Hablar de KIA es, indudablemente, hacerlo del Sportage. El todocamino compacto es el modelo más vendido de la marca en toda la historia como bien atestiguan las 2,5 millones de unidades puestas en circulación en estos casi 30 años de vida. Un auténtico referente que hoy alcanza su quinta generación en aras de seguir aumentando sus cifras. Y lo hace con una entrega desarrollada específicamente para el mercado europeo (en Corea y Estados Unidos existe otra, incluso con una carrocería más larga) que, además, incrementa considerablemente su carga electrificada gracias a la venta de versiones híbridas ligeras (tanto en diésel como en gasolina), híbridas enchufables y la híbrida autoerrecargable que nosotros hemos probado en profundidad.
Rompe moldes
Como ya te dijimos en su presentación, el nuevo Sportage se sostiene sobre la nueva plataforma multienergía del Grupo, la N3 que también da vida al Hyundai Tucson. Mide 4,51 metros de largo por 1,86 de ancho y 1,64 de alto siendo además el segundo modelo que propone la filosofía de diseño Opposites United estrenada en el EV6 con un conjunto, cuanto menos, llamativo del que destacamos varios aspectos.
Los faros con unas ópticas principales Full LED de formas romboidales secundadas por las diurnas en forma de boomerang. La calandra aumenta su tamaño y reduce a la mínima expresión la parrilla Tiger Nose. También destacan los paragolpes específicos para las versiones GT Line así como las llantas de 18 pulgada montadas sobre la versión híbrida. La zaga hereda el diseño visto en el EV6 con un portón ancho y una luneta inclinada en la que no se ve el limpiaparabrisas porque se oculta bajo el alerón. En cuanto a las luces, pierden la tira catadrióptica de su predecesor y ni siquiera están unidas mediante una tira de LED.
Pero si hay un elemento que se sale de la norma es el pilar C, o al menos, su contorno porque los diseñadores de KIA en post de intentar ofrecer una vista de estilo coupé han partido dicha zona con dos molduras cromadas que aportan un aspecto algo confuso. El conjunto se completa con las barras de techo, los pasos de rueda protegidos con una tira de plástico en negro brillante y con una altura libre al suelo de 18 cm.
Mucho que ver
En el interior el Sportage hace gala de una mayor calidad y de una fuerte digitalización, similar a la vista en el EV6. El protagonismo se lo lleva la nueva pantalla curva que aglutina dos monitores de 12,3 pulgadas, uno para el cuadro de instrumentos y otro para la pantalla central. El primero ofrece varios modos de visualización mientras que el segundo permite manejar con fluidez todas las funciones del vehículo así como comprobar la información relativa al sistema híbrido. Propone infinidad de soluciones conectadas mediante el sistema KIA Connect así como sincronización móvil con Apple CarPlay y Android Auto aunque a través de cable.
Un punto a mejorar no cabe duda, que palia con soluciones tan vistosas como la tira multifunción mediante la que tocando un único comando cambiamos la interfaz de la tira de botones pasando del climatizador a los accesos rápidos. Otro punto a mejorar, el abuso del negro piano en muchas zonas del salpicadero, un material que acaba por ensuciarse con facilidad.
En lo que a espacio se refiere, la coreana mantiene una de sus máximas: el confort de sus ocupantes. Y es que los 2,68 metros de batalla se traducen en un interior amplio y cómodo. Según la marca, la zona trasera ofrece casi un metro tanto en el hueco para las rodillas como para la cabeza. Los respaldos pueden colocarse en varias posiciones pero no ofrecen desplazamiento longitudinal. El confort está garantizado gracias a las salidas de aire y las tomas USB mientras que los asientos integran un práctico perchero en los reposacabezas.
Por su parte, el maletero cubica 591 que en el caso de las versiones híbridas mengua hasta los 587 convirtiéndole no obstante en uno de los más capaces de su categoría. Bajo el piso ofrece un práctico fondo para guardar las herramientas u objetos de mayor valor. Además, en la versión GT Line se oferta el portón eléctrico con función manos libres, de serie.
La opción más racional
Dentro de la extensa gama de versiones electrificadas que propone esta quinta generación del Sportage en el que la microhibridación se convierte en el acceso y la híbrida enchufable en la más representativa, nosotros hemos optado por la que entendemos es la más equilibrada para conseguir consumos razonables: la híbrida o HEV.
Esta versión combina el bloque 1.6 T-GDI de 180 CV con otro eléctrico de 60 CV, todo ello gestionado a través de una caja automática de doble embrague y seis relaciones que envía la fuerza a las ruedas delanteras aunque también existe la posibilidad de equipar la tracción total. Sea como fuere, esta versión híbrida ha hecho gala de un consumo de combustible bastante ajustado, cercano a los 6,5 l/100 km en ciclo mixto. Un buen dato si tenemos en cuenta que conjuntamente el Sportagen HEV entrega 230 CV.
Pese a dicho rendimiento, no es un modelo pensado para correr sino para ajustar el consumo. El entramado eléctrico se acciona de manera automática y siempre está activo para descongestionar al de gasolina reduciendo su esfuerzo y consumo. Como la mayoría de híbridos, es especialmente útil en ciclo urbano, donde el motor eléctrico se convertirá casi en protagonista absoluto, viendo como el gasto se rebaja incluso por debajo de los 6 l/100 km.
No obstante, a el entramado eléctrico es incluso capaz de moverse a velocidades altas sin activar el 1.6 T-GDI. Siendo cuidadosos, en las arrancadas y durante varios metros podremos hace uso exclusivamente del bloque eléctrico, al menos hasta que la batería de 1,5 kWh se agote. La entrada del motor de gasolina es notoria que no desagradable. Cuando esto ocurre, funciona de manera contundente y mueve con soltura el conjunto. La puesta a punto del chasis es infinitamente mejor que la de su predecesor y eso no solo se nota en el confort de la suspensión sino también en el guiado de la dirección, precisa y comunicativa.
El selector de modos de conducción propone dos programas, Eco y Sport, en el caso del 2WD mientras que los Sportage 4WD suman el Drive Terrain con el que podemos mejorar la motricidad del vehículo tanto en escenarios con nieve (Snow), barro (Mud) o arena (Sand). Además, estos 4WD hacen gala de un mayor confort de rodadura gracias a que montan de serie la suspensión controlada electrónicamente, sin embargo, los Sportage 2WD hacen gala de una elevadísima calidad de rodadura.
En definitiva
No vamos a entrar ya en la perfecta evolución sufrida por esta quinta generación del Sportage sino en lo que aporta esta versión híbrida a nuestros intereses. Cierto es que resulta ligeramente más cara que un Mild-Hybrid de gasolina o diésel (en torno a los 4.000 euros) con el mismo sello ECO de la DGT. Frente al PHEV es 3.000 euros más económica si añadimos el descuento del Plan MOVES III a este último pero es que en lo que a consumo se refiere y quitando quizá las versiones diésel microhibridas, pocos Sportage van a gastar tan poco como el híbrido.
Hay que ser dócil con el acelerador, es cierto, y ser conscientes de que cuanto más enérgicos seamos con dicho pedal más subirá el gasto. Echamos un programa de conducción intermedio pero en lo que a chasis se refiere, este Sportage ha avanzado varios escalones. La pega quizá sea de inicio el precio ya que los 33.800 euros de los que parte con el acabado Drive y los 41.726 € de nuestro GT Line, ambos con descuentos, quizá sean demasiados para afrontar. Sea como fuere, has de tener en cuenta que un Tucson con la misma tecnología te cuesta unos 1.000 euros más.