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Prueba: Maserati Quattroporte Sport GT Auto – La interpretación de los sueños

Porque un motor Ferrari también sabe vestirse en un día elegante, lujoso y alejado del ruido. El Quattroporte Sport GT es una delicada obra de artesanía adherida milimétricamente al asfalto con cuatro gigantescos neumáticos. ¿Falta espacio? ¿Sobra motor?

¿Que hace falta para colmar tanta necesidad? Nada de lo que puedan imaginar concuerda con la realidad. Son sólo cuestiones de interpretación…   El Maserati Quattroporte Sport GT es la evidencia más clara de que cualquier cosa es posible en el mundo del automóvil. En el interior de su razón de ser es donde termina lo dudosamente necesario y empieza lo descomunalmente irreal. Es una bestia dormida, venerablemente necesitada de cariño y a la vez un torrente de energía canalizada velozmente entre las líneas del asfalto. Un acelerador de partículas perfectamente ordenadas en el que el desorden no es sino la más remota de las posibilidades. El más renegado de los italianos debería arrancarse un tridente del corazón. Genuflexión obligada y que todo siga en orden, como hasta ahora.

Sólo son ilusiones

(El Maserati Quattroporte mide 5,05 metros de largo y 1,89/1,43 de ancho y alto. El reparto de sus 2065 kilos se ha hecho de forma 49-51. El volumen de su maletero es de 450 litros y no lleva rueda de repuesto, sino un kit antipinchazos).

La descomunal diferencia entre voladizos que puede existir en más de cinco metros de longitud sólo puede ser trabajo de un moldeado aerodinámico artesanal como el aquí realizado. Pero, siendo sinceros, la diferencia es una mera ilusión óptica. El afilado tridente de la calandra que peina el asfalto convierte el frontal en un pico delicado y la zaga en un robusto pilar donde asentar sus más de dos mil kilos de peso. Todo a la vez y en un mismo cuerpo. ¿Es un desafío a la gravedad? ¿Una fina compensación de la balanza para soportar los retos del motor de ocho cilindros? Definitivamente no, sólo son ilusiones exteriores debidas a una realidad aplastante: una batalla de tres metros de longitud debe estar más que estudiada. La báscula solo retrocede un uno por ciento hacia atrás para dejar un toque de protagonismo y respeto a la tracción posterior. Cuarenta y nueve, cincuenta y uno. Ni más, ni menos. Es el mismo progreso de equilibrios que sufrió el Quattroporte al instalarle el cambio ZF.

Pero antes de nada, veamos cómo su puesta a punto mecánica se compensa de una forma sesuda con lo que hay de puertas hacia dentro. El poder ya no es sólo del piloto, eso es cosa del pasado. Vayan a la parte trasera y comprueben cómo los ajustes eléctricos de los respaldos y el espacio para las piernas invitarían a la más profunda abstracción a un jugador de baloncesto. ¿Exagerados?. Ni mucho menos, y si hemos dicho abstracción, corríjanlo por distracción: la climatización corre de su cuenta porque es independiente en cada uno de los asientos, el control del audio está tan cerca como la consola central posterior y los sistemas de entretenimiento son posibilidades de lujo para algún capricho opcional.

Ahora bien, el Quattroporte ha centrado sus energías en un viaje idílico, pero sin equipaje para más de dos. Detrás, sólo invitados ocasionales. Si quieres, las maletas perfectas para el tamaño del maletero también las pone Maserati (por más de 4.000 euros, eso sí).

Los pies en la arena

(El Quattroporte Sport GT está personalizado por un logo próximo al marco entre las dos puertas y por pinzas de freno de color rojo. Hay un salto importante que no ha de ser obviado en cuanto al tamaño de las ruedas: el Quattroporte maneja unas medidas 245/45 R18 que aquí pasan a ser 245/35 R20 en el delantero y 285/30 R20 en el tren trasero).

Tan delicada y a la vez suave es la relación entre la goma y el suelo que, por poder, hasta se puede sentir la rugosidad del asfalto en el cuero del volante. Es una sensación parecida a la de sumergir los pies en una playa de arena. Tan descalzo como protegido, el Sport GT elige el rumor frente al ruido, la caricia frente a la embestida y la suavidad ante el desboque. Pero ¿compensa la indefensión de un perfil treinta y cinco frente a todas estas virtudes? Desde luego que sí, salvo por una cosa: tan ocupado anda el Sport GT en llenar los pensamientos de los ocupantes que se olvidó de coger el neumático salvavidas. Mucho mimo, pues, y un punto menos por fragilidad, no por debilidad. Debilidad sería si Maserati no hubiera reparado en ello. ¿Por qué haríamos trabajar si no a un complejo sistema de detección de presión de los neumáticos y a una suspensión entregada a corregir las condiciones del asfalto? Todo está pensado, y lo único que hace falta es aceptar su verdadero valor.

¿Y cuanto vale un motor Ferrari vestido de seda? ¿Qué hay de diferente en él que le haga tan especial en esta carrocería? Sin ir más lejos, la diferencia radica en una especie de sedación a la que se han sometido sus entrañas. El régimen de giro de este motor es mucho más suave (ya no pasa de las 7.200 vueltas en marchas cortas), el ruido se ha camuflado gracias a una delirante insonorización acústica y el par motor es mucho más efectivo desde el principio. En cualquier caso, el causante de esta divina anestesia no es sino el cambio automático diseñado por ZF que ya estrenó el Quattroporte.  Por su culpa, el Sport GT es envidiablemente mejor.

Fuerza guardada bajo llave

(El Quattroporte Sport GT es capaz de alcanzar los 270 km/h, acelerando de cero a cien en 5,6 segundos. El consumo es prácticamente imposible que baje de los 15 litros).

¿Y cómo desvelar su funcionamiento? Es difícil buscar tantos matices y sacar un secreto que lo defina entre tanta ingeniería, pero hay  una cosa clara: hay mucho en su naturaleza que tiene relación directa con la brillante gestión del cambio automático. Unas levas tras el volante más largas que la palma de nuestra mano ejercen el control sobre la entrega de potencia y aceleración, tendiendo inevitablemente a infinito y sin un milimétrico corte que interrumpa la sensación de velocidad. Por dentro es todo más complejo pero a nuestras manos llega sólo lo más sencillo.

El Quattroporte Sport GT entrega al conductor la impagable sensación de pilotar un coche propio de los sueños cuya fuerza está guardada bajo llave. ¿Y esa fuerza no se puede sacar? Por supuesto que sí, pero será sólo una cuestión de interpretación.

Maserati Quattroporte Sport GT## Motor

Situación: delantera longitudinal

Configuración:              4244 cc  / 8 cilindros en V

Par máximo:                 451 Nm / 4500 rpm

Potencia máxima:          400 cv  / 7000 rpm

Transmisión:

Tracción: trasera

Caja de cambios: automática, 6 velocidades

El precio base del Maserati Quattroporte Sport GT es de 133.000 euros.

¿Preparado para lo siguiente?

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