Pese a sus coincidencias, en esta comparativa se enfrentan dos tipos de descapotables completamente diferentes. ¿Cuál es entonces la mejor inversión? Que el Golf Cabrio gana la partida en el aspecto de la amplitud es algo que ya sabíamos antes de comenzar la comparativa. Sus 4,34 metros pueden alojar sin problemas a cuatro personas, máxime cuando no solo la longitud total, sino también la batalla (de 2.578 milímetros) es 12 cm superior a la del Mini.
El banco trasero de éste último no es apto ni siquiera para niños pequeños, por lo que lo mejor es añadir este espacio al volumen del maletero, ya que aquí la capacidad asciende solo a la mitad del maletero de 250 litros del modelo de la Volkswagen. En ambos casos, el respaldo se puede plegar sin problemas. Sin embargo, el Mini no es solo más estrecho en la parte trasera, sino que conductor y copiloto también disfrutan de menos espacio que en Golf, donde todo tiene un aspecto más ligero.
Más espacio y mejor calidad en el VW
En la valoración de la calidad es también VW la que se lleva el gato al agua. El Mini descapotable (fabricado en Oxford) se aproxima pero no iguala los acabados casi perfectos del Golf Cabriolet, producido en la antigua fábrica de Karmann (situada en la localidad de Osnabrück). Las superficies también tienen un mejor tacto en el VW y las uniones son más precisas. Algunos detalles, como la pequeña palanca de plástico para el control del iDrive y que tiene el aspecto de un joystick barato, empañan la impresión global del Mini.
En cambio el Golf se presenta con una imagen burguesa nada espectacular, todo está claramente estructurado, organizado, por lo que su manejo es tan sencillo como poco excitante. Todo lo contrario al Mini. Las pequeñas patillas situadas entre los interruptores recuerdan a la cabina de un avión y el enorme velocímetro a una balanza de cocina; a todo esto cabe añadir una luz de ambiente con un amplio espectro cromático. Lo que está claro es que el Mini presenta el interior más llamativo, aunque cada uno decidirá si se decanta por lo innovador y alegre de su salpicadero o por la estética más sencilla del Golf.
Más par motor gracias al turbo
En el apartado de la potencia de ambos motores de cuatro cilindros la diferencia entre el Golf y el Mini es de tan solo 7 CV, aunque también de 400 cm3 de cilindrada. Sin embargo, ésta comparativa rebate la idea de que la cilindrada «es insustituible». Gracias a la turbocompresión, el 1.2 TSI del VW desarrolla un par motor de 175 Nm a tan solo 1.550 vueltas, por lo que el Mini con su cilindrada de 1,6 litros y sus 153 newtons/metro a 3.000 revoluciones pierde por goleada. En ambos casos la potencia se gestiona a través de una caja de cambios manual de seis velocidades, que en el VW trabaja de forma algo más suave.
La potencia de la que el Golf dispone de forma más temprana se refleja en un arranque más vigoroso. En cambio, a altas revoluciones el Mini, con sus enormes ópticas delanteras, le gana la partida al Golf, algo confirma el tiempo de aceleración El modelo británico es capaz de arañarle al de Wolfsburgo cuatro décimas de segundo, alcanzando los 100 km/h en 11,3 segundos, algo en lo que seguramente también tengan algo que decir sus casi 200 kg menos de peso. En lo que respecta a la velocidad máxima, el Golf, con 188 km/h, logra salir airoso por los pelos, ya que el Mini alcanza los 181 km/h.
Menos corrientes de aire en el Golf
La gran diferencia es que los trayectos a gran velocidad son más cómodos a bordo del Golf, ya que –con la capota cerrada– el Mini se vuelve bastante ruidoso. Ya a una velocidad de 130 km/h al techo de lona le resulta imposible aislar el interior del ruido del aire, mientras que a cielo abierto –la maniobra de apertura y cierre de la capota tiene lugar en ambos casos pulsando un botón y hasta aproximadamente los 30 km/h– en el Golf se generan menos turbulencias.
La ventaja del Mini es que el techo de lona no tiene por qué abrirse del todo, sino que también sirve como techo corredizo. Sin embargo, al retirar la capota ésta queda plegada detrás del banco trasero, obstaculizando aun más la ya de por sí bastante limitada visibilidad hacia atrás. En el caso del Golf, el techo desaparece dentro de un compartimento de almacenamiento.
Suficiente, pero no excesivo
Pero volvamos a los motores. Si bien con ambos vehículos es posible avanzar de forma bastante rápida, ninguno de los dos modelos esconde una máquina de altas prestaciones, sino el motor de acceso. En cuidad esto importa poco, pero al circular por carreteras nacionales y sobre todo por autopista este detalle se hace patente especialmente al realizar maniobras de adelantamiento. Tampoco las cifras de elasticidad de 15 segundos (Golf) y 17 segundos (Mini) en el caso de la aceleración de 80 a 120 km/h son embriagadoras.
Por lo tanto, los que visiten a menudo el carril izquierdo no tendrán más remedio que pisar a fondo en ambos modelos, de forma que el consumo de combustible se disparará más allá de los valores nominales oficiales. En el caso del Mini estamos hablando de 5,7 litros y en el caso del Golf de 5,5 litros. En la práctica, el modelo menos pesado (Mini) también se mostró más eficiente, aunque a otro nivel, puesto que durante la prueba el Mini registró un consumo de entre 7 y 8 litros a los 100 km, mientras que el Golf consumió aproximadamente 9 litros. Mientras que para el 1.2 TSI es posible encargar el paquete Bluemotion con tecnología Stop&Start, el One es el único Mini –además del modelo deportivo John Cooper Works– para el que no está disponible la tecnología de desconexión del motor.
Diversión al volante Vs. confort
En el apartado del confort de marcha y la agilidad la comparativa muestra dos mundos completamente diferentes. El Mini destaca, incluso en la versión de acceso, por su incombustible sensación de karting. Gracias a su dirección directa las maniobras son precisas y el trazado de las curvas impecable. Sin embargo, esta gran dinámica es el resultado de un chasis bastante rígido que en el día a día puede llegar a resultar demasiado duro e incómodo.
Todo lo contrario al Golf, ya que el de Wolfsburgo amortigua de forma mucho más suave las irregularidades de la calzada, mimando a los conductores en todo momento. Sin embargo, en curva muestra una mayor inclinación lateral y también tiende a subvirar antes que el Mini, algo que provoca inevitablemente la intervención del ESP obligatorio.
Diferencia de 2.000 euros
Por una mayor oferta de espacio, un par de CV más y un confort en marcha más elevado tendremos que pagar 2.140 euros más que por el Mini descapotable, disponible desde 21.200 euros. En ambos modelos básicos el equipamiento es similar, también en términos de escasez.
Con lo que ambos cuentan es con elevalunas eléctricos, aunque el Mini dispone además de una radio, algo que en el caso del VW cuesta al menos 440 euros. En cambio, el Golf dispone de un sistema de aire acondicionado que para poder disfrutar de él en el Mini tendríamos que sumar 990 euros al precio final. Sin embargo, ambos ofrecen innumerables opciones de equipamiento, de forma que los precios pueden superar fácilmente los 30.000 euros.
Conclusión
Los que prefieran ante todo diversión al volante y no deseen conducir un descapotable convencional tendrán que decantarse sin lugar a dudas por el Mini. Su configuración más deportiva aumenta el placer de conducir, por lo que sobre todo en carreteras sinuosas es capaz de dejar atrás al Golf. Sin embargo, esta mayor dinámica se paga con un poco menos de confort y considerablemente menos espacio, aunque el modelo británico es también 2.000 euros más barato.
Si, por el contrario, uno suele viajar a menudo acompañado de más de una persona, entonces el Golf es la mejor opción, ya que su parte trasera resulta cómoda. El dinero extra que tendremos que invertir en el Golf lo recuperaremos en forma de una regulación más cómoda del chasis que ofrece claras ventajas en el día a día. Sin embargo, con el VW también nos haremos con el descapotable más sencillo.