Mercedes-Benz ha vuelto a conseguir lo que parecía imposible, que un coche tan sobrio y elegante como el Clase E se transformara en una escultura rodante. Porque la firma de la estrella parece haberse especializado en añadir un punto de picante a modelos que, a priori, no lo parecían. Así lo hizo con los Clase S o GLE, de los que han derivado sus respectivas carrocerías cupés para ahora, hacer lo propio con el Clase E.
Impone
Una variante que no es nueva en el modelo, ya que su generación precedente ya la ofrecía. No obstante, a diferencia de esta, nuestro protagonista no solo ofrece un diseño mucho más marcado, determinado por un morro demoledor, ancho y con presencia, o por una zaga elegante y fina, sino por unas dimensiones más contundentes. Así, en comparación con el anterior Clase E Coupé, nuestro protagonista es 12,3 centímetros más largo, 7,4 más ancho y 3,2 más alto, llegando así a los 4,83 metros, 1,86 y 1,43, respectivamente. Del mismo modo, y si lo comparamos con la berlina, vemos que es 9,7 centímetros más corta, 0,8 más ancha y 3,8 más bajo.
A nivel estético, cuesta diferenciarlo del sus dos hermanos coupé, Clase C por debajo y el comentado Clase S por arriba. De no ser porque el Clase E Coupé monta una ventanilla trasera dividida en dos partes, la labor de distinción sería verdaderamente complicada. Pese a ello, lo más destacado de su conjunto exterior vuelve a ser la zona trasera, con una caída pronunciada que termina en un portón voluminoso, extremadamente aparente y deportivo. Mientras, por delante, la parrilla diamantada le confiere un aspecto más elegante, tal y como ocurre con su vista lateral, que enfatiza dicho aspecto con unas ventanillas que carecen de marco.
Esto me suena
De puertas para adentro y centrándonos en el puesto de conducción, de no ser por las tomas de aire, simulando unas turbinas, por el volante con la parte inferior achatada y por luz ambiente LED con hasta 64 tonalidades diferentes, claramente es complicado diferenciarle de su hermano de la berlina. Característica que, lejos de ser una desventaja se convierte en todo un acierto, no solo porque así tenemos hecha una imagen de familia, sino porque estaremos rodeados de la más alta calidad… con el permiso claro está de la comentada Clase S.
En toda este conjunto vuelve a destacar la doble pantalla digital formada por dos monitores de 12,3 pulgadas, uno para el cuadro de instrumentos y otro para la consola central que se enmarcan bajo una misma estructura. Ofrecen una resolución excelente, tres posibilidades de personalización (Clásico, Sport y Progresivo), mientras que su manejo se puede realizar bien a través de los comandos táctiles capacitivos situados en el volante, perfectamente ajustados a la sensibilidad de los pulgares, o mediante el comando central situado en el túnel (exclusivo de la pantalla central) también con funciones táctiles.
Si bien toda esta amalgama de elementos y detalles tecnológicos, obliga al comprador a pasar por caja. Porque el Clase E Coupé tiene un punto de elitismo que está al alcance de muy pocos. Elementos como el sistema de sonido Burmester, con una calidad de sonido excepcional, arranque sin llave, cámaras perimetrales, calefacción y ventilación en los asientos o unas butacas que recogen a la perfección tanto a pasajero como a copiloto, provocarán que la factura final suba varios miles de euros al comprador de esta joya sobre ruedas.
Cuatro, y punto
Ya que mencionamos los asientos, es de recibo que hablemos de uno de sus puntos diferenciadores, la fila trasera. Apta para dos pasajeros, los diseñadores de Mercedes-Benz han logrado otorgarnos un espacio de confort sorprendente. Puede que no llegue al nivel en lo que a espacio para la cabeza se refiere e incluso pueden resultar algo angostas para algunos dada la altura del montante posterior, pero si nos centramos en el espacio para las piernas y, sobre todo, en la anchura, pocos modelos hay tan confortables como el de la estrella.
Al eliminar la plaza central, destinada a albergar dos posavasos, las dos butacas exteriores ganan anchura, permitiendo que nos sintamos como en el sofá de nuestra casa. Únicamente notaremos algo de incomodidad si el piloto o el copiloto son muy altos y viajan muy atrás. En cuanto al acceso a las mismas, la gran apertura de las puertas delanteras (ojo porque pesan) unido al desplazamiento eléctrico de los asientos delanteros, nos facilitan la maniobra de entrada y salida, siempre y cuando gocemos de buena elasticidad o no seamos demasiado voluminosos.
Si vamos casi hasta el fondo del coche, el maletero ofrece unos buenos 425 litros. Son 115 menos que la berlina, pero la boca de carga ofrece una anchura correcta para cargar objetos de buen tamaño, mientras que la forma interior del mismo es bastante regular. Además, podremos abatir la segunda fila (en sección 40/20/40) para ganar algo más de espacio.
Ficha Técnica Mercedes
Motor: Diésel, cuatro cilindros en línea
Cilindrada: 1.950 cm3
Potencia: 194 CV a 3.800 rpm
Par: 400 Nm entre 1.600-2.800 rpm
Velocidad Máxima: 242 km/h
0-100 km/h: 7,4 seg.
Consumo (urbano/extraurb./mixto): 4,7 / 3,8 / 4,2 l/100 km
Emisiones CO2: 109 gr/km
Dimensiones: 4.853 / 1.860/ 1.457 milímetros
Maletero: 425 litros
Peso: 1.735 kg.
Cambio: Automática, con convertidor de par, de nueve velocidades
Depósito: 66 litros
Precio: 53.700 euros
Esperábamos algo más
Al entrar en materia dinámica, hemos vuelto a confiar en el motor más equilibrado de la gama, el diésel que da nombre a la versión E 220d. Un bloque de cuatro cilindros y 2.0 litros que genera 194 CV y que ya conocíamos de la berlina. Sin embargo, mientras que en su hermano nos parecía un bloque brillante, con la salvedad de la rumorosidad y de las vibraciones, en la carrocería Coupé nos ha dejado algo fríos.
Quizá estemos sugestionados precisamente por su apariencia deportiva, o quizá porque tenemos que arrastrar 55 kilos más, pero nos ha parecido algo más lento en las reacciones. Con ello no quiere decir que no podamos ir rápido, pero seguramente el E 350 d Coupé, con 258 CV, y sobre todo, los gasolina E 300 Coupé (245 CV) y E 400 Coupé (333 CV), se ajusten mejor a sus características. Lo bueno es que encuentra un perfecto aliado en la conocida transmisión automática de nueve velocidades 9G
Porque es en carretera donde, curiosamente, el Clase E Coupé se desenvuelve mejor. De nuevo, la imagen engaña, porque al afrontar un tramo de curvas se le nota pesadote. La dirección cuesta que transmita información y los frenos tardan en reaccionar. El chasis está bien ajustado mientras que la suspensión neumática AIR BODY CONTROL (otro opcional más) nos da la posibilidad de endurecer los amortiguadores para afianzar la trazada. Pese a ello, en cambios bruscos de dirección se le siente subvirador (se va de morro) y, por ejemplo, un BMW Serie 6 Coupé (el único rival que encontramos a día de hoy) se mueve con más agilidad.
Pese a todo, nuestro protagonista intenta sacar a relucir todas sus virtudes a la mínima, encabezadas por una pisada contundente cuando las curvas se vuelven rectas y, sobre todo, por una combinación entre diseño, elegancia y tecnología que está al alcance de muy pocos modelos.