corresponden con su batalla, lo que repercute en un habitáculo amplio y espacioso. Así lo demuestra un hueco para las piernas holgado y una buena distancia al techo, pero además la segunda fila de asientos tiene desplazamiento longitudinal. Son 13 cm que nos permitirán ‘jugar’ con el espacio de dicha zona o con la capacidad del maletero.
Un volumen que tampoco es malo, pues cifra 450 litros en su posición inicial aunque la realidad es que se cuenta el doble fondo que presenta. Una cavidad a la que se accede mediante un piso con apertura hidráulica y que nos permite guardar tanto enseres personales como el Picnic Bench. Este último es un elemento opcional que ya se estrenó en la segunda generación y que por 180€ nos permite tener una especie de banco mullido para colocar en el umbral y disfrutar de una jornada de campo sin molestias.
El diésel resiste
Pero ojo, que el Countryman se llame como lo hace no tiene que llevarnos a engaño. Su segunda generación ya se apartó algo más del campo y esta actualización no iba a ser menos, principalmente si equipamos un acabado tan exclusivo como el de nuestra unidad. Con neumáticos meramente asfálticos y con una distancia libre al suelo escasa (16,5 cm), solo la tracción total podría sacarnos de algún apuro…
Un sistema que se combina de serie con el motor que hemos escogido para nuestra prueba: el 2.0 diésel de 190 CV y 400 Nm. Ya hemos comentado que el auténtico súper-ventas de la gama es el PHEV pero nosotros vemos a este Cooper SD como el más equilibrado de toda la gama. No solo hablamos de un motor enérgico como demuestran sus cifras de rendimiento y prestaciones (cifra un 0 a 100 km/h de 7,6 segundos y alcanza los 224 km/h), sino de un ahorrador nato.
Porque los 5,5 l/100 km que homologa bajo ciclo WLTP ya comienzan a hablar muy bien de él, algo que se confirma al terminar la semana de prueba y dejar el ordenador de a bordo en unos más que excelentes 6,5 l/100 km. Un dato obtenido en todo tipo de escenarios, alternando todo tipo de conducción y, en ocasiones, exprimiendo al máximo el bloque. Porque a poco que tengamos una conciencia más eficiente y circulemos siempre con el modo Green activado, podremos ver valores cercanos casi al homologado. Esto, unido a un depósito de combustible de 51 litros nos permitirá gozar de autonomías de casi 900 kilómetros. Recuérdame, el diésel está denostado porque…
Le gusta curvear
Polémicas al margen, además este motor es una delicia de conducir. Como decimos tiene un empuje sobresaliente, apenas vibra cuando ha alcanzado temperatura y el asociarse de serie a la transmisión automática de ocho relaciones es un auténtico acierto. Quizá podría ser más permisiva a la hora de estirar el rango en modo Sport, pero lo cierto es que realiza unos tránsitos fluidos y rápidos cuando conducimos de manera deportiva, mientras que en el reglaje más verde, cambia pronto para reducir consumos.
A todo ello se une un chasis perfectamente ajustado, con ese toque de karting que caracteriza a los MINI pero sin llegar a ser tan incómodo como al principio. No es un coche excesivamente pesado (1.675 kilos) y ello se comprueba en lo fácil que es manejarle por una zona sinuosa. El tacto de la dirección es preciso y la suspensión, aunque peca de ser algo firme, no resulta incómoda.
No obstante, por 550 € puedes equipar la suspensión adaptativa con regulación de los amortiguadores para cambiar la dureza de los mismos y tener un coche más reactivo incluso cuando quieres disfrutar de una jornada de curvas. Para los más ‘quemados’, también pueden ahorrar 300 € y sumar la suspensión deportiva, aunque creemos que es conveniente ‘aflojar’ un poco los billetes y tener un coche más versátil.
En definitiva
Que el Mini Countryman se haya convertido en la opción más vendida de la gama es algo que no nos sorprende en absoluto. A las cualidades de todo MINI en temas de personalización y dinámica se le une el aspecto práctico. Un éxito que seguramente seguirá aumentando gracias a esta actualización que ha sabido fortalecer esos puntos más críticos y colocarle a la altura de los rivales. El cúlmen, este motor diésel que puede ser tan divertido como ahorrador demostrando que el diésel aún tiene mucho recorrido, aunque ojo, para optar por este Cooper SD ya has de preparar cerca de 41.300 € que ascienden a nada menos que 55.000 € si encima has quedado prendado de nuestra unidad.