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Prueba: Maserati Quattroporte – Todo es más fácil cuando es automático

Durante tres años, los conductores del Maserati Quattroporte han tenido que menear la manita derecha para cambiar de marcha. El único cambio de marchas disponible era el modelo DuoSelect secuencial, una solución de emergencia no más. Pero aquí tenemos al nuevo sistema automático ZF.

¿Cambio de marchas manual? ¿He oído obsoleto? Ah, siempre insatisfechos… "Otros fabricantes crean un modelo sedán, al que dotan de motores muy avanzados. Por el contrario, nosotros hemos construido un vehículo deportivo con cuatro puertas". Así habla Marc Lee, el nuevo gerente de Maserati. Y habla del Maserati Quattroporte, el único modelo de Maserati en el mercado -por el momento- tras finalizar la producción del Coupé y el GranSport Spyder.

Pues sí, un deportivo: el equipamiento del Quattroporte incluía hasta el momento sólo el cambio secuencial DuoSelect. Aunque éste integraba un modo automático, el funcionamiento del mismo era más preocupante que satisfactorio: permitía optar entre largas pausas entre cambios o cambios de marchas extremadamente rápidos y duros. Muchos conductores deseaban un sistema clásico de cambio de marchas automático.

Nuevo sistema automático

La obligada espera de la opulenta clientela no se debe tan sólo a Maserati sino sobre todo a su proveedor ZF. Esta empresa desarrolló un sistema automático de cambio de seis marchas exclusivo para el Quattroporte. Y esto, ciertamente, toma tiempo. Al fin y al cabo, el cambio de marchas debe funcionar correctamente con regímenes de giro por encima de las 7.000 revoluciones. Ninguna fruslería.

Dado que ha sido necesario modificar la consola central en el modelo Quattroporte automático a causa de la posición de la palanca de cambios, el departamento de marketing ha aprovechado esta circunstancia para hablar del "nuevo” Maserati Quattroporte. Inexorable proposición: el modelo automático de sedán ha experimentado ligeros cambios en el motor, la lubricación ha pasado de realizarse por cárter seco a cárter húmedo y se ha introducido un freno de mano electrónico. Estupendo. Pero sólo palabras. Palpemos.

Belleza intemporal

Bajo el sol de la mañana, el Maserati Quattroporte automático exhibe una plétora de fuerza y brillo, gallardo y extremadamente atractivo, mientras espera  su primera salida. Lo veo desde lo alto de las escaleras de entrada de mi mansión: como un Poseidón yaciente su línea principal avanza desde el perfil del maletero, los faros traseros, y me sugiere una levísima ola que desciende hasta sus melancólicos y apuestos faros delanteros. Esa mirada de hombre maduro que tanto envidio. La bellísima carrocería no ha sufrido cambios. Si lo miran a los ojos, no teman su sonrisa apoteósica: imaginen un tierno cachorro de león por el que su parienta, cuando joven, suspiraba ingenua y dejaba escapar aquello de “¡qué mono!”. No nena, no nos confundamos: el sutil tridente espera solamente el brazo magnífico que lo empuñe.

Al girar la llave de encendido (clásico, ¿qué hay de la tendencia actual al botón de encendido?) despabila el motor V8 de 4,2 litros y 400 CV. El motor situado detrás del eje delantero refunfuña aún algo somnoliento. El desperezo de un dios es tranquilo y firme. Cambio a D y piso el acelerador.

Cambio ágil

El Quattroporte se pone suavemente en movimiento, explorando el entorno con su morro afilado. Pierdo la referencia: no sé ya si soy un titán o un animal astuto y elegante; o el maduro de prestancia cuya mirada oculta el deseo de una generación decadente, que se encontró al fin con todos los dioses muertos, todas las guerras ya luchadas y la fe toda del hombre vapuleada. Durante el primer intento para alcanzar la luz todavía ámbar del semáforo, el tridente bufa con temperamento italiano. El sistema automático cambia ágilmente a las marchas más cortas haciendo que el motor suene más alto. Y esto lo hace más atractivo aún.

El murmullo profundo se convierte en un fuerte rugido; el modo deportivo –opcional- no sólo estiliza su aspecto sino que amplifica el sonido en algunos decibelios. Además, el punto de cambio de marcha se sitúa por encima de las 4.000 revoluciones. Parece que se agitaran los mares. ¿Ven la espuma?

Una aceleración potente

En carreteras con muchas curvas, el sistema automático despliega todo su potencial. Los cortos tiempos de cambio seguro a la marcha correcta son una gran satisfacción –uno de esos primeros acercamientos a la amante, perfecto sincopado. Es, también, perfectamente evidente –y reconfortante- que el par de 460 Nm proporciona una aceleración suficiente.

En comparación con el DuoSelect, el reparto de peso ha mejorado de 48 - 53 a 49 - 51, sin duda positivo para las cualidades de marcha. El Quattroporte negocia las curvas como si circulara sobre vías, sin embargo, su gran peso supone un inconveniente cuando se realiza un cambio rápido de dirección. ¿El peso de la divinidad?

La caja de cambios automática está destinada a reducir en un nueve por ciento el elevado consumo de este vehículo italiano. Conforme a las indicaciones de la ficha técnica, el Quattroporte consume menos de 15 litros a los 100 kilómetros. En realidad, durante una conducción rápida, el ordenador de a bordo mostró un calculo aproximado de 23 litros. Naturalmente es posible una conducción con un mayor grado de ahorro, obstante detrimento de la diversión mediante.

En resumen

Hasta el momento, Maserati no había podido contentar a todos aquellos que no desean un cambio manual (de marchas). La función automática de DuoSelect era sólo una solución de emergencia. Por el contrario, el nuevo sistema de cambio de marchas automático convence y se adapta a la perfección al carácter deportivo del Quattroporte. Además, si se desea, este sistema automático ofrece también la posibilidad de conmutar al cambio de marchas manual.

Divino. Volveré a mi mansión a saborear Dry Martini y a arrobarme en los destellos del atardecer contra el cristal de mi copa (¡terrible y aburrida existencia!) –si Maserati no me tienta antes.

¿Preparado para lo siguiente?

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