Los utilitarios deportivos o mini GTI no pasan por su mejor momento. De hecho, es el peor periodo de su historia en lo que a número de integrantes se refiere. Hace años el conductor tenía a su disposición los Peugeot 208 GTI, Seat Ibiza Cupra, Renault Clio RS, DS3 Performance, Opel Corsa OPC… Pero hoy, la cuenta se ha reducido a tres modelos: el Volkswagen Polo GTI, el Ford Fiesta ST y el Hyundai i20 N que protagoniza esta prueba.
Sí quizá muchos penséis en los MINI GP o John Cooper Works e incluso en el Toyota GR Yaris pero sus potencias ya están próximas a los 300 CV y eso es mucho decir. Por eso, el i20N no solo es un superviviente sino que reúne todo para ser la gran referencia de esta cada vez más mermada categoría ¿Quieres saber por qué?
Estilo macarra
Del i20 ya te hemos traído una prueba en profundidad por lo que vamos a centrarnos en los cambios estéticos que propone esta versión. Antes de catalogarlo de alguna manera, tienes que tener en cuenta que ha sido parido por el departamento del mundial de Rallies de la marca y que además su puesta a punto se ha desarrollado en el circuito de Nürburgring.
En su diseño, un tanto llamativo por no decir macarra, destacan la gigantesca calandra para refrigerar el motor, los paragolpes sobredimensionados, el splitter inferior o la nervadura centran en el capó. Mientras echas un ojo a las tiras en rojo y negro y te quedas embelesado viendo el color Azul Performance de la unidad (un extra que cuesta 480 euros) en el lateral te llamarán la atención las llantas de 18 pulgadas exclusivas, las pinzas de freno en rojo, las molduras en negro y los faldones más grandes.
Y mientras vamos a su zona trasera te voy diciendo que la carrocería está 10 mm más cerca del suelo para mejorar el agarre. En la parte trasera el protagonista es el alerón trasero que no tiene únicamente una función estética sino que aporta carga aerodinámica, paragolpes rediseñados y un enorme difusor trasero con una salida de escape ovalada que emite un sonido celestial.
Pantallas exclusivas
En el interior mantiene la esencia del modelo original con un puesto de conducción espartano, con abundancia de plásticos duros pero bien ensamblados. También hereda la pantalla central táctil con muchos menús entre los que están los específicos del modo N para configurarlo a nuestro gusto y tener el mejor reglaje para entrar, si queremos, en circuito.
De ahí damos el salto al cuadro digital que también cuenta con una visualización exclusiva en función del programa escogido y hablando de programas, si ves los botones N que hay en el volante, son para los modos Custom 1 y 2 que nos permiten definir los parámetros a nuestro gusto. También está incrustado este comando rojo que es el del REV MATCH para igualar las revoluciones mientras que la guinda la ponen estos asientos de tipo bacquet con los asientos integrados. Como en habitabilidad trasera y maletero no cambia creo que lo más conveniente es que nos dejemos de gaitas y vayamos a lo que realmente es importante: ¡saber cómo va!
Sobre raíles
En marcha, lo primero que te enamorará será, como te hemos dicho antes, el sonido. El escape deportivo que monta puede ser más radical aún si seleccionamos cualquiera de los modos Custom que os he comentado. Porque sí, yo puedo personalizar al gusto mi configuración dinámica y mecánica, al estilo de los Audi RS o BMW M.
La puesta a punto del chasis es encomiable. Cierto es que le noto demasiado radical para el día a día porque resulta duro de suspensión y de asientos, pero es perfecto para tener una jornada de curvas de lo más entretenida. Se nota que su puesta a punto se ha llevado a cabo en Nürburgring.
Tiene una dirección de lo más directa, precisa, perfecta. Los frenos en combinación con los neumáticos le detienen a la mínima pero sobre todo destaco su agilidad. No solo porque únicamente pese 1.165 kilos sino porque es increíble la capacidad de tracción que tiene a la salida de la curva, generando muchísima confianza.
En cuanto al motor, opto por un cuatro cilindros de 1.6 litros Turbo que entrega 204 CV y 304 Nm de par. Lo impresionante de este motor es que es infatigable. Entrega toda su fuerza a partir de las 1.700 rpm y no deja de empujar hasta casi llegar a las 6.000 rpm. Acelera de 0 a 100 km/h en 6,2 segundos y alcanza los 230 km/h, vamos lo más parecido a un mini cohete.
Para finalizar, deciros que yo también tengo un selector de modos de conducción con los programas Eco, Normal y Sport a los que se suman los dos modos Custom ya comentados y este botoncito en rojo que activa la función “Rev Match” que vendría a ser un punta-tacón automático igualando la velocidad de giro del motor con la de la transmisión al reducir marchas evitando que se agite súbitamente si soltamos de manera prematura el embrague.
Larga vida a los mini GTI
Como bien reza el dicho popular “al mal tiempo, buena cara”. No queda otra ante la desaparición de ilustres modelos del segmento de los mini GTI. Al menos la llama sigue viva gracias a esos tres supervivientes en los que, sin duda, sobresale este i20 N.
Por diseño, es de los más llamativos sin duda, por calidad interior pese a estar bien ensamblado quizá se quede a rebufo de su rivales aunque los asientos deportivos son una delicia y por comportamiento, qué más añadir. Motor, chasis, dirección, sonoridad… todo está envuelto todo trabaja casi de la misma manera que un coche de competición. Quizá ese es el punto flaco también que para el día a día resulta demasiado radical… pero hay que tener en cuenta que con este i20 N te llevas casi un pedacito de un WRC y eso es mucho decir.
Para finalizar, es que además es un coche considerablemente asequible porque teniendo en cuenta lo que está subiendo el segmento B, pagar 30.540 euros de PVP por este coche y con un equipamiento tan extenso como el que lleva en el que solo la pintura es opcional, es de alabar. Tarifa que se queda en 26.640 e con los descuentos.