La segunda generación, que vio la luz en 2004, conservaba esas destacables cualidades dinámicas… pero ofrecía un diseño mucho más convencional. Esto último es lo que se ha pretendido solucionar en este profundo restyling que, como asegura la marca, intentará que “el aspecto del Focus sea tan bueno como su conducción”. Aparte de las mejoras estéticas , el segundo aspecto más destacado es la inclusión en toda la gama del control de estabilidad. Asimismo, la versión diesel más potente -que es la que probamos , porque era junto al 2.0 gasolina la única disponible en la presentación- estreno como opción una caja automática-secuencial de seis marchas -llego en primavera y su precio rondará los 1.500€-, similar a la DSG que emplea VW en el Golf. Y, todo lo anterior, además, por 1.565€ menos que la versión que se vende ahora con el mismo motor y equipamiento. Lástima que en el interior permanezcan defectos como su sosa apariencia, una ergonomía mejorable…
El frontal es casi idéntico al de su ‘hermano mayor’; el Focus ahora es un centímetro más corto -4,33 m- y tres más ancho -2,01 m- debido a que equipa unos nuevos retrovisores, más grandes. Detrás cambian faros, portón y paragolpes.Una de las novedades estéticas es la presencia de unos faros traseros tipo led, pero que en este acabado Titanium sólo se ofrecen en opción y combinados con las luces delanteras de xenón.
Otra novedad es la presencia de un sistema para abrir el coche ‘manos libres’, pero cuesta 700 euros.El acabado Titanium -el más lujoso- incluye de serie llantas de 16”con neumáticos 205/55 - aprox. 140 euros la unidad; el resto de la gama lleva 195/65-. Se mantienen los packs deportivos de carrocería… pero sólo para el acabado Trend. Cuestan de 650 a 1.600 euros e incluyen diferentes paragolpes, llantas de 17 ó 18”, alerón trasero.
Sige leyendo en Autofácil