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Prueba: Honda CBR 250 R – Deportividad plausible

La Honda CBR 250 R pertenece a una categoría que actualmente no tiene un gran protagonismo en nuestro mercado, eso es innegable.

Del mismo modo, nadie sabe con certeza si volverá a haber el mismo movimiento en una cilindrada dejada de lado si hablamos de deportivas, lo que no resulta fácil de asimilar tras comprobar las bondades de una moto como esta Honda, probablemente una de las mejoras maneras de iniciarse en la deportividad sin sacrificar el confort, las prestaciones y el fácil manejo. No es de extrañar, pues, que motos de este tipo recuperen más adelante el protagonismo que se merecen… La CBR 250 R es un buen ejemplo de cuán diferentes son ahora las cosas respecto a las deportivas de antes de su misma cilindrada; claro está que su motor no es de dos tiempos y que sus prestaciones están lejos de algunas dos y medio de antaño, pero es igual de cierto que no renuncia a nada. Concretamente en este caso, Honda ha primado la sencillez mecánica, la ligereza del conjunto así como la maniobrabilidad, la versatilidad y la naturalidad a sus mandos, cualidades que el conductor sabrá apreciar de inmediato. Asimismo, que sea una moto fácil de mantener y sumamente agradable de conducir no impide que también sea divertida porque sus prestaciones cumplen muy dignamente en todas las circunstancias.

Sea como sea, con un precio de 4.499 € para la versión con sistema de frenada combinada C-ABS (3.999 € para la versión estándar) tiene como principal y casi única enemiga la Kawasaki Ninja 250 R, que se cotiza a 4.399 €, aunque no debemos olvidarnos de la Hyosung GT 250 Ri, que sale por un precio de 3.659 €. Los colores disponibles para esta CBR 250 R son el negro metalizado y el azul perlado tricolor.

Inspiración supersport

Si algo hemos podido comprobar a lo largo de la prueba es que la CBR 250 R aparenta ser una moto más grande de lo que en realidad es. Sirva como ejemplo que en la carretera consiguió atraer la atención de muchos compañeros motoristas que nos cruzamos por el camino, los mismos que muy probablemente esperaban echarle un ojo a un mítico modelo rescatado recientemente por Honda, la CBR 600 F. Desde siempre hasta los años previos a ser descatalogada, este modelo se diferenciaba de la versión más deportiva (que la acabaría sustituyendo) precisamente por su versatilidad y facilidad de manejo, cualidades que, junto a un diseño muy similar, son del todo compartidas con nuestra pequeña protagonista.

De hecho, la CBR 250 R bien podría haberse llamado CBR 250 F porque la naturalidad a sus mandos no es muy habitual en motos deportivas: la posición elevada de los semimanillares, la correcta protección del carenado integral, el amplio radio de giro, la baja altura del asiento y la posición de los estribos hace que nos sintamos realmente a gusto, con espacio suficiente para que incluso los usuarios de talla grande puedan conducirla de un modo natural y relajado. Incluso a dúo se defiende bien gracias a unas asas bien situadas y un asiento ancho y mullido para el acompañante que también esconde un hueco muy útil para almacenar la documentación, las herramientas, el chubasquero, etc.

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Pero sus similitudes con las deportivas de mayor cilindrada no se limitan a las formas de su carenado integral y demás plásticos, sino también a su esqueleto y equipamiento. No por casualidad monta un chasis de doble viga tipo diamante como el de sus hermanas mayores, aunque de acero y no de aluminio. También sus suspensiones podrían ser las de una moto de mayor cilindrada, especialmente el amortiguador trasero con bieletas que ofrece un buen aplomo en el tren trasero incluso sobre firmes en mal estado ya que absorbe sin vacilaciones todas las irregularidades, y eso, al final, lo que nos aporta es feeling en su conducción. Más convencionales son las horquillas telescópicas delanteras de 37 mm de diámetro, que aportan por igual estabilidad y agilidad en los giros. Las ruedas de 110 delante y 140 detrás en llantas de 17 son una elección perfecta en esta misma dirección: giran y amortiguan bien y ofrecen una gran estabilidad, no se le puede pedir más.

Por otro lado Honda también le ha prestado mucha atención a la seguridad en la frenada, lo que no debe sorprendernos porque es lo habitual en todos sus modelos: la CBR 250 R, con un peso de tan solo 165 kg en orden de marcha en esta versión C-ABS, tiene más que suficiente para detenerse con seguridad con el disco delantero de 296 mm y el trasero de 220 mm, ambos de potencia y tacto correctos. Además, en este caso se sirve de unos sensores para monitorizar la velocidad de las ruedas, así que tan pronto hay una diferencia importante entre ambas el sistema actúa y reparte la fuerza de la frenada entre los dos discos aunque sólo presionemos la maneta del freno delantero.

¿Por qué un cilindro?

A priori no deja de ser chocante que la 250 deportiva de Honda tenga un solo cilindro mientras que algunas otras, como la propia VTR 250 o incluso su competidora más directa, la Kawasaki Ninja 250 R, monten mecánicas de dos cilindros con potencias ligeramente superiores. Honda lo tiene claro en este sentido: esta configuración es más ligera y compacta, bebe menos y su mantenimiento es más sencillo. Ofrece, además, una curva de par más utilizable y una mayor manejabilidad debido a su pequeño tamaño, que permite un reparto de pesos óptimo.

Más en detalle hablamos de un cilindro con cuatro válvulas y doble árbol de levas en cabeza, capaz de rendir 26 caballos de potencia y un par de 23,8 Nm, números útiles y razonables, pero también muy divertidos, en un uso urbano; sus prestaciones además son más que suficientes en autopista (estira más allá de los 140 km/h) y fácilmente exprimibles en carreteras secundarias (en segunda velocidad roza los 80 km/h). A nivel de tacto es igualmente una delicia; suave y fácil de conducir, recupera rápidamente desde muy abajo.

Finalmente, por lo que hemos podido comprobar, los consumos reales son sorprendentemente contenidos, a buen seguro muy cercanos a los oficiales que nos da la marca puesto que afirma una autonomía de hasta 350 km con el depósito lleno (de 13 litros) o, en otras palabras, unos 27 kilómetros por cada litro de combustible. En cualquier caso cifras más comunes de una 125 que de una 250, y más si las comparamos directamente con los consumos de un scooter, que son siempre superiores a los de una moto con transmisión manual de prestaciones similares.

En resumen

La CBR 250 R es, ante todo, una moto deportiva que aun siendo realmente versátil, cómoda y de fácil manejo y mantenimiento asegura altas cotas de diversión y rendimiento en carretera, y con la tranquilidad de poder exprimir su motor sin temor a ser cazados por un radar. Toda una máquina muy oportuna para conductores noveles con carné A2, aunque no menos oportuna para cualquiera que eche en falta sacarle todo el jugo a una deportiva también fuera del circuito y no jugarse los puntos del carné en el intento o bien una moto válida para un uso diario, con consumos contenidos, pero capaz de darnos grandes satisfacciones en ciudad y carretera sin renunciar, tampoco, a desplazamientos más largos por autopista para poder sacar provecho de su elevada autonomía.

¿Preparado para lo siguiente?

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