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Prueba del Mercedes-Benz GLB 200: marca el camino

Todocaminos compactos hay muchos, de siete plazas menos pero Premium casi ninguno. El GLB de esta prueba llega para llenar ese hueco dentro de Mercedes-Benz y, de paso, dar un impulso a una categoría formada exclusivamente por un contrincante. Nosotros hemos probado el gasolina de 163 CV.

La fiebre de los SUV ha abarcado todos y cada uno de los segmentos aunque hay uno que podríamos decir que es inexplorado de momento. Porque todocaminos compactos hay muchos, ¿verdad? Una cuenta que se reduce ligeramente si intentamos encontrar alternativas con hasta siete plazas. Pero si además sumamos la variable Premium, nos sobrarían varios dedos de una mano.

Condición que hasta ahora cumplía un único modelo, el Land Rover Discovery Sport cuyas ventas, sin desmerecerlo, han resultado ser más bien testimoniales. Porque siendo justos, todo lo que salga del ámbito alemán en algunas categorías no cuenta con el apoyo suficiente del público y este también es el caso de los todocaminos compactos Premium. Una categoría que se nutre ahora con el protagonista de estas líneas, el GLB, o lo que es lo mismo, la apuesta modular de Mercedes-Benz que aterriza para dar un empuje comercial a una categoría desprovista de modelos: la de los todocaminos compactos Premium con una configuración interna para siete ocupantes.

Un mini Clase G

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El GLB es el octavo SUV de Mercedes y llega para cubrir un hueco hasta ahora vacío en la firma alemana. Por nombre muchos pensaréis que se sitúa entre el GLA y el GLC. Y aunque así es, la realidad nos dice que los 4,63 metros de longitud que cifra son solo 2,4 cm menos que el GLC, si bien emplea la misma plataforma que el GLA, la MFA-2 que también da vida a los Clase A o Clase B.

Una ensalada de siglas que te queremos complicar aún más al comentarte que su diseño exterior nos recuerda al del anterior GLK (precursor de hecho del GLC) por lo cuadrado de sus formas, las mismas que, al mismo tiempo nos evocan al gran todoterreno de la marca, el Clase G. Sí, los diseñadores alemanes han querido imprimir personalidad en este GLB a base de elementos que recuerden al clásico TT de antaño. Entre algunos de los más destacados están la forma cuadrada de sus faros delanteros (LED de serie y con tecnología Multibeam LED en opción), un pilar A poco inclinado que da como resultado un parabrisas más vertical, pasos de rueda muy marcados que parecen expulsar hacia fuera los neumáticos o unos voladizos delantero y trasero bastante cortos.

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El conjunto externo se completa con una gran parrilla delantera, llantas de hasta 21 pulgadas, barras sobre el techo y el conocido paquete deportivo AMG que introduce elementos distintivos como la calandra, las propias llantas o las molduras en negro.

Siete sí, pero en opción

Para hablar del habitáculo no podemos sino empezar por su zona trasera. La misma que nos hace hablar de este GLB como un todocamino modular gracias a sus múltiples solciones. Tenemos 2,82 metros de batalla que vuelven a situarle más cerca del GLC (4,4 cm más) que del GLA (10 cm menos), aunque lo más destacado es que contamos con una fila trasera compuesta por tres butacas independientes, con respaldos reclinables en varias posiciones y con 14 cm de desplazamiento que nos permiten jugar con el espacio.

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En su posición más retrasada el hueco para las piernas es óptimo para quien las ocupe, a costa eso sí de reducir el confort de los dos pasajeros traseros. El hueco para la cabeza es igualmente amplio (con mi 1,79 metros me sobraba casi un palmo hasta tocar el techo) aunque en lo que a anchura se refiere, dicha cota es quizá la peor.

Una tercera fila que está formada por dos butacas independientes de reducido tamaño que, según Mercedes-Benz son aptas para albergar personas de hasta 1,68 metros de altura. Y damos fe de que así es porque la realidad nos dicta que serán más útiles para niños pues un servidor, con su comentada estatura llevaba las rodillas bastante elevadas y contaba con una distancia al techo muy limitada. Además, no son un elemento de serie, sino que para optar por ellas hay que pagar 1.037 €. Un punto favorable que al menos podemos colocar los pies bajo la butaca y que tenemos tomas USB (de tipo C eso sí) para conectar nuestros dispositivos.

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Adquirir esta tercera fila no solo reduce nuestra cuenta bancaria, sino también el volumen del maletero. Los GLB de cinco plazas cifran 570 litros, es decir, 70 más que este GLB de siete plazas. Además, cuando desplegamos estos dos asientos nos queda un hueco bastante pequeño, de 130 litros apto para meter un par de mochilas. En el lado opuesto están los 1.680 litros cuando abatimos los respaldos traseros (en proporción 40:20:40) dejando además un piso plano. Por suerte, sí disponemos tanto de un portón con apertura y cierre eléctricos así como de un práctico hueco para guardar la bandeja, pero no esperéis encontrar una rueda de repuesto. Este GLB viene con kit antipinchazos.

Esto me suena

Para acabar, el puesto de conducción del GLB ofrece el mismo diseño visto en los últimos productos de la firma. De hecho es un calco del Clase A, Clase B, CLA o GLA. Su interfaz completamente digital está presidida por el sistema multimedia MBUX con asistente personal y reconocimiento vocal a la orden de “Ey Mercedes”.

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En lo que a conectividad se refeire, el sistema MBUX ofrece además del reconocimiento vocal, sincronización móvil mediante Apple CarPlay o navegación con realidad aumentada (ambos elementos de pago). También dispone de un Head-display a color o de múltiples elementos de confort como un programa cinético para activar la circulación si pasamos muchas horas sentados.

La calidad de construcción es elevada y los materiales empleados son robustos y están bien terminados. Las molduras combinan casi a partes iguales el piano black y el aspecto metálico, muy al estilo de los TT puros. Hay múltiples huecos portaobjetos, destacando el central que nos permite guardar el móvil, la cartera o las llaves. Dos portabotellas a continuación y una guantera central de gran profundidad con tomas USB a los que se suman huecos de gran tamaño en las puertas completan los espacios de almacenaje.

Todo un rutero

La oferta mecánica está compuesta, de momento, por seis alternativas, cuatro de gasolina y dos diésel. Matizamos lo de ‘de momento’ porque no es descabellado pensar que en poco tiempo veamos un híbrido enchufable campando por ella tal y como ha ocurrido con los Clase A y Clase B.

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Pero en esta prueba nos centramos en el que creemos que es su versión más equilibrada teniendo en cuenta, además, cómo se está comporta el mercado. Hablamos del GLA 200, la versión de gasolina intermedia. Entrega 163 CV a 5.500 rpm y 250 Nm de par entre las 1.620 y las 4.500 vueltas generados a partir del nuevo bloque 1.33 Turbo de cuatro cilindros de la Alianza Nissan-Renault-Mercedes. Un motor progresivo que ofrece un gran empuje desde bajo régimen pero al que le cuesta adquirir velocidad.

No en vano cifra un 0 a 100 km de 9,1 segundos, mientras que su velocidad punta es de 207 km/h. Datos que no son para echar cohetes y que llaman poderosamente la atención al no tener que arrastrar demasiado peso, pues este GLB 200 marca 1.555 kilos frente a la báscula.

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Este motor se asocia en exclusiva tanto a la transmisión automática de doble embrague y siete relaciones como a la tracción delantera. Si queremos optar por la tracción total 4Matic tendremos que elegir bien los dos motores de gasolina siguientes o la doble propuesta de gasóleo.

En marcha, el GLB es un coche cómodo y confortable en línea con el p__lanteamiento familiar del modelo__. Por tanto se desenvuelve mejor por vías rápidas que por carreteras sinuosas, donde se le nota algo lento en las reacciones y con un exceso de balanceo que llega a incomodar.

La calidad de rodadura es elevada gracias al buen aislamiento acústico que presenta y al esquema de suspensión que monta, de tipo McPherson delante y multibrazo detrás, con un tarado confortable. En opción propone una adaptativa regulable en dos modos y una específica para la versión AMG. Sí cuenta de serie con el selector de modos DYNAMIC SELECT con cuatro programas de uso: Eco, Comfort, Sport e Individual que modifica los parámetros del vehículo en función del uso variando igualmente el consumo.

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Un gasto que ha sido el esperado. La marca homologa 7 l/100 km y en nuestra prueba hemos medido 7,6 l/100 km alternando todo tipo de escenarios. En carretera de montaña, en cambio, el gasto se dispara a más de 10 litros.

¿Y por el campo? Su diseño más todoterrenero también tiene continuidad fuera del asfalto. Ofrece una altura libre al suelo de 20 cm y aunque sus ángulos de ataque y salida no sean para tirar cohetes sí permite circular por paredes con hasta 35º de inclinación. No obstante, si quieres salirte de lo negro lo mejor es que optes por una versión 4x4 en la que además se añade un control de descensos o un programa Off road destinado a obtener la mayor adherencia en terrenos no asfaltados y sin necesidad de montar neumáticos específicos.

En resumidas cuentas

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En definitiva, quien no encuentra su todocamino dentro de Mercedes es, indudablemente porque no quiere. Este GLB llega para satisfacer las demanda de aquellos clientes que buscan un coche tan práctico como un monovolumen pero con la estética SUV tan de moda últimamente. Ahora bien, aunque destaca por diseño, calidad interior, espacio trasero y confort de marcha en vía rápida, lo cierto es que echamos en falta que esa tercera fila de asientos no sea estándar, que se desenvuelva con menor solvencia en tramos revirados y que su factura final se incremente tantísimo en cuanto incluimos los opcionales de nuestra unidad. De hecho, de los 43.125 € de los que parte este GLB 200 llegamos hasta los casi 57.000 € de esta unidad.

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