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Prueba: Jaguar XF 2.2 Diésel – Nada que envidiar

Jaguar ha tardado mucho tiempo en superar sus viejos temores y equipar al XF con un motor diésel de cuatro cilindros, algo que se considera prácticamente una obligación en la clase media superior de hoy en día.

Una vez comprobada su exquisita mecánica, surge la duda de por qué los británicos se han tomado tanto tiempo. Con tan solo pulsar un botón y con un suave zumbido despierta el cuatro cilindros de 2,2 litros que, mientras aún está frío, deja escapar el ruido que produce su proceso de combustión, aunque nunca de forma molesta. No obstante, una vez que se ha acostumbrado al trabajo tras una breve fase de calentamiento, desde debajo un capó bien perfilado tan solo se escucha un leve ronroneo que penetra de forma más que amortiguada a través del parabrisas.

Siempre con cambio automático

Sin embargo, el fabricante Jaguar no ha concebido este propulsor solo, sino que el cuatro cilindros es fruto de la colaboración con Ford y PSA y también tiene cabida, entre otros, en el Ford Mondeo y en el Peugeot 508. A diferencia de sus competidores, y de forma contraria a lo que suele ser habitual en su segmento, en el Jaguar XF este motor va siempre asociado a un cambio automático de ocho velocidades de la casa ZF que se encarga de gestionar a la perfección sus 450 Nm de par motor.

Acompañado de una potencia máxima de 190 CV, este cambio automático bien reglado y de funcionamiento casi perfecto traslada esta fuerza al eje trasero. A la hora de arrancar el Jaguar se muestra un poco remolón y el conductor ha de esperar hasta las 2.000 vueltas para poder disfrutar de su par motor completo. Sin embargo, por lo general su cambio ejemplar es capaz de encubrir el pequeño efecto turbo sin problemas, y una vez superado, su motor brilla con un desarrollo de potencia armónico y absolutamente imponente.  

Un proceso de parada y arranque fluido

El XF 2.2 D firma una aceleración de 0 a 100 km/h en 8,5 segundos con una velocidad máxima de 225 km/h. Sin embargo, aproximadamente a los 200 km/h el XF se queda sin aliento y a partir de ese momento la aceleración se desarrolla de forma mucho más lenta. En cambio, incluso a máxima velocidad su asentamiento en carretera es excelente, lo que le permite rodar de forma sólida y segura con una distancia entre ejes de 2.909 milímetros.

Si bien el cuatro cilindros no presenta un funcionamiento tan suave como su sublime hermano de seis cilindros, está claro que no se puede le puede atribuir un trabajo ni mucho menos mediocre. Su sistema automático de parada y arranque, que detiene el motor al llegar a un semáforo y lo vuelve a encender de forma casi imperceptible al levantar el pie del freno, también funciona de forma suave, algo que no pueden decir todos los diésel.

Sin recuperación

Sin embargo, los potentes frenos escondidos detrás de unas llantas de aleación ligera de al menos 17 pulgadas no transforman toda la energía de desaceleración en calor. Por desgracia, la recuperación para la obtención de energía –tal y como la utilizan muchos de sus competidores y que casi se está convirtiendo en un estándar– todavía no se encuentra entre las virtudes de este británico.

Pese a todo, esta berlina de 4,96 metros de longitud es capaz de registrar un consumo ejemplar. Su consumo en ciclo EU es de tan solo 5,4 litros de combustible diésel, por lo que en circunstancias ideales su depósito de 69,5 litros de capacidad permite recorrer casi 1.290 kilómetros. Este consumo homologado genera unas emisiones de CO2 de 149 g/km, lo que permite al XF ser un posible vehículo de empresa –ya que en la mayoría de los casos las emisiones de este tipo de automóviles están limitadas a 150 gramos. Sin embargo, durante nuestras pruebas de conducción el consumo real reflejado por el ordenador de a bordo fue de 9,5 litros.

Para niños grandes

Además de su propulsor extraordinariamente complaciente –aunque no tan eficiente como cabría esperar– el Jaguar XF guarda algún que otro as en la manga. Todos los asientos vienen revestidos de piel de serie y ofrecen abundante espacio y un excelente confort. Además, los casi 540 litros de capacidad de su maletero resultan más que suficientes en cualquier circunstancia. Su equipamiento interior elegante y con buenos acabados incluye una pantalla táctil situada en la consola central, un mando giratorio para el cambio automático que se despliega una vez que el motor está en marcha, orificios de ventilación que se abren y cierran e incluso luces de lectura que se encienden y apagan sin necesidad de tocarlas y que harán las delicias de cualquier conductor amante de la tecnología.

Y los que no se sientan impresionados por todo esto podrán disfrutar del confort de marcha del Jaguar. Si bien presenta una regulación suficientemente dura a fin de desempeñar un buen papel incluso en carreteras sinuosas, este tracción trasera se mantiene durante largo tiempo fiel al rumbo fijado por una dirección precisa y directa antes de que el ESP entre en escena y corrija cualquier desviación poco aconsejable. Sin embargo, la suspensión del XF es sumamente suave y absorbe cualquier irregularidad del piso. Tan solo al pasar sobre juntas transversales especialmente molestas su chasis bien equilibrado llega a su límite y hace partícipes a sus ocupantes del estado de la calzada.

Buen precio

A esto cabe añadir un amplio equipamiento de serie que incluye, entre otras cosas, un cambio automático ejemplar, luces de xenón con luz diurna tipo LED y luz de curva, climatizador, programador de velocidad, sensor de lluvia, radio CD y, por supuesto, ese plus de exclusividad británico. Esto, a su vez, adquiere mucho valor si tenemos en cuenta el nada desdeñable precio de sus competidores alemanes. Por poner algunos ejemplos diremos que el Mercedes E 220 CDI o el BMW 520d con cambio automático no están disponibles por menos de 44.000 euros, mientras que el XF arranca en 39.900 euros gracias a un importantísimo descuento de marca. Sólo el Audi A6 2.0 TDI Multitronic podría hacerle algo de sombra con un precio de partida de 41.600 euros.

Para los que este equipamiento de serie no sea suficiente también pueden echar mano de la extensa oferta de extras. Allí encontrará, entre otras muchas cosas, una opción para abatir el banco trasero dividido, un chasis adaptativo, asientos regulables hasta en 18 posiciones o una luz de carretera inteligente. Lo único que queda por debajo de la media es la selección de sistemas de ayuda a la conducción, ya que Jaguar ofrece tan solo un sistema de advertencia de ángulos muertos y, en combinación con el programador de velocidad, un sistema de prevención de colisiones con función de frenada de emergencia. En cambio, no dispone de un sistema de advertencia de cambio del carril, de un sistema de alerta por cansancio o de un sistema de reconocimiento de señales de tráfico.

Conclusión

Hay que reconocer que el diésel de seis cilindros del XF es prácticamente imbatible en suavidad de marcha y refinamiento y, sin embargo, su hermano pequeño de tan solo cuatro cilindros no tiene nada que envidiar. Salvo por un pequeño efecto turbo y un funcionamiento algo más ruidoso, el cuatro cilindros muestra un comportamiento ejemplar.

Además, con 190 CV y un par motor de 450 Nm resulta suficientemente potente en casi cualquier situación, aunque el consumo real que registramos durante nuestra toma de contacto se aleja bastante la cifra oficial. El hecho de que sea actualmente algo más asequible que sus competidores se suma a su amplio equipamiento de serie, su elegante presencia y su elevado nivel de confort. Y, al fin y al cabo, también hay que tener en cuenta que el XF 2.2D es la manera más económica de conducir un Jaguar.

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