Hasta la llegada del X1 el todocamino más vendido de BMW era, con diferencia, el X3. Un modelo al que se unió en 2014 el X4 para continuar con la estela deportiva impuesta por el X6 años antes. Modelos que estrenaron generación hace algo más de cinco años y que ahora por fin se han renovado para mantener su éxito comercial. El mismo que es visible en sus cifras de ventas, que ascienden al 1,1 millón de unidades vendidas de manera conjunta entre ambos modelos en todo el mundo… solo de esta última generación. Matriculaciones que, como es lógico, tienen al X3 como cabeza visible al suponer dos tercios de las mismas. En España ocurre algo similar pues de las casi 24.000 unidades vendidas desde el estreno de esta generación, más de 16.000 han ido a parar al X3 y el resto al X4.
De ahí que dada su importancia y peso nos centremos en el X3 para esta primera prueba de su renovación. Si bien el listado de rivales sigue siendo el mismo que hace unos años, para mantenerse en el podio de su categoría (en 2021 solo le superó el GLC) la firma bávara ha realizado una serie de mejoras en diferentes aspectos. Estéticamente, el X3 mantiene sus cotas (mide 4,71 metros de largo) pero las propone con un envoltorio más elegante.
A destacar el frontal, con la nueva parrilla realizada en una sola pieza, con unos riñones ligeramente más grandes pero sin llegar a las desproporcionadas cotas de otros modelos de la firma. En el caso del X4 cuenta con un tramado específico en forma de malla mientras que las versiones M cuentan con lamas verticales negras. Está secundada por unos faros 10 mm más estrechos que antes que afianzan si elegancia. Cuentan con tecnología LED y en opción pueden ser Láser LED. Los paragolpes también se rediseñan siendo además específicos en las versiones M Sport y M o M Competition.
En la zaga los cambios son igual de livianos aunque sí se observa un nuevo diseño de los grupos ópticos traseros, más robusto y con una visualización 3D. Los parachoques de esta zona también se modifican mientras que las salidas de escape ofrecen ahora una forma hexagonal. En el caso del X3 M Competition se mantiene los cuatro tubos que ofrecen una sonoridad exquisita.
En el habitáculo los cambios son algo más visibles. Lo primero que percibimos son unos asientos de corte deportivo que aumentan la vistosidad y que se convierten en una auténtica delicia en el caso de las versiones M Competition, al heredar las mismas butacas de tipo bacquet que el M3. La consola central se rediseña y ofrece un amplio número de comandos entre los que está el botón de arranque. También estrena pomo del cambio con un diseño más robusto.
En conectividad, la pantalla central pasa a ser de 10,25 pulgadas aunque opcionalmente y/o en los acabados más altos se puede mejorar con una de 12,3 pulgadas. Tiene un funcionamiento rápido e intuitivo sumando además mejoras en el asistente vocal. Del mismo modo se ha incrementado la conectividad disponible gracias al sistema 7.0 que incluye y que puede actualizarse de manera remota. La sincronización móvil se puede realizar inalámbricamente tanto con Apple CarPlay como Android Auto al tiempo que incluye también Amazon Alexa. Por último, los BMW Maps son más intuitivos y también se ha incrementado la calidad de algunos acabados.
(Casi) Todos ECO
Ahora bien, la mayor novedad viene asociada a su parte mecánica ya que todos los motores a excepción de los M y M Competition lucen en el parabrisas el sello ECO de la DGT. Distintivo que ya estaba asociado a los bloques diésel a los que ahora se suman los gasolina, incorporando una red de a bordo de 48 voltios. En este sentido, la gama arranca con el xDrive20i de 184 CV para seguir con los xDrive30i de 245 CV y M40i de 360 CV. En el escalón más alto se sitúan los M y M Competition con hasta 510 CV gracias al seis cilindros biturbo de 3,0 litros que comparte con los M3 y M4 Competition.
En el apartado diésel la gama arranca en el X3 con la única versión de propulsión, el sDrive18d de 150 CV que registra el consumo más bajo de toda la gama con 5,6 l/100 km. Por encima y ya en común también para el X4 están los xDrive20 de 190 CV, xDrive30d de 286 CV y M40d con 340 CV, todos combinados igualemente con un sistema Mild-Hybrid de 48 voltios así como con la caja automática Steptronic de ocho relaciones.
En el caso del X3 hay que hacer también distinción pues el SUV medio mantiene intactas sus opciones fuertemente electrificadas, partiendo con el X3 xDrive30e phev con 292 CV de potencia conjunta y una autonomía homologada WLTP de 50 kilómetros y siguiendo con el iX3 100% eléctrico de 286 CV y un rango cero emisiones de 460 km gracias a su batería de iones de litio de 80 kWh de capacidad bruta (74 kWh neto). Este último además suma el apellido M Sport al tiempo que cambian algunos aspectos de su diseño como el ofrecer los detalles en azul ahora de manera opcional.
Conducimos la bestia
En el apartado dinámico no hay cambios reseñables y tanto X3 como X4 mantienen el elevado nivel de confort que les caracteriza, con una respuesta ágil y muy precisa incluso al sortear curvas de manera continuada. Para el camino de ida nos decantamos por la versión pata negra de la gama, el comentado X3 M Competition con su exquisito corazón de 510 CV y con un empuje endiabladamente contundente. De hecho, no sorprende que esta versión sea la más demandada de entre sus rivales pues los ingenieros de BMW han realizado una labor propia del mundo de la competición. Además, con las mejoras introducidas, que afectan al cigüeñal, se ha conseguido incrementar en 50 Nm el par máximo llegando ahora a los 650 Nm.
A ello se suman unas nuevas llantas forjadas de 21” con una reducción de peso de 2 kilos que benefician a la hora de ofrecer unas prestaciones de escándalo como bien corroboran los 3,8 segundos que necesita para pasar de 0 a 100 km/h, rebajando en 3 décimas el anterior registro. Desde la sonoridad hasta el aplomo para trazar cualquier vértice, el X3 M Competition es un auténtico cohete.
Sin embargo, no eclipsa al resto de versiones ya que también pudimos conducir de manera más breve el X4 en su versión xDrive30i. Lógicamente los 245 CV no son tan brutales como los 510 CV del M Competition pero para nada desagradan a la hora de realizar una conducción dinámica. El empuje es casi instantáneo y el sistema Mild-Hybrid permite arañar unas décimas de consumo cuando circulamos de manera más sosegada. Los diferentes modos de conducción permiten cambiar el carácter del coche e incluso ofrecer registros de compacto si nos lo proponemos.
En definitiva
BMW ha sabido leer el mercado y pulir los pequeños detalles de un X3 y un X4 que si bien ya eran considerados como unos referentes, ahora pueden captar la atención de un mayor número de usuarios. El X3 sin duda es la parte racional de la ecuación mientras que el X4 se mantiene como esa elección picantona y atrevida. Pero para emociones fuertes, sin duda los M Competition que consiguen traspasar cualquier barrera. Eso sí, a costa de necesitar tener ahorrado un montante de 118.400 euros en el caso del X3 y 120.400 euros en el X4.
Pero no hiperventiles, la tarifa de ambos modelos es más modesta ya que ambos parten de un precio de 52.600 euros y 60.450 euros en sus motores diésel (18d y 20d, respectivamente) y de los 54.400 y 57.400 euros en los gasolina, ambos con el xDrive20i. Por cierto, la gama de acabados se reestructura desapareciendo la versión básica y ofreciendo de inicio un X Line tan elegante como robusto, al que siguen el M Sport y el M Performance que intenta asemejar el estilo al de los dos M Competition.
