El SLK llega a la cuarta ronda. Condujimos el 200 con sobrealimentación por compresor.
Mi mamá aún tiene uno de los primeros SLK. Su 200 fue matriculado por primera vez en el verano de 1997 y desde entonces le ha acompañado en 80.000 kilómetros aproximadamente. Al principio era escéptica en cuanto a la novedosa construcción del techo, pero ahora sólo puede hablar positivamente del mismo. Bueno, el sistema de alarma ha dado algún que otro problema porque la unidad de control – situada en el maletero – se vio irritada por la humedad. Nueva unidad de control y el tema quedó solucionado. Así como con el techo plegable de acero. Las juntas siguen todavía situadas en el lugar que corresponde, y eso a pesar de que el SLK nunca ha visto un garaje por dentro y siempre está fuera durante el invierno. Así es como debe ser un coche.
Si se compara el nuevo SLK 200 Kompressor, capaz de sacar 184 CV de la cilindrada de 1,8 litros, con un antiguo modelo dos litros de 136 CV de 1997, hay un abismo de diferencia. Únicamente el sonido del motor es idéntico al de antes. Si el primer 200 sonaba como una máquina cortacésped, el cuatro cilindros actual también. ¿Por qué no generan un sonido armonioso?
21 CV más de potencia
El SLK 200 actual no sólo tiene 48 CV más que el primer 200, sino que además tiene 21 CV más que el modelo anterior a este facelift. Con ello aumenta la potencia unitaria por encima de la marca de los 100 CV, lo que ayuda al biplaza de 1,4 toneladas de peso a alcanzar auténticas prestaciones de conducción deportivas. Mercedes indica una aceleración estándar de 7,6 segundos. Muy optimista. Nosotros lo logramos en 8,6 segundos. Las razones principales para el retardo son el cambio de marchas con tendencia a engancharse y el control de tracción no desactivable por completo, que no permite el deslizamiento necesario para obtener valores óptimos de aceleración.
En cambio, el impulso no llega a su fin hasta alcanzar 236 km/h reales. Un Golf TDI con 170 CV no es más rápido. Con todo el temperamento, el SLK se conforma con 7,7 litros de gasolina. Bien haya quien lo crea. En nuestra ronda de consumo económico, el roadster consumió 8,6 litros, por debajo de los ocho es posible, pero más bien regularmente alrededor de los diez; y superar los once litros tampoco es problema alguno.
Excelente chasis
Quien se compre un SLK no se quejará por motivo de su rígido ajuste. En el modelo de pruebas se encontraba instalado el paquete deportivo, que cuenta con un chasis deportivo y ruedas con un tamaño de al menos 17 pulgadas. Nuestro SLK contaba incluso con el paquete AMG y con ello ruedas mixtas de 18 pulgadas - en la parte delantera 225/40 R18 y en la trasera 245/35 R18. A pesar de esta dimensión tan llamativa, el SLK amortigua de forma limpia y sin irregularidades. Al mismo tiempo conduce de un modo agradablemente neutral curvas de conducción rápida y aprieta mucho más tarde y seguidamente muy suave a través del eje delantero al margen exterior de la curva. La elevada tracción y el siempre fiable ESP no desactivable evitan la desviación trasera de la dirección.
Fiable es también la palabra clave que describe el sistema de frenos. Gracias al paquete deportivo, el 200 posee también discos de 330 en lugar de los homólogos habituales de 288. Para una mejor refrigeración y para la eliminación de la suciedad éstos se encuentran incluso perforados. ¡Así el roadster se detiene exactamente a los 37 metros, sin importar lo calientes que se encuentran los frenos!
Un extra muy agradable es en cualquier caso la dirección directa que, al contrario que en la competencia bávara, no cuesta 1.000 euros o más sino que, muy atípicamente para Mercedes, se encuentra ya disponible por 367 euros. Ésta ayuda sobre todo a reducir notablemente el trabajo de dirección en el tráfico urbano y en recorridos con abundantes curvas, al mismo tiempo que permite que surja el encanto de un coche deportivo.
Por lo demás, Mercedes tampoco ha ahorrado en el equipamiento del coche de pruebas. Los de Stuttgart añadieron extras por un importe de 20.000 euros, muchas características extraordinarias que no resultan necesarias, como por ejemplo la regulación eléctrica de los asientos, un limpiaparabrisas con sensor de lluvia y el sistema de navegación Command, escandalosamente caro (pero manifiestamente genial). La combinación de cuero y calefacción en los asientos cuesta unos 1.700 euros y una radio ínfima casi otros 900 euros. Las elegantes llantas de aluminio de 17 pulgadas se ponen en aproximadamente mil más y para el cambio de cinco marchas automático hay que desembolsar otros 2.000 euros. Lo que supone incluyendo el SLK 200, que cuesta unos 41.000 euros, que el precio se pone en unos 46.000 euros.
Faros antiniebla como luz de curva: no puede ser
Quien considere obsequiarse con la luz bi-xenón debe tener en cuenta que con las luces encendidas y velocidades en curva de hasta 40 km/h siempre se conduce con uno o con los dos faros antiniebla. Esto lo utiliza Mercedes, como Skoda con el Fabia, como luz de curva práctica fundamental. En un coche de 20.000 euros es una solución estupenda; en un Mercedes esto no puede ser. Por el contrario resulta muy recomendable la ya mencionada dirección directa y el paquete deportivo por 1.977 euros.
Acerca del acabado y de la impresión del material no es necesario realizar mención alguna. Se satisfacen las expectativas. Asimismo, el manejo es como antes sencillo y el conjunto de la disposición es elegante y noble. Incluso los asientos son dignos de un biplaza deportivo. Si en el primer SLK los ocupantes se sentaban en sillas resbaladizas y sin contornos, ahora da la sensación de estar bien cuidado en muebles muy bien contorneados.
Resumen
Se puede partir por tanto de la base de que el nuevo SLK también envejecerá con dignidad. Es un automóvil hecho para sobrevivir durante décadas. No presenta ninguna debilidad, a excepción de la política de sobreprecios y del precio básico bien condimentado. Pero esto se armoniza de nuevo en la reventa, ya que el SLK sigue encontrándose como antes entre los vehículos con valor más estable.
Aunque seguramente la mayoría no desea venderlos, como mi madre, cuyo SLK nunca se encontrará en la bolsa de AutoScout24. EL SLK es y sigue siendo un auténtico clásico, hecho para la eternidad o al menos hasta poco antes de la misma.