Hace poco os trajimos una de esas comparativas que siempre gustan en la que enfrentamos de los compactos GTI más emocionantes del momento: Renault Mégane R.S. Trophy vs Volkswagen Golf GTI TCR; en la que comentamos el buen momento que pasa dicha categoría gracias a la insistencia de los fabricantes por mantenerla viva.
En este ámbito, una de las marcas que ya se ha convertido en ‘tradicional’ es Ford. La firma del óvalo, a través de su departamento Ford Performance, mantiene viva la llama de la emoción proponiéndonos modelos de corte deportivo tales como el Fiesta ST 200, el Mustang o, claro está, el Focus; modelo que no solo ofrece una sino dos alternativas de alto rendimiento: ST y RS.
De momento, estas líneas van enfocadas al primero de ellos a la espera (ansiosa no os vamos a engañar) de que aterrice durante este ejercicio el excitante RS, dotado de tracción total y de un motor del que se rumorea sobrepase los 400 CV.
Elegimos la gasolina
Ford nos propone una doble elección para el Focus ST aunque algo diferente a la que ofrecían algunos de sus competidores tiempo atrás. Y es que la versión deportiva del compacto americano no solo puede escogerse con carrocería de cinco puertas y familiar, sino que bajo el capó puede alojarse tanto el motor diésel 2.0 EcoBlue de 190 CV como eel gasolina 2.3 EcoBoost de 280 CV. Como es obvio, nosotros hemos escogido la segunda de ellas asociada a la carrocería de cinco puertas.
Atractivo nato
Un envoltorio que ha sido ‘maqueado’ para la ocasión aunque sin exceder en florituras. Tal es así que aquellos que hayan adquirido un acabado ST Line en los Focus convencionales lucirán casi el mismo traje que este Focus ST.
Entre sus detalles diferenciadores están un paragolpes más anguloso, con tomas de aire más grandes, y un trasero más robusto, en el que se integra un difusor trasero con una doble salida de escape. En la parte superior del portón llama la atención el alerón fijo de mayor tamaño y, claro está, el logo ST en la zona derecha del portón.
El conjunto, que mantiene sus 4,39 metros de largo, se completa con una calandra específica en forma de panal de abeja con el logo ST en su zona izquierda, con unas llantas de aleación de 19 pulgadas, pinzas de freno en rojo y los colores Performance Blue (de nuestra unidad) y el Orange Fury de Ford, exclusivos de estas siglas a los que también se pueden unir el Glacier White, Magnetic Grey, Racing Red, Candy Red y Shadow Black.
Asientos Recaro de serie
Del habitáculo, además de los nuevos menús en el cuadro de instrumentos, que muestran la temperatura y presión del aceite o la presión del turbo, de las molduras decorativas en efecto carbono, pedales y pomo del cambio en aluminio o el volante deportivo tapizado en cuero con pespuntes en blanco, lo más destacado es sin duda la inclusión de unos excelentes asientos deportivos.
De tipo bacquet están firmados por Recaro de idéntico nacimiento a los del Fiesta ST pero con un mejor ajuste corporal si cabe y disponibles en un amplio número de tejidos. Los de nuestra unidad, en un tapizado mixto de piel y cuero, aportan un agarre lateral excepcional en tramos revirados al tiempo que proporcionan un confort excelente en situaciones de largos viajes.
En cuanto a la habitabilidad, nada reseñable frente a un Focus ‘normal’ más allá de seguir el mismo tramado para los asientos traseros. Zona en la que viajarán sin agobios dos adultos gracias al amplio espacio para las rodillas y el correcto hueco para la cabeza. El maletero, por su parte, con los 375 litros se sitúa en la media del segmento, haciendo gala de unas formas regulares, un umbral de carga bajo aunque sin la posibilidad de tener un doble fondo a causa del amplificador Bang&Olufsen que se puede equipar opcionalmente.
Empieza la marcha
Una vez nos hemos deleitado con el escueto aporte estético, encajamos nuestra espalda y piernas en los sobresalientes Recaro y pulsamos el botón de arranque. En ese instante entra en juego el remozado 2.3 EcoBoost que estrena y que genera 30 CV más que el anterior 2.0 EcoBoost, llegando ahora a los 280 CV a 5.500 rpm.
Ofrece un sonido sugerente que se torna en deliciosos una vez nos ponemos en marcha. Antes de ello, pulsamos el comando S situado en el volante para activar automáticamente el programa deportivo (dejamos para más adelante el modo Track). Notamos cómo algo cambia. Su melodía es más ronca. Seguimos navegando por el ordenador de a bordo hasta encontrar la pantalla deseada, esa que pone Launch Control y que solo está disponible si añadimos el Pack Performance.
Seguimos las ‘instrucciones’, desembragamos, metemos marcha, aceleramos a fondo y soltamos embrague. Inmediatamente salimos catapultados hacia delante alcanzando en menos de seis segundos (5,7 para ser más exactos) los 100 km/h. Si siguiéramos a fondo, la máxima lograda sería de 250 km/h. Sensacional.
Dinámica insuperable
Una vez hemos alcanzado la marca de velocidad óptima levantamos el pie del pedal derecho. Un insinuante petardeo se cuela en el habitáculo, lo cual nos incita de nuevo a pisar con firmeza el pedal. Esta vez levantamos por motivos de trazada: se acerca una curva. Desembragamos de nuevo y reducimos una marcha mediante el pomo del cambio ya que ¡nos encanta que sea manual!
Acción que se realiza de manera más sencilla gracias al sistema ‘Rev-Matching’ incluido también de serie en el Pack Performance. Un asistente de revoluciones que aumenta el giro del motor hasta el rango idóneo (da un golpe de gas) simulando la maniobra de punta taón y evitando que las ruedas se bloqueen una vez embragamos de nuevo con rapidez.
Giramos la dirección y el Focus ST entra casi de inmediato. Su tacto es directo no, lo siguiente (dos vueltas entre topes), aunque sí nos ha parecido un tanto pesada en algunas enlazadas; pero lo que más llama la atención es su capacidad de agarre. La culpa, el diferencial autoblocante mecánico con gestión electrónica (eLSD) que provoca que la rueda de mayor agarre pueda recibir todo el par.
En la práctica, un auténtico traza líneas que invita a que subamos el ritmo de manera incesante, acelerando desmesuradamente mucho antes que en cualquier otro rival. La guinda la ponen una suspensión con un tarado más firme y muelles adaptativos (de serie en este 2.3 EcoBoost), un centro de gravedad bajísimo y unos neumáticos Michelin Pilot Sport 4S que, sin riesgo a equivocarnos, le colocan en lo más alto de su categoría en términos dinámicos.
En cuanto al modo Circuito (Track), desconecta ayudas y convierte al Focus ST en un vehículo mucho más reactivo y salvaje. Se mantiene la dureza excesiva de la suspensión del modo Sport y aunque no perdemos seguridad, sí tendremos que agudizar nuestros sentidos para evitar tener algún susto. En el otro lado de la balanza, el programa Normal, con el que el compacto americano se dulcifica, principalmente en lo que a suspensión se refiere, siendo útil para realizar un uso a diario sin ningún problema.
Ni te lo pienses
Si estás pensando en que el nuevo Ford Focus ST 2.3 EcoBoost manual es ‘tu coche’ has de saber que para llevártelo deberás depositar 35.150 € de partida, que pueden rebajarse hasta los 31.886 € si aplicamos los descuentos comerciales. Tarifa más que atractiva para un vehículo que, además, viene equipado con un sinfín de elementos pero que ofrece otros muchos en opción, tales como los paquetes parking, tecnológico (con velocidad de crucero adaptativo, control de luces de carretera y reconocimiento de señales), Winter (asientos, volante y luneta delantera calefactables) y el mencionado Performance.
A ellos les puedes sumar el Head-up display, faros LED adaptativos, cristales traseros titnados, acceso y arranque sin llave, techo panorámico, cargador inalámbrico para el teléfono (esta opción debería ser de fábrica) y altavoces Bang&Olufsen, entro otros, subiendo la cuota final hasta más allá de los 37.000 € (40.075 € sin descuentos).
Aun con esas, un precio que se mueve en la media de un segmento venido a más, con opciones tan atractivas como el Hyundai i30 N (desde 29.200 €), el Honda Civic Type R (desde 44.700 €), el SEAT León CUPRA (35.000 €), el Peugeot 308 GTI by PSP (33.900 €), que desde ya tiene un nuevo referente al que batir, al menos en lo que a divertimento y dinámica se refiere.