El Mazda CX-5 es de esos coches que tiene una corta pero intensa historia. Fue visto por primera vez en el Salón de Ginebra de 2011 pero no fue hasta 2012 cuando llegó la unidad definitiva de producción. Cinco años después, la firma nipona presentó la segunda y actual generación. Ahora, un par de años más tarde, probamos la leve actualización de este SUV que está triunfando allá donde va y que está en una meteórica subida en ventas, por méritos propios.
¿Premium? Por qué no
En su satisfactorio intento de acercarse a las firmas Premium, este CX-5 ha conseguido dar un salto cualitativo sin parangón principalmente en su interior. El cuadro de instrumentos ha sido ligeramente modificado y hereda la pantalla de ordenador de a bordo del MX-5. La pantalla táctil sigue siendo de 7 pulgadas y, aunque cuenta con navegador y diferentes funciones multimedia, el sistema está algo obsoleto y es poco intuitivo.
El salpicadero no recibe muchos cambios en general pero sí mejora mucho en la calidad de su acabado. Todos son mullidos que nos dan una sensación de confort diferente a la de muchos de sus competidores como el KIA Sportage, Honda CR-V o Hyundai Tucson. Un tacto blando que se fusiona con el espectacular recogimiento de la tapicería de cuero que envuelven a los pasajeros y que nos permitirá hacer kilómetros sin fatiga.
Los pasajeros cuentan con un amplísimo espacio para las piernas gracias a los 2,7 metros de distancia entre ejes. Y, aunque el hueco para la cabeza es igualmente suficiente, nos quedaremos algo cortos en anchura a poco que intentamos meter tres adultos.
Siguiendo hacia la parte trasera, no podemos pasar a su exterior sin mencionar su decente maletero de 477 litros que, con la fila de asientos traseros abatida, cubica una espectacular cifra de 1.620 litros. Por tanto de puertas para dentro, este nuevo CX-5 es todo amplitud, confort y, como veremos luego, tecnología y equipamiento.
Ligeramente diferente por fuera
Al igual que en su habitáculo, en el diseño exterior de este SUV asiático vemos leves modificaciones que no hacen sino aumentar su figura imponente y minimalista. La carrocería está disponible con nuevos colores y sus llantas (de 19 en nuestra unidad) cuenta también con la posibilidad de montarlas en diferentes diseños. Sus faros delanteros LED tan estrechos y horizontales conforman una mirada penetrante que se unen a una calandra en forma de panal de abeja.
Su zaga tampoco cambia en diseño y no tiene tanto nervio como el frontal. Pero sus achatadas ópticas traseras y las dos salidas de escape mantienen el toque deportivo que también vemos en unos marcadísimos y muy elevados pasos de rueda.
En definitiva, y antes de profundizar en lo más importante de este coche, podemos resumir que el diseño tanto exterior como interior del nuevo Mazda CX-5 no es novedoso, pero sí sobresaliente. Sin muchos cambios, pero con la calidad mejorada. Grande, imponente y, sobre todo, llamativo.
¿Qué me ofreces?
Por mucho que contemos la película de su diseño, sus asientos o su espacio, sabemos que hay gente a la que le interesa la mecánica. Única y exclusivamente la mecánica. La unidad que hemos elegido para esta prueba es la versión gasolina más potente de 194 CV, caja de cambios automática de 6 marchas y convertidor de par y tracción 4WD. El pack completo.
Bajo el capó tenemos el bloque de 4 cilindros atmosférico, 2.5 litros de cubicaje que nos entrega su potencia a 6.000 vueltas, mientras que el par máximo, de 258 Nm, surge a partir de las 4.000 revoluciones. A priori parecen regímenes de vueltas muy altos (lo son) pero en la práctica por carretera el grandullón nos empuja con fuerza desde bajas vueltas.
Este logro es gracias sobre todo a su progresiva caja de cambios de convertidor de par y 6 relaciones que apenas nos da segundos de incertidumbre cuando le pedimos potencia. Sólo echaremos de menos algo de inmediatez si aceleramos a fondo desde parado, ya que el sistema de transmisión tarda un segundo largo en reaccionar. En el resto de las situaciones de conducción la fusión caja y conductor es prácticamente ideal.
Pese a su entrega notable desde un régimen bajo y una buena gestión de las marchas, si queremos llevarlo muy alegre, tenemos que rodar por encima de las 3.000 rpm. Esto provoca, como no podía ser de otra manera, que el consumo de la prueba se haya disparado hasta los 8,8 litros. Cifra que, pese a ser elevada, casi clava la homologada de 8,4 l/100km. Mentiríamos si dijésemos que no hemos echado de menos una marcha más para desahogar el consumo sobre todo en los tramos de autovía donde podemos mover el consumo en torno a los 7 litros.
Comportamiento conocido
El rendimiento dinámico del CX-5 es de sobra conocido pero no está de más refrescar la memoria. Un coche de 4,55 metros de largo y 1,84 de ancho que se mueve por las carreteras secundarias como si de un compacto se tratase. Independientemente del confort para travesías largas, cosa que se da por supuesta, este SUV coge rotondas y curvas reviradas sin que la carrocería oscile como sucede en muchos de sus rivales.
El chasis está perfectamente equilibrado, la dirección es precisa y la amortiguación tiene el reglaje idóneo para acometer una zona revirada. Filtra a la perfección las irregularidades del terreno. Sus 19 centímetros de altura libre le dan libertad para poder pasar resaltos con mayor solvencia y, sobre todo, para poder realizar algún tramo campero con total seguridad. Eso, sumado a su tracción a las 4 ruedas, le redondean como un coche prácticamente perfecto. Seguro y muy divertido podrían ser dos de los adjetivos que más se ajustan al rendimiento dinámico del CX-5.
Acabados y precios
Para no faltar a las buenas costumbres, hemos optado por probar la versión más equipada de este modelo, la Signature. Con este nivel de acabado, el CX-5 cuenta con una buena ristra de asistencias a la conducción de serie como: Detección ángulo muerto, alerta tráfico cruzado trasero, detector fatiga, frenada de emergencia pre-colisión, sistema de aviso y prevención de cambio de carril o reconocimiento de peatones. También equipa Head-Up Display, Navegador y sensores de aparcamiento con cámara delantera y 360º. Además de elementos de confort como asientos ventilados y calefactados, volante calefactable, luces interiores LED de ambiente o climatización bizona.
Los únicos suplementos al precio base, 42.130€ (sin descuentos), han sido la pintura metalizada Machine Grey (670€) y el Techo Solar (500€). Por tanto la unidad probada, la más cara posible de la gama CX-5, cierra su precio sin descuentos aplicados, en 43.330€. Si buscamos este modelo pero desde su precio de partida, tendremos que desembolsar 29.000€ para la versión gasolina, tracción delantera y acabado Origin. La opción diésel, también de acceso y con el mismo acabado, parte desde casi 31.000€.
Tenemos pues, un modelo completísimo en todos los aspectos. Si nos decidiésemos por comprar este todocamino nipón tendríamos un coche familiar apto para viajar todos por carretera, capaz de hacer una ruta por el campo y perfecto para hacernos disfrutar por carreteras secundarias. Todo ello sin faltar a la cita con la tecnología, la habitabilidad y el confort propias de un SUV Premium… a precio de generalista.
Ficha Técnica Mazda CX-5 Signature 2.5 SkyActive-G 194 CV 4WD 6AT
Motor: Gasolina atmosférico, cuatro cilindros en línea
Cilindrada: 2.488 cm3
Potencia: 194 CV a 6.000 rpm
Par: 258 Nm a 4.000 rpm
Velocidad Máxima: 195 km/h
0-100 km/h: 9.2 seg
Consumo (urbano/extraurb./mixto): 11,2 / 7,2 / 8,4 l/100 km
Emisiones CO2: 192 gr/km
Dimensiones: 4.550 / 1.840 / 1.675 milímetros
Maletero: 477-1620 litros
Peso: 1.560 kg
Cambio: Automática, de seis velocidades y convertidor de par
Depósito: 58 litros
Precio: 42.130€
Precio unidad probada: 43.330€