Los SUV han sufrido una total y absoluta transformación, sobre todo desde la llegada del BMW X6, el cual, deportivizó unas líneas pensadas inicialmente más para la practicidad que para el diseño. Muchos son los que han seguido sus pasos, entre los cuales se encuentran un sinfín de fabricantes Premium. No obstante, la moda de los todocaminos deportivos también ha llegado hasta las marcas más generalistas. De ahí que bajo estas líneas se proponga una peculiar comparativa.
Sí, porque sin llegar a ser rivales directos, hoy enfrentamos dos de los modelos que más han dado de que hablar en los últimos meses: el KIA XCeed y el Mazda CX-30. Asentadas sus marcas en entornos parecidos, mientras que Mazda se mantiene como una alternativa a los Premium, KIA ha conseguido consolidarse como una generalista con muchísimas aspiraciones.
Traje deportivo
Ambos vehículos lucen un diseño impactante. Y aunque ambos calquen su cota de longitud, de 4,39 metros de largo, la manera en la que lo presentan es bien distinta. Mientras que el XCeed podría catalogarse más como un crossover cupé, el CX-30 es un SUV deportivo de pura cepa.
Sus líneas son sugerentes, con un frontal ancho y robusto en el caso del KIA y algo más afilado y elegante en el del CX-30. Idéntica sensación que desprenden sus zagas, con un paragolpes más abrupto y un portón algo más inclinado en el coreano que contrarresta con la limpieza de trazos del nipón.
Ahora bien, donde ambos se desmarcan de sus hermanos de gama es, sin lugar a dudas en su vista lateral, y más concretamente en la zona del pilar C. Allí, una sugerente caída del techo denota su carácter deportivo, más enfatizado quizá en el XCeed pero igual de visible en el CX-30.
Como no podía ser de otra manera, las protecciones plásticas de la parte inferior les dotan de ese carácter vigoroso típico de los SUV, aunque aquí el Mazda se desmarca ofreciendo una superficie infinitamente mayor a la de su rival, tanto en los pasos de rueda como en la parte más baja de la carrocería. Para contrarrestar ese detalle diferenciador, el XCeed propone unas barras de techo en aluminio que le otorgan ese aspecto más crossoverizado que el de su rival.
Como guinda, las unidades enfrentadas no solo montaban llantas de 18 pulgadas, siendo más atractivas las del XCeed, sino que los dos iban ataviados con sus colores de gala, el Quantum Yellow del KIA (exclusivo de esta carrocería) y el Soul Red Christal característico de los Mazda. Opcionales en ambos casos, el del japonés es ligeramente más caro: 800 € frente a 520 €.
Interior tecnológico
Dando el salto al interior la primera sensación de amplitud se entremezcla con la importante carga tecnológica que atesoran. Representadas por sus pantallas centrales, la del XCeed, con 10,25 pulgadas y formato panorámico destaca por encima de la su rival, de 8,8 pulgadas y casi semioculta en el salpicadero.
Además, en lo que a manejo y número de opciones se refiere, el inédito sistema UVO Connect de KIA ha permitido que la marca dé varios pasos al frente, sobre todo en lo que a número de servicios se refiere. Ello no implica que el sistema del CX-30 sea malo, pero en comparación con su rival sí se queda un escalón por detrás, y eso que el manejo mediante la rueda central es intuitivo, pero menos que la función táctil del XCeed.
Como puntilla, el coreano propone un cuadro de instrumentos totalmente digital (es el primer KIA en montarlo) de 12,3 pulgadas que si bien no ofrece un gran número de menús, sí aporta ese grado de distinción y modernidad al salpicadero; elemento que contrarresta Mazda con un Head-up display de gran calidad.
Por lo demás, la calidad de fabricación de uno y otro es excelente, con materiales blandos en prácticamente todas las zonas frontales y con unos ajustes casi perfectos. La elección entre uno y otro es complicada y, como en los mejores combates de boxeo, la victoria en este apartado recaería por escasa diferencia en el CX-30.
Prima el espacio
Si nos ceñimos al apartado de la habitabilidad, de nuevo la elección es complicada. Ambos calcan de nuevo su distancia entre ejes, con 2,65 metros, mientras que los maleteros cubican 426 litros para el XCeed y 430, para el CX-30. De formas regulares, la palma se la lleva de nuevo el nipón, primero, por ofrecer un portón más amplio y, segundo, porque el umbral de carga se encuentra algo más abajo que su rival, escasos milímetros, pero todo suma. Además, al abatir los respaldos posteriores (en proporción 40/60 y 60/40, respectivamente), el volumen del Mazda pasa a ser bastante más amplio, con 1.406 litros frente a los 1.378 litros de su rival.
En lo que a espacio y comodidad para ocupantes se refiere la victoria va a parar al Mazda. Si bien el hueco para las piernas en ambos casos es gigantesco, mucho más que un Ceed o un CX-3 (obvio en este caso), que el nipón se lleve la victoria se debe, exclusivamente, a la mayor área para la cabeza que ofrece. Todo ello sin contar que el acceso tanto a esta fila como a la delantera es más cómodo gracias a su mayor altura.
Ahora bien, por ergonomía, agarre y, en menor medida, vistosidad de la tapicería, el XCeed consigue reducir distancia frente a su competidor.
Juego de etiquetas
También lo hace en el apartado mecánico, en donde los 140 CV del 1.4 T-GDI turbo de cuatro cilindros superan con creces los 122 CV del 2.0 SKYACTIV-G atmosférico también con arquitectura de cuatro cilindros. Sin embargo, que el Mazda lleve asociado un sistema micro-híbrido mediante batería de 24 voltios acaba innegablemente por decantar la balanza hacia su lado, más que nada porque de manera automática lleva asociado el distintivo ECO de la DGT (con los beneficios y ventajas que ello supone), frente a la C del XCeed.
Ahora bien, quien no vea la etiqueta como algo primordial, deberá decantar su elección por el tipo de conductor que le guste ser. Si prefiere un propulsor enérgico y con buen punch a poco que roce el pedal derecho, deberá poner sus miras en el XCeed; pero si es de los que disfruta estirando la aguja del cuentarrevoluciones hasta regímenes elevados y notar cómo la fuerza llega pasadas las 4.000 vueltas, el SKYACTIV-G es su motor.
Finos y poco sonoros son ambos, uniéndose además a unas transmisiones manuales de seis relaciones de tacto preciso y exquisitamente rápidas, con algo de ventaja de nuevo hacia el Mazda. Los dos propone una caja automática, siendo más recomendable la DCT de doble embrague y siete relaciones del KIA, que el convertidor de par de seis del Mazda. Si los medimos por prestaciones, la mayor potencia y respuesta del XCeed se impone, consiguiendo pasar de 0 a 100 km/h en 9,4 segundos (10,6 en el Mazda) y alcanzando una punta de 200 km/h, 14 más que su rival.
En cambio, si tomamos como punto de partida el gasto medio obtenido, ninguno brillaría, pues ambos se han mostrado muy gastones y, sobre todo, muy sensibles al acelerador. A ritmo diario y sosegado, el dato puede rondar fácilmente los 7 l/00 km, pero a poco que nos sintamos con ganas de marcha, la cifra rozará los dos dígitos con facilidad.
Gusto por las curvas
Circunstancia, esta última que será más común de lo que a priori podríamos pensar o nuestro bolsillo desear. Y es que tanto KIA como Mazda llevan tiempo haciendo las cosas muy bien en materia de dinamismo, siendo estos XCeed y CX-30 una clara prueba de ello. A destacar, por sorprendente, el primero.
Cierto es que la última entrega de la familia Ceed ya nos agradó mucho, pero los ingenieros europeos de la marca (recordad que toda la familia Ceed se gesta, fabrica y vende en la Unión Europea) han retocado el esquema de suspensión colocando unos topes hidráulicos en los amortiguadores delanteros y suavizado la constante de los muelles. El objetivo, dotarle de una mayor estabilidad, pero sobre todo de un confort propio de segmentos o marcas de alto standing.
Enfrente, el CX-30 tampoco se empequeñece y ofrece una puesta a punto del chasis como solo Mazda sabe proporcionándolas. Tal es así que al emplear la misma plataforma del Mazda3, su comportamiento es prácticamente idéntico. En este caso, la elección entre uno y otro sí que es complicada, puesto que ambos ofrecen un guiado de la dirección precisa e informativa o un paso por curva ultra rápido que nos invita a ir aumentando el ritmo en cada vértice… siempre y cuando siga sin importarnos el dato de consumo.
Que nos decantemos por el CX-30 quizá sea por el hecho de que el tacto del cambio nos enamora más o de que podamos optar opcionalmente por un sistema de tracción total que nos saque de algún que otro apuro. Por su parte, el XCeed propone en las versiones automáticas un programa Sport que incrementa ligeramente el rendimiento.
Bien equipados en todo
Porque por seguridad, ambos proponen un amplio listín de asistentes y ayudas a la conducción tales como la alerta ante colisiones frontales con frenada de emergencia, el control de ángulo muerto, el detector de tráfico trasero, la alerta de cambio involuntario y mantenimiento de carril, el control de crucero adaptativo , el reconocimiento de señales de tráfico, a lo que el XCeed suma el detector de fatiga y el CX-30 el asistente de velocidad inteligente.
Si nos centramos en confort, entretenimiento y vida a bordo, las cosas siguen parejas. Más aún si se opta por los acabados más altos de la gama, como son el Emotion en el XCeed y Zenith en el CX-30 dotados, entre otros, de llantas de 18 pulgadas, faros LED (adaptativos en el Mazda), navegador, conectividad con Apple CarPlay y Android Auto, sistema de sonido Premium (BOSE y JBL) acceso y arranque sin llave, freno de estacionamiento eléctrico, climatizador bizona…
Niveles que únicamente dejan como elementos opcionales las comentadas pinturas o determinados paquetes como el Black (1.800 €) y el Safety (1.000 €) en el CX-30 o los Premium (2.900 €) y Yellow (2.200 €) en el XCeed, provocando que los precios de partida de ambos modelos sean, respectivamente, de 30.475 € y 23.416 € (incluyendo 5.785 € de descuento).
En definitiva
Si bien a priori parecía que esta comparativa iba a poner sobre la mesa dos productos diferentes, el paso de las líneas ha demostrado que KIA XCeed y Mazda CX-30 tienen muchas cosas en común.
Ahora bien, puesto que nos vemos en la obligación de tener que decantarnos por uno de los dos, tras la larga deliberación con nosotros mismos uno llega a la conclusión de que Mazda y su CX-30 siguen estando un punto por delante, no solo por percepción de calidad, sino por la irrefutable circunstancia de tener adherida la etiqueta ECO. Hay cosas que nos dejan algo frías en él, sobre todo por los 30.475 € de los que parte, pero tener dicho distintivo asociado y, además, ofrecer una dinámica de conducción tan emocionante, le convierten en ganador de este enfrentamiento… aunque sea al estilo de ‘foto finish’.