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Prueba: Mazda CX-3 – Mejorando lo presente

Pequeños retoques que sirven para aumentar el atractivo, la calidad y sobre todo el confort de marcha, sin por ello reducir el excelente comportamiento.

Nosotros lo hemos probado con el nuevo motor de gasolina de acceso.
Pocos son los coches que pueden enorgullecerse de decir que en solo tres años se han colocado como la segunda opción preferida por los clientes de su marca. Un hecho que el nuevo Mazda CX-3  ha conseguido casi sin despeinarse. Circunstancia que adquiere más valor si cabe cuando se observa que el único que le supera es el mundialmente reconocido CX-5, todo un best-seller de la nipona.

Un triunfo que se vio representado por tres características: diseño, calidad y conducción. Importantísimos pilares para un vehículo del caché del Mazda CX-3 que surgió, como decimos, hace poco más de tres años y que tras la actualización sufrida a finales del 2018 no solo se han mantenido, sino que han evolucionado a un nivel increíble.

Entra por los ojos

Si el diseño exterior del vehículo se convierte en la primera variable para comprar un modelo, en Mazda no tiene  por qué preocuparse de ella. Sus diseñadores saben siempre cómo tocar la fibra de sus clientes mostrando una imagen espectacular, con líneas sugerentes, fluidas y atractivas, muy atractivas. Está claro que le filosofía KODO fue todo un acierto, esperando que la mantengan durante muchos años.

Centrándonos en este Mazda CX-3 se observa cómo se mantiene la silueta de su predecesor, retocando los puntos necesarios para hacerlo mucho más seductor. Los cambios los centra en la calandra, con inéditas lamas, los faros delanteros, Full LED, nuevos juegos de llantas de aleación o unos pilotos traseros, también de LED, con aspecto redondeado, que encajan perfectamente en el portón trasero. Igualmente, recibe ligeros detalles en negro y, claro está, el exclusivo color Soul Red que estrenó el CX-5 y que pese a ser el más caro de la paleta, es sin duda el más atractivo de todos.

Todo sutileza

De puertas para dentro, menos cambios. En el primer vistazo notamos un puesto de conducción más limpio como consecuencia de la introducción de un freno de mano eléctrico. Elemento que, además, ha permitido que el dial central que sirve para manejar el sistema multimedia se haya adelantado ligeramente y sea más sencillo de manejar.  

Ficha Técnica Mazda CX

Motor: Gasolina, cuatro cilindros en línea, atmosférico

Cilindrada: 1.998 cm3

Potencia: 121 CV a 6.000 rpm

Par: 206 Nm a 2.800 rpm

Velocidad Máxima: 192 km/h

0-100 km/h: 9 seg.

Consumo (urbano/extraurb./mixto): 7,5 / 5,4 / 6,2 l/100 km

Emisiones CO2: 141 gr/km

Dimensiones: 4.275 / 1.765/ 1.535 milímetros

Maletero: 350 litros

Peso: 1.262 kg.

Cambio: Manual, de seis velocidades

Depósito: 48 litros

Precio: 23.450  euros

Precio ud. probada: 26.700 euros

Por lo demás, también se percibe un aumento de calidad bastante representativo, sobre todo en lo que ajustes se refiere. Muchos de los remates que antes dejaban bastante que desear ahora están perfectamente soldados. La consola es sólida y la línea horizontal ya no cruje al tocarla con firmeza.

En el lado negativo, no nos convence que el Head-up Display siga proyectándose sobre una lámina de metacrilato, o que pantalla central de 7” solo sea táctil con determinadas funciones (como el Apple CarPlay) y en otras, como el navegador propio que integra, haya que manejarlas mediante el dial. Cabe destacar que muchos de los elementos de equipamiento citados únicamente pertenecen al acabado más alto de la gama, el Zenith.

En cuanto a la habitabilidad, tampoco hay cambios. Al derivar del Mazda2, el espacio interno es algo justito, sobre todo en su zona trasera, donde dos adultos de estatura media (entre 1,70 y 1,80 metros) casi rozarán con las rodillas en el asiento delantero (a no ser que el conductor sea menudo), mientras que el hueco para la cabeza sí resulta holgado. En caso de querer llevar a tres personas, si también es adulta, mejor que sea durante un trayecto corto, pues irá con más dificultades. Por c, el maletero cubica unos más que notables 350 litros, un volumen más propio de los compactos que de un SUV-B 4,27 metros.

Increíblemente deportivo

Ahora bien si hay algo que, desde su nacimiento, haya caracterizado al Mazda CX-3 es su excepcional dinámica de conducción. Una cualidad que es intrínseca a todos los Mazda que se comercializan, pues lo ingenieros japoneses han sabido dar con la tecla para que sus modelos, además de atractivos, sean divertidos de conducir.

No estamos hablando de una deportividad al estilo de los antiguos MPS, pero sí uno o dos puntos por encima de la media. En el caso del CX-3 no podía ser menos. La suspensión sigue sujetando a la perfección al conjunto, aunque tras esta renovación se ha suavizado para que sea más confortable por carretera.

Sin embargo, para paliar ese cambio (que a muchos les resultará perturbador), Mazda ha introducido otras modificaciones, como una dirección asistida eléctrica optimizada o el nuevo reglaje para el sistema G-Vectoring Control que controla a la perfección  el reparto de par y permite evitar cualquier tipo de suvbiraje, sobre todo sobre un asfalto en perfecto estado. Sobre uno más irregular, se perciben más movimientos laterales que antes, provocado por ese tarado más blando de sus amortiguadores. Pese a esto, resulta gratificante cómo va de bien este CX-3, superando por varios metros a cualquier rival de su segmento.

Una condición que también se sostiene por un nuevo motor de gasolina: el SKYACTIV-G de 121 CV. Un bloque de cuatro cilindros y 2.0 litros muy voluntarioso en las aceleraciones pronunciadas que empuja con solvencia los 1.262 kilos de CX-3, sobre todo cuando la aguja alcanza el rango de las 6.000 rpm. No obstante, mucho antes, desde poco más de 2.200 vueltas notamos cómo los 206 Nm de par hacen acto de presencia, para evitar que perdamos empuje.

Por tanto, pese a las cifras tan justas, este propulsor sirve de sobra para pasar un buen rato por una carretera secundaria, principalmente porque la transmisión manual de seis relaciones es típica de Mazda. Desarollos cortos al principio y un tacto ultra preciso a la hora de cambiar de marcha, invitan al conductor a estirar la aguja y, sobre todo, a ir jugueteando con la palanca en las primeras marchas.

Para quien prefiera un punto de más de calma, siempre podrá acoplar la transmisión manual del mismo número de relaciones, mientras que el que vaya a emplear al CX-3 como opción rutera, quizá sea preferible que opte por el motor diésel 1.8 SKYACTIV-D de 115 CV pues homologa un consumo de entre 4,4 y 5,2 l/100 km, casi 2,0 litros menos que el de nuestra unidad, el cual, en circulación diaria no bajó de 7 l/100 m (homologa 6,2).

En cuanto al comportamiento off road, lo omitimos para esta unidad porque para montar la tracción AWD es obligatorio subir un peldaño y adquirir el 2.0 SKYACTIV-G de 150 CV o pasarnos al diésel.

Por tanto…

En resumidas cuentas, si es de los que quiere optar por un SUV-B bello, con un habitáculo bastante mejorado, espacioso para la carga, con un motor resolutivo y un comportamiento perfectamente equilibrado entre confort y deportividad, no hay duda que una de las primeras opciones debería ser este CX-3 2.0 SKYACTIV-G de 121 CV asociado al cambio manual. Más aún cuando la gama arranca en los 21.345 €, aunque si prefiere asociarlo al acabado más alto, el Zenith White Cruise de nuestra unidad el desembolso a realizar será de 26.700 €.

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