El sonido que emana de sus escapes deja muy claro que estamos hablando de dos auténticos hot hatch que levantan pasiones allá por donde vayan. Son las versiones más caras, radicales y potentes de sus respectivas gamas. No son “lógicas”, racionales ni recomendables para el día a día, pero tienen todo lo necesario para que un amante de las cuatro ruedas duerma todos los días más feliz que una lombriz. Enfrentar al Seat de calle con más caballos de la historia contra el Mazda más extremista y veloz de la actualidad es toda una experiencia religiosa...
Disfraces de guerra
Resulta facilísimo distinguirlos a simple vista puesto que su aspecto exterior no deja lugar a dudas. El Mazda 3 MPS tiene una imponente presencia desde todos sus ángulos; la parrilla de color negro y el paragolpes deportivo dan buena muestra de su agresividad, mientras que la nueva admisión de aire del capó, el spoiler trasero y las llantas de aleación de 18" similares a las del RX-8 (inspiradas en los coches de rally de según la firma japonesa) dejan entrever su enorme potencial.
En comparación, se podría decir que el Cupra R es mucho más “discreto”, porque en general, su línea y acabados recuerdan mucho (quizá demasiado) a sus hermanos de gama menos deportivos. Sin embargo, con el pintoresco color de nuestra unidad de pruebas y las llantas de 19” en blanco (304,55 €), estamos hablando de todo menos de un coche que pase desapercibido.
Por dentro la tónica es la misma en ambos. Son pocos los detalles que los distinguen de otros Mazda 3 o de otros Leones (sin duda, este es el aspecto más criticable de nuestros protagonistas). En el interior del compacto nipón, junto con el indicador de presión de soplado del turbo, lo más destacable radica en la pequeña decoración de color rojo en las molduras de las puertas, los reposabrazos, los asientos, el panel de instrumentos y el volante.
El modelo de la casa de Martorell es prácticamente idéntico al Cupra: sólo se diferencia en el velocímetro que marca hasta 300 Km/h y lleva el logotipo “R” y porque incluye de serie los asientos tipo baquet tapizados en tela Alcántara. En ambos se echa de menos algún indicador propio de coches de este tipo, como por ejemplo un testigo en forma de aguja que especifique la temperatura del aceite en todo momento. Lo que no falta en ninguno de los dos son las particulares leyendas “MPS” y “R” luciendo por diversas zonas del exterior y el interior, en un alarde de sentida distinción.
Características similares
Como cualquier otro vehículo de sus respectivas gamas, tanto el MPS como el Cupra R tienen una buena habitabilidad y un maletero aprovechable. Las diferencias en este sentido son muy pequeñas: el León ofrece unos centímetros más de espacio para las piernas en las plazas traseras que el Mazda 3 recupera en lo que a anchura para los hombros se refiere. Lo mismo sucede si hablamos de la capacidad del maletero, con un volumen prácticamente idéntico (1 insignificante litro a favor del León, 340 frente a 341).
El puesto de conducción es muy satisfactorio en ambos casos y las amplias posibilidades de regulación posibilitan que personas de diferentes complexiones y estaturas encuentren su posición ideal sin mayores problemas. Los baquets del Cupra R son una auténtica delicia (opcionalmente por 1.318,43 € pueden ir tapizados en piel) y sujetan el cuerpo de manera excepcional. Los del MPS son también muy efectivos, pero mucho menos “atractivos” visualmente.
Es sólo en el apartado de los acabados donde el modelo del sol naciente es superior a su rival español. En el León encontramos muchos plásticos rígidos en la zona inferior, el fondo del salpicadero o los paneles de las puertas, de calidad visual y tacto mejorable. La parte inferior del volante, que es achatada, cuenta con una pieza recubierta de un plástico de color plata que da una sensación pobre. La terminación del conjunto en general es buena, pero no llega a ser tan brillante como en los modelos de Audi o Volkswagen (el Exeo sí que se encuentra a la altura de éstos). En el Mazda, la sensación visual y los materiales empleados parecen de mayor calidad, con zonas que presentan un tacto más agradable, blando y gomoso.
Lo que destaca también en estas versiones es la cantidad de equipamiento que incluyen de serie, donde la balanza se inclina de nuevo del lado japonés. El MPS cuenta, entre otros muchos elementos, con faros Bi-xenón, luces antiniebla, climatizador dual, control de crucero, navegador, indicador de presión de neumáticos, sensor de aparcamiento trasero, bluetooth, sistema de sonido BOSE con mp3 y las habituales ayudas electrónicas a la conducción (ABS, EBD, EBA, DSC y TSC). Podemos decir que se trata de un coche “cerrado” ya que apenas existen opciones disponibles (por ejemplo, la pintura metalizada por 400 €) porque viene equipado hasta los topes.
En el caso del Cupra R, contamos, entre otras muchas cuestiones, con 4 airbags, faros antiniebla con función cornering, suspensión deportiva específica, climatizador bizona, asientos “súperdeportivos” tipo baquet, pomo de cambio en cuero, indicador de marcha recomendada, sensor de parking trasero, control de crucero, sensor de lluvia y luces, testigo de pérdida de presión de neumáticos o la radio CD con MP3 y ocho altavoces más una conexión auxiliar y otra USB. La clave está en el paquete opcional “Technology Plus” (1.623,56 €), que incluye los faros Bi-xenón, la luz de marcha diurna, el sistema de navegación Seat Mediasystem, el sistema bluetooth y los sensores de parking frontales junto con el llamado “Optical Park System”, con el que podríamos decir que se equipararía por completo la dotación de ambos vehículos.
Mecánicas de infarto
Bajo el capó nos encontramos con dos motores turboalimentados que son una auténtica delicia, con 260 y 265 CV respectivamente. Ambos son de sobra conocidos ya que el anterior MPS montaba la misma mecánica y el del León es el mismo que el del venerado Audi S3 o el ya envidiado Scirocco R (el Golf R cuenta con 5 CV más, 270 en total y la variante más potente de este bloque la tiene el Audi TT S, con 272).
Refresquemos un poco la memoria. El propulsor del Mazda (MZR 2.3 DISI), que ahora gasta un poco menos de gasolina gracias a los ajustes en los desarrollos del cambio, convierte al compacto nipón en un auténtico cohete. La tentación de hundir el pie derecho sin miramientos se convierte en algo adictivo a los pocos minutos de estar a sus mandos. Tiene una fuerza brutal que empezamos a disfrutar de forma contundente cuando alcanzamos las 1.800 rpm, momento en el cual tira con una rabia inusitada sin cesar hasta que el tacómetro sobrepasa por poco las 6.000 vueltas. En general, su rendimiento es sobresaliente, empuja como un demonio a cualquier régimen y en marchas largas tiene una muy buena capacidad de recuperación, aunque lo ideal es jugar repetidamente con el cambio. De lo que no cabe duda es que quizás “peca” de ser demasiado brusco.
Por el contario, el 2.0 TSI del León destaca por su doble faceta. Es una mecánica mucho más elástica y progresiva, con la que sorprendentemente podemos realizar una conducción tranquila si controlamos el constante impulso que nos incita a pisar sin piedad el acelerador. Cuando esto sucede, la sensación de quedarse pegado al asiento nos hará esbozar una maliciosa sonrisa que irá en aumento si atendemos al sonido procedente de esta aceleración, un ronco, profundo y delicioso bramido que deja bien a las claras lo que tenemos entre manos. La realidad es que empuja como un tiro a partir de las 1.300 vueltas y no decae hasta que la aguja roza las 6.200 revoluciones por minuto. Además, sus recuperaciones en marchas largas (incluso en sexta velocidad) son una exageración. La clave está, como decíamos, en que es mucho más agradable en conducción “tranquila” en comparación con su rival, algo muy importante en el día a día.
En cuanto al consumo de combustible, teniendo en cuenta la reserva de potencia que tienen ambos, no se puede decir que sean muy “tragones”. Es el modelo de Martorell el que gana la partida en este aspecto, con “sólo” 8,1 litros de media en ciclo mixto homologado frente a los 9,6 del japonés. La realidad es menos optimista y en un recorrido combinado es muy difícil bajar de los 9,3 litros en el León y de los 10,4 en el Mazda. En un recorrido “tranquilo” de cerca de dos horas por vías rápidas, los respectivos ordenadores de abordo reflejaron 6,9 y 8 litros, mientras que en trayectos sinuosos, con continuas frenadas, deceleraciones y cambios de marcha para aprovechar la máxima capacidad de aceleración de los coches, las medias se dispararon por encima de los 20 litros en el primer caso y de los 22 en el segundo.
Hora de jugar
Pero es en la carretera y sintiendo el asfalto donde menos parecido tienen nuestros protagonistas. No encuentro mejor frase para describir el comportamiento del modelo nipón que la que le escuche hace muy poco a un compañero del gremio: “el Mazda 3 MPS es como un consolador: perfecto en la ejecución, pero frío en el sentimiento”. No se puede expresar más en menos y para mí describe exactamente cómo es el vehículo. Se trata de un coche ágil, preciso, que apunta exactamente dónde dirigimos con el volante, con un enorme nivel de estabilidad, aplomo y determinación... pero que sin embargo deja a su conductor algo extrañado, porque hace las cosas tan bien que no trasmite la sensación de deportividad que a priori todos esperamos. Más aún si tenemos en cuenta que, desde el primer momento en el que te sientas a sus mandos, y, sobre todo comparado con su rival, es un coche mucho más radical tanto por la dureza de su suspensión, el tacto de la palanca de cambios o el pedal del embrague.
El León Cupra R por su parte, puede ir igual de rápido que el MPS en una carretera de montaña o hasta me atrevería a decir en un circuito, pero a mi juicio le proporciona muchísimas más sensaciones al "piloto" y, además, (gracias a la bendita electrónica) me parece más fácil de conducir con el cuchillo entre los dientes. Tiene una excelente agilidad que queda patente en los cambios bruscos de trayectoria, la dirección informa en todo momento de lo que está ocurriendo entre las ruedas y el asfalto, destaca también por su magnífica estabilidad, su precisión y la brillantez de su propulsor lo hace desenvolverse con una soltura y una facilidad envidiable en cualquier situación (en ocasiones, a la salida de las curvas lentas, da igual que tengamos la 2ª o 3ª velocidad engranadas porque sale prácticamente con la misma decisión). Además, no es un coche cómodo ni muchísimo menos, pero en comparación con su rival tiene una suspensión claramente más confortable. En cualquier caso, la gran diferencia, como apuntaba unas líneas más arriba, radica en ese sensacional tacto que tiene como deportivo, que deja con una sonrisa de oreja a oreja a su conductor.
En el apartado técnico, y de forma muy breve, es obligatorio recordar que el MPS tiene un diferencial autoblocante delantero (lógicamente una de las claves de su sensacional comportamiento). Además el coche cuenta con un sistema que ajusta el par máximo del motor según el ángulo de giro del volante y la relación del cambio que tengamos engranada. El León, por su parte, incorpora el conocido dispositivo XDS, que imita de “forma electrónica” las funciones de un autoblocante al frenar la rueda que pierde adherencia en un giro para evitar que el coche subvire.
Datos técnicos
Marca y modelo | Mazda 3 MPS | Seat León Cupra R | ||
---|---|---|---|---|
Acabado | (-) | (-) | ||
Especificaciones | ||||
Longitud/anchura/altura (mm) | 4.505 / 1.770 / 1.460 | 4.309 / 1.768 / 1.443 | ||
Distancia entre ejes (mm) | 2.640 | 2.578 | ||
Diámetro de giro (m) | N.D. | N.D. | ||
Peso (kg) | 1.455 | 1.450 | ||
Volumen del maletero (l) | 340 / 1.360 | 341 / 1.166 | ||
Neumáticos | 225/40 R18 | 235/35 R19 | ||
Motor | ||||
Cilindrada (cc) | 2.261 | 1.984 | ||
Potencia (cv) | 260 / 5.500 | 265 / 6.000 | ||
Par máximo (Nm/rpm) | 380 / 3.000 | 350 / 2.500 - 5.000 | ||
Tracción | Delantera | Delantera | ||
Transmisión | Manual 6 velocidades | Manual 6 velocidades | ||
Consumo | ||||
Combustible | Gasolina | Gasolina | ||
Urbano/Carretera/Combinado (l/100km) | 13,2 / 7,5 / 9,6 | 10,7 / 6,6 / 8,1 | ||
Emisiones CO2 (gr/km) | 224 | 190 | ||
Consumo durante test (l/100km) | 10,4 | 9,3 | ||
Características | ||||
Aceleración 0-100 km/h (s) | 6,1 | 6,2 | ||
Recuperación 80-100 km/h (s) en 4ª | N.D. | N.D. | ||
Capacidad depósito (l) | 60 | 55 | ||
Velocidad máxima | 250 | 250 | ||
Precio (sin extras) | ||||
Euros | 31.500 | 29.720 | ||
Equipamiento extra | Pintura metalizada (400 €) | Paquete "Technology Plus" (1.623,56 €), asistente de ayuda al arranque en pendientes (52,07 €), airbags laterales posteriores (263,48 €) | ||
Más datosMenos datos |
Precio y conclusión
El desembolso inicial por ambos es muy parejo: 31.500 frente 29.720 €. El Mazda es un poco más caro pero tiene a su favor una imagen más exclusiva, unos acabados de mayor calidad y un equipamiento más abundante. El León destaca por ser, dentro de lo que cabe, más utilizable para el día a día, es más temperamental gracias a su fantástico motor y transmite más sensaciones “deportivas” al volante. Ambos corren que se las pelan, son una delicia para devorar curvas sin despeinarse y cumplen de sobra las expectativas que un comprador busca en este tipo de vehículos. Sin duda, estamos ante dos vehículos que tienen ganado por méritos propios su asiento en el competidísimo Olimpo de los “hot hatch”.