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Comparativa: VW Amarok vs. Isuzu D-Max vs. Mitsubishi L200 – La locura 4x4

La casa VW es increíble. Una y otra vez los de Wolfsburgo llegan algo tarde con sus creaciones, pero logran escalar hasta convertirse en el número uno en ventas sin echar la vista atrás.

El hecho de si su pick-up Amarok también logrará hacerlo es algo que desvela esta comparativa con dos de los pesos pesados de este segmento. La VW Amarok se enfrenta a la Isuzu D-Max y a la Mitsubishi L200.
No resulta difícil distinguir cuál de las tres pick-ups es la más moderna. La VW Amarok, fabricada desde hace poco en Argentina (y a partir de 2012 también en Hannover), tiene el típico aspecto de la nueva era VW y, gracias a sus líneas de diseño laterales y a su silueta sin adornos, emana nobleza en un segmento en el que uno no se espera algo así. Entre otras muchas cosas, sus llantas de 18" (disponibles por 1.100 euros) borran la delgada línea que separa una herramienta de trabajo de un vehículo de paseo para el tiempo libre.

¿Es necesaria la elegancia en este segmento?

No ocurre lo mismo con la Isuzu D-Max y la Mitsubishi L200. A primera vista ambas presentan un aspecto claramente más campechano y parecen haber sido diseñadas exclusivamente para desempeñar trabajos muy exigentes. Y ese es precisamente el aspecto que todos conocemos de las pick-ups, al menos hasta el día de hoy. En el caso de la Isuzu, no sólo el faro antiniebla integrado a la izquierda en el paragolpes trasero y la tapa situada a la derecha dejan intuir que este vehículo no ha variado su diseño desde los años 90. En marzo de 2010, y tras cuatro años de fabricación, la Mitsubishi L200 fue sometida a una pequeña revisión.

El interior de la Isuzu también echa en falta una pequeña reestilización. El plástico duro, los materiales pesados y una estructura de distribución que ha pasado ya a la historia, todo ello sumado a sus escasas posibilidades de ajuste en asientos y volante, hacen que su interior resulte poco acogedor. Sin embargo, parece que la D-Max se puede limpiar tranquilamente con un aparato de limpieza a alta presión, por dentro se entiende. Además, en la Isuzu uno se las arregla perfectamente al primer intento. Los botones están distribuidos por todo el salpicadero, aunque su número no es muy elevado. El instrumento que merece más atención es el reloj digital, junto al que se encuentran situados tres botones. Estos activan y desactivan (hasta los 100 km/h) la tracción integral (delante se conecta adicionalmente) y, si así se desea, también la reducción.

Algo más complicado es el funcionamiento de la Mitsubishi L200, lo que se debe a las dos palancas de cambio a través de las cuales se puede desconectar la tracción delantera y accionar la reductora. Por lo demás, la L200 es también todo un ejemplo de manejabilidad, aunque con excepción del navegador. Pese a tener una columna de dirección que no se puede ajustar en longitud, en la L200 se disfruta de una buena posición de conducción sobre unos asientos bastante cómodos. Una solución muy inteligente es la luneta trasera que se puede retraer eléctricamente y que permite la entrada de aire al interior, mejorando así el ambiente dentro de la L200.

Sin embargo, nada de esto logra hacerle sombra a la disposición de corte berlina de la VW Amarok que, además, rompe todos los moldes de esta categoría. Sus posibilidades de ajuste son enormes en comparación con la competencia y la selección de materiales es infinitamente mejor. Los instrumentos y mandos son tan elegantes que uno tiene miedo de entrar en su habitáculo con los pies manchados de barro. Sin embargo, VW ha pensado en todo y para que esto no ocurra pone a nuestra disposición, de forma opcional, un revestimiento de goma para el suelo en lugar del típico piso de moqueta.

En lo que respecta a la oferta de espacio parece que la Amarok es la que supera la prueba con mejor nota. Esto se debe, entre otras cosas, a su increíble anchura de 1,94 metros (aproximadamente 14 cm más ancho que los japoneses). No obstante, sus excelentes posibilidades de ajuste de asientos y volante hacen que las personas de mayor envergadura aprovechen al máximo esta zona, reduciendo de forma clara el espacio en la parte trasera. Pese a esto, no podemos hablar de escasez de espacio en ninguna de las tres unidades de prueba, ya que en todas pueden viajar hasta cinco personas sin ningún problema.

La L200 es la más cómoda, mientras que la Isuzu es la número uno sobre el terreno

Sobre todo en carreteras asfaltadas es donde la L200 causa mejor impresión. Al menos en lo que se refiere a rodar cómodamente. Su suspensión es cómoda, aunque en ocasiones se balancea ligeramente en las curvas, pero no hay nada que le haga perder la tranquilidad. Además, en caso necesario también dispone de ESP. En esta comparativa, la Amarok asume el papel de pick-up deportiva y en carreteras sinuosas es capaz de dejar atrás sin problemas a más de una berlina. Hasta ahora, algunas características como su poca inclinación lateral, su dirección sumamente precisa y su cambio manual de seis velocidades exacto y de recorrido corto, eran desconocidas en este segmento.

Sin embargo, con la Isuzu ocurre todo lo contrario, ya que la falta de ESP y ASR la convierten casi en la reina del drift, en caso de que éste fuera un criterio de valoración en esta comparativa. Al menos su naturaleza resulta sumamente previsible. En lo que respecta al confort, ésta se encuentra a medio camino entre la Amarok y la L200, ya que ambas disponen del sistema de estabilidad ESP de serie. Sin embargo, éste sistema se debería poder desactivar cuando uno se encuentra en mitad del campo. En la Mitsubishi es posible, pero en la VW no.

Tan criticada es la estética obsoleta y la ausencia de sistemas de seguridad de la Isuzu, como soberbio es su comportamiento 4x4 campo a través. En este aspecto, la pick-up japonesa es simplemente excepcional. Ni los baches más pronunciados, ni los terrenos con más lodo o las pequeñas corrientes de agua le impiden seguir adelante, algo que debe agradecer a sus 40 cm de profundidad de vadeo y a una distancia al suelo de al menos 20,5 cm. Independiente de la marcha, o si el motor se encuentra al ralentí, simplemente hay que soltar el embrague y la Isuzu comienza a andar. Las barras de torsión delanteras y el eje rígido con ballestas trasero absorben incluso los baches más desagradables. Y sobre todo resulta sorprendente la serenidad con la que se abre camino.

Cuatro cilindros para todos

El motor de cuatro cilindros obtiene toda su fuerza (360 Nm) de una cilindrada de tres litros. Los 163 CV de potencia son suficientes para impulsar a la D-Max de 0 a 100 km/h en 12,4 segundos, y para que pueda alcanzar una velocidad máxima de 175 km/h.

La Mitsubishi ofrece menos cilindrada, pero un mayor par motor. Los datos de su ficha técnica son 400 Nm a 2.000 revoluciones. Este par motor se genera a partir de sus 2,5 litros de cilindrada. Por este motivo, y gracias a sus 179 CV, la L200 es la pick-up con mayor potencia de las tres. Su tiempo de aceleración es de 11,9 segundos y su velocidad máxima alcanza los 180 km/h. En lo que respecta a la distancia al suelo, ésta ofrece los mismos 20,5 cm que la D-Max y, en la parte posterior, un diferencial central.

En cambio, la propulsión de la Amarok es mucho más moderna. Su cuatro cilindros cuenta sólo con 2,0 litros de cilindrada y también alcanza los 163 CV de potencia. Según cifras oficiales, genera un par motor de 400 Nm a 1.500 vueltas. Esto es posible gracias a su sobrealimentación biturbo. Sin embargo, los conductores más sensibles sí notarán de alguna manera este déficit de cilindrada. Sobre todo en los terrenos más complicados la Amarok tiende a ahogarse con mayor rapidez que sus contrincantes. De todas formas, en caso de que queramos lleva a cabo una conducción extrema con la Amarok se recomienda la tracción integral desactivable, en lugar de la permanente que probamos nosotros. Sin embargo, sobre un piso más seguro las tensiones extremas son más que previsibles, por lo que en la mayoría de las situaciones se debería conducir como si se tratase de un tracción trasera.

En el aspecto del consumo, las tres pick-ups registran más o menos las mismas cifras. Aproximadamente 8 litros, según los fabricantes, y algo más de 9 litros según nuestra prueba. En este sentido, la Amarok – la única con un cambio de seis velocidades y una máquina de alta tecnología – no es capaz de distanciarse de su competencia. Los motivos de esta inexistente ventaja podrían ser el filtro de partículas de hollín montado de serie, y que a partir de 2011 también se incluirá en el equipamiento de la Isuzu y de la Mitsubishi, así como un peso que supera en aproximadamente 100 kg el de sus contrincantes.

Tres estilos diferentes de equipamiento

Las tres pick-ups demuestran claramente qué posibilidades ofrece este segmento de vehículos. La Amarok se presenta casi desnuda. Esto significa que su superficie de carga, la más grande de la comparativa, y que incluso tiene cabida para dos europalés (con el portón trasero abierto), tan sólo está equipada con un revestimiento antiarañazos.

Sobre todo a la altura de los pasos de rueda la superficie de la Mitsubishi es claramente más estrecha, y en nuestra unidad de prueba estaba revestida de una chapa estriada de gran calidad (también disponible en VW). En la parte superior de la L200, sobre las paredes laterales de 45 centímetros de altura, se encuentra situada una tapa de aluminio que se cierra mediante amortiguadores de gas y protege la carga de los amantes de lo ajeno. Como tercera variante la Isuzu D-Max ofrece una cubierta completa para la plataforma de carga que, de esta forma, bien podría utilizarse como un enorme maletero, si fuera impermeable, claro. Sin embargo, en la actualidad el agua se cuela por todas las rendijas posibles y la zona de carga se empaña o, en determinas circunstancias, se hiela desde dentro. La mejor opción es seguramente las más sencilla: sin cubierta ni tapa. Si lo que uno quiere es otra cosa, siempre se puede comprar un SUV.

Según el equipamiento y la estructura, la D-Max puede cargar hasta 945 kilos de peso, mientras que la L200 y la Amarok (con tracción permanente) no llegan a los 860 kilos. Algo similar ocurre con la capacidad de remolque. En el caso de la Isuzu son 3 toneladas; si hablamos de la VW son 2,8 toneladas; y en último lugar está la Mitsubishi con 2,7 toneladas, siempre a una inclinación del 12%.

Para muchos compradores de pick-ups, uno de los principales aspectos, junto con la carga útil y la carga remolcada, es el precio. En este sentido, la Isuzu D-Max ocupa una vez más el primer puesto. La versión de cabina doble y motor diésel 3.0 cuesta 29.277 euros. De forma opcional se puede encargar con pintura metalizada. Las mismas opciones presenta la Mitsubishi L200 2.5 DI-D+ en su equipamiento superior «Motion» por un precio que asciende a los 30.950 euros. No obstante, el niño mimado de esta comparativa juega en otra liga. En su línea de equipamiento intermedia (Trendline) el precio de la Amarok 2.0 TDI 4Motion arranca en los 33.800 euros, que sólo con un navegador o el bloqueo del diferencial (opcional) superará sin esfuerzos los 35.000 euros.

Conclusión

De las tres pick-ups, la Amarok es el modelo que más se parece a un automóvil normal. Los que no vean en ellas una mera herramienta de trabajo se darán cuenta que la conducción del nuevo VW es la mejor y la más segura. Sin embargo, si la pick-up se utiliza principalmente como lo que es, un herramienta, entonces todas las miradas se centran en el Isuzu D-Max. Es capaz de abrirse camino por los terrenos más complicados y, de alguna manera, es la más «auténtica».

La Mitsubishi L200 se encuentra en un punto intermedio entre sus competidores, y no sólo en términos de precio. Convence por el simple hecho disponer del chasis con la configuración más cómoda, incorpora la tecnología más moderna y sobre el terreno ofrece mucho más de lo que la mayoría esperaría de él. En lo que respecta al consumo es el más cicatero. El hecho de que «sólo» pueda enganchar 2,7 toneladas de peso y, por lo tanto, 300 kilos menos que la Isuzu y 100 menos que la VW es algo que seguramente no moleste a muchos.

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