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Prueba: Land Rover Freelander 2 TD4 2.2 – Evolución final

Basada en una plataforma de Volvo –que por aquel entonces era propiedad de Ford, al igual que Land Rover–, la segunda generación del Freelander vio la luz hace ya siete años y se espera que sea reemplazada por un nuevo modelo a finales de este año o a lo largo de 2014.

Pero, antes de que esto suceda, Land Rover lanzó una última evolución de este soberbio todocamino a finales del pasado año con el fin de mantenerlo lo más actualizado posible. Aparte de un nuevo motor de gasolina (2.0 sobrealimentado de 240 CV en lugar del anterior 3.2 atmosférico), destinado a otros mercados, el Freelander "Model Year 2013" introduce cambios exteriores e interiores. Antes de ponernos a los mandos, podemos contemplar los nuevos grupos ópticos, así como taloneras y parachoques rediseñados. También hay tres nuevos colores para la carrocería y llantas de aluminio de 17 pulgadas de nuevo diseño, que suponen la desaparición de las ruedas "básicas" con llantas de 16 pulgadas. Afortunadamente, la rueda de repuesto convencional, bajo el piso del maletero, se mantiene como equipamiento estándar. En nuestro caso, se trataba de Goodyear Wrangler HP en medida 235/65-17 104V, unas buenas ruedas para asfalto en una medida interesante, que permite disponer de un razonable perfil de más de 15 centímetros, si bien, de este mismo fabricante, preferimos las Vector 4Seasons, válidas sobre nieve, reforzadas y razonablemente buenas en pistas sencillas.

Cambios interiores

En cuanto accedemos al interior, comprobamos que hay una nueva consola central y que el conmutador circular del Terrain Response ha dejado paso a dos discretos pulsadores que realizan la misma función. Siete años después, el control de tracción de este Land Rover sigue mostrando una eficacia superior a la de sus rivales, si bien la excelente articulación de las suspensiones del Freelander tiene mucho que ver a la hora de permitir al británico superar pequeñas trialeras que vehículos como un Nissan Qashqai no pueden afrontar.

Dinámicamente, la única pega que puede ponerse al Freelander es cierta sensación de pesadez, provocada por la escasa respuesta de los motores TD4/SD4 Euro 5 al ralentí –los Euro 4 eran netamente más brillantes en este capítulo– y la también justa asistencia de la dirección. Por confort de marcha, es toda una referencia.

Banco de potencia: 2.2 TD4 150 CV euro 5

Potencia máx.: 167,83 CV a 2.980 rpm

Par máximo: 449,41 Nm a 2.170 rpm

Este motor desarrollado conjuntamente por Ford y PSAno ha digerido bien la norma Euro 5 y ha perdido su vivacidad en las inmediaciones del ralentí, lo que repercute negativamente en su uso todoterreno, en especial en las versiones manuales. Su medio régimen resulta brillante, pero se acaba prematuramente.

Conclusión

Estamos ante el mejor todocamino compacto del mercado. Con cambio automático y unas ruedas AT, puede hacer casi lo mismo que muchos todoterrenos. Si quieres hacerte con un Freelander 2 y no tienes prisa, espérate. Probablemente después del verano comience a haber interesantes ofertas.

¿Preparado para lo siguiente?

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