Hace no mucho, en el reino del automóvil, existía un segmento que dominaba con mano de hierro. Surgidos a partir de vehículos compactos, los monovolúmenes medios campaban a sus anchas ofreciendo cualidades que los clientes sabían apreciar. El espacio y la modularidad eran sus principales virtudes logrando que sus ventas no hicieran más que crecer y crecer. Sin embargo, un día, la paz se vio truncada con la llegada de un nuevo contendiente. Derivado también de un compacto, ofrecía una estética mucho más llamativa y un puesto de conducción más elevado, dominante le decían algunos. Todo ello, incluso, ofreciendo una habitabilidad cercana a la de los queridos monovolúmenes. Se hacían llamar a sí mismos SUV compactos, aunque en otras tierras eran conocidos como crossover o todocaminos.
Poco a poco su influjo y su éxito fueron in crescendo y, aunque la crisis azotó a todos por igual, una vez la calma volvió al río, resurgieron con más fuerza. Una fortaleza que se ha confirmado con unos datos de venta que asustan, ya que, en la actualidad, uno de cada tres modelos que se venden en el España es un SUV compacto, con una tendencia alcista que, en poco tiempo, podría llegar a la mitad de las matriculaciones. No en vano, a finales de mayo, su incidencia sobre el mercado ya era del 15%, a poca distancia de los compactos, 16,2% y de los utilitarios, 16,5%. Mientras que los monovolúmenes compactos, otrora los grandes dominadores del sector, siguen en caída libre, con una cuota del 4,7% cuando, a estas alturas, hace cinco años representaban casi el doble, 8,1%.
Pues bien, dejando de lado esta narración de tintes tan épicos, hemos decidido conocer el porqué del incremento y descenso de uno y otro, poniendo en liza a dos de los modelos más representativos. Como si de un combate de boxeo se tratara, en una esquina tenemos a la nueva generación del Renault Scénic, el otrora rey absoluto de su segmento, que se ha actualizado por completo; y en la otra, el aspirante a colocarse como gran dominador del sector, el SEAT Ateca, un modelo que ha causado sensación no solo en su categoría sino en todo el mercado.
Diseño
Lo primero que comparamos es, sin duda, su estética. Principalmente porque la primera razón de compra de un conductor español se basa casi íntegramente en el diseño. En este sentido, ambos contendientes cumplen con lo que se les demanda: que sean vistosos. Por un lado, el Ateca mantiene unas líneas típicas de todoterreno, cuadradas, con un capó largo, pasos de rueda prominentes, parachoques voluminosos y las características protecciones en plástico negro a lo largo de todo el perímetro inferior. Todo lo contrario que en el Scénic, con un morro corto, grandes superficies acristaladas y una línea de techo más alta. En concreto tiene una altura de 1,65 metros, es decir, 4,8 centímetros más que el español. Ahora bien, la filosofía del modelo galo ha cambiado por completo dejando un poco de lado ese aspecto sobrio de las primeras generaciones por uno más atlético y robusto, es decir, adjetivos que caracterizan a los SUV.
Esto no es algo nuevo en la marca, pues el Espace ya se encargó de mostrarnos el camino que están tomando los monovolúmenes de la firma del rombo, con una clara tendencia ‘todocaminizada’. Una estrategia que nos gusta por lo atrevida que resulta. Pero además, el Scénic cuenta con un elemento diferenciador que, a buen seguro, provocará el flechazo de los compradores: las llantas de 20 pulgadas. Sí, has leído bien. Un diámetro que, hasta ahora, solo estaba reservado para los grandes todocaminos y superdeportivos. Eso sí, a diferencia de ellos, están montadas sobre unos neumáticos más estrechos. Los de nuestra unidad eran unos Continental ContiEcoContact5 con una medida de 195/55, la única disponible para el modelo.
Con ello, el Scénic cumple una de las máximas: la función estética ya que no solo logran que el coche sea más proporcionado sino que los acabados básicos podrán gozar de una apariencia más atractiva. Y para rematar, las llantas se ofrecen en distintos diseños y son personalizables, gracias a unos elementos insertables denominados add-ons.
Modularidad vs robustez
En lo que a dimensiones exteriores se refiere, estamos ante dos vehículos bastante parejos. Más allá de la ya comentada altura, el Scénic se postula de nuevo como un vehículo ligeramente más grande. Los 4,41 metros de longitud y 1,86 de anchura implican 4,3 y 2,5 centímetros más que el Ateca. Eso sí, cabe resaltar que el modelo español es uno de los más compactos de su segmento ya que, por ejemplo, un Peugeot 3008 mide 4,45 metros o un Volkswagen Tiguan, primo hermano del español, aumenta su longitud hasta los 4,49 metros.
Unas dimensiones que inciden directamente en la habitabilidad interior. Aquí, el Scénic vuelve a tirar de metro para ofrecer una distancia entre ejes de 2,73 metros, frente a los 2,64 del Ateca. Viendo estos datos uno podría pensar que el SEAT tendría las de perder frente a su rival, que lo tiene, pero no por tanto como a priori cabe esperar. La segunda fila cuenta con espacio más que de sobra para que dos adultos de 1,90 metros se acomoden sin problemas de espacio ni para las piernas ni para la cabeza. Solo el que ocupe la plaza central irá algo más incómodo. Esta es una de las grandes bazas de los todocamino, que son capaces de ofrecer un espacio interior amplio sin necesidad de estirar demasiado su carrocería.
Si lo comparamos con el Scénic, resulta curioso que la altura libre al techo es inferior en el modelo francés, circunstancia que se da porque sus butacas están colocadas 10 centímetros más alto que las del Ateca. De esta forma, un adulto que sobrepase los 1,85 metros ya comenzará a tocar con la coronilla en el techo. Eso sí, donde el Scénic tiene todas las de ganar es, sin duda, en la modularidad. El responsable, una fila trasera compuesta por tres asientos individuales –aunque el central y el derecho forman un conjunto-, que además ofrecen un recorrido longitudinal de 15 centímetros. De esta forma la capacidad del maletero se puede ver incrementada ligeramente, siempre y cuando no transportemos a nadie en dicha fila.
Reyes del espacio
Y ya que lo mencionamos, el maletero es una de las zonas más conflictivas dentro de la lucha entre SUV y monovolúmenes. En este particular duelo, el Scénic sale ganando pero por poco. De hecho, obtiene la victoria porque nuestro Ateca se combinaba con el sistema de tracción integral, circunstancia que reduce el volumen de carga en 25 litros por el montaje del embrague Haldex. Así, los 485 litros suponen 23 menos que el francés, pero si estuviéramos ante un Ateca 4x2, este se alzaría como vencedor gracias a los 510 litros que ofrece.
Ambos presentan unas formas internas regulares, con una profundidad idéntica, 81 centímetros, y una anchura de 101 centímetros para el español y 109 para el galo; mientras que la altura al techo, sorprendentemente el Ateca la aprovecha mejor. Al abatir la segunda fila, el Scénic ofrece un piso completamente plano, mientras que en el Ateca hay un pequeño escalón. En los dos, podremos meter objetos de hasta 1,45 metros de longitud. Ya por último, si analizamos las bocas de carga, de nuevo vemos cómo la del Ateca es más ancha y alta, aunque la del Scénic está situada 3 centímetros más cerca del suelo, a 60, y no cuenta con un parachoques tan voluminoso como el del su rival.
Ahora bien, de nuevo en lo que sale victorioso el Scénic en particular y los monovolúmenes, en general, es en el espacio adicional. En este sentido, el modelo galo ofrece más huecos porta objetos que, en total, suman otros 63 litros. Aquí, buena parte de culpa la tienen las dos guanteras de generosas dimensiones. Una en su lugar habitual, con la peculiaridad de extraerse como un cajón –hecho que estrenó el Captur- y otra en el túnel central, la cual puede desplazarse longitudinalmente por todo el túnel.
Tecnología punta
Colocados en su puesto de conducción, la sensación que tiene uno es la de robustez y tecnología. En este sentido, el diseño más espartano y ordenado del Ateca nos gusta más, sin obviar que los ajustes parecen estar mejor rematados. Eso sí, como elemento diferenciador, destaca la pantalla vertical del Scénic, seña de identidad de la marca, que aunque ofrece u buen funcionamiento sigue sin convencernos su lentitud y lo sucia que resulta. Por su parte, las dos butacas delanteras son cómodas en ambos modelos, aunque en el caso del Ateca, la sujeción parece ser superior. Igualmente, el español nos permite ir situado un pelín más abajo que su rival, un hecho que hará que ‘sintamos’ mejor al coche cuando circulamos por carreteras viradas.
En lo que a equipamiento se refiere, ambas unidades iban hasta arriba, ofreciendo elementos como el arranque y acceso sin llave, el techo panorámico, climatizador bizona, sensores de lluvia y luces, sistemas multimedia con navegación, cámara de marcha atrás –con función 360º en el Ateca, tomas USB… Y como elementos distintivos, un Head-up display escamoteable, en el Scénic y un sistema de carga inductiva para teléfonos móviles, en el Ateca.
Comodidad frente a versatilidad
Una vez hemos analizado las virtudes y defectos ‘en parado’, toca ponerse en marcha. Aquí es donde comprobamos por qué los SUV han ganado tantos puntos, ya que su dinámica de conducción es más parecida a la de un turismo. Un centro de gravedad más bajo y un chasis mejor ajustado, permiten al conductor estar más en sintonía con la carretera… si obviar que ofrecen la posibilidad de circular por terrenos no asfaltados gracias a su mayor altura libre al suelo y a la tracción total.
- Renault Scénic dCi 110 EDC
- SEAT Ateca 2.0 TDI 150 CV 4x4
Motor: Diésel, cuatro cilindros en línea, turboalimentado
Cilindrada: 1.461 cm3
Potencia: 110 CV a 4.000 rpm
Par: 260 Nm a 1.750 rpm
Velocidad Máxima: 183 km/h
0-100 km/h: 12,4 seg.
Consumo (urbano/extraurb./mixto): 4,2 / 3,9 / 4,0 l/100 km
Emisiones CO2: 104 gr/km
Dimensiones: 4.406 / 1.866 / 1.653 milímetros
Maletero: 506 litros
Peso: 1.576 kg.
Cambio: Automática, de doble embrague, seis velocidades
Depósito: 52 litros
Precio: 27.135 euros
Precio ud. probada: 28.741 euros
Motor: Diésel, cuatro cilindros en línea, turboalimentado
Cilindrada: 1.968 cm3
Potencia: 150 CV entre 3.500-4.000 rpm
Par: 340 Nm entre 1.750-3.000 rpm
Velocidad Máxima: 196 km/h
0-100 km/h: 9,0 seg.
Consumo (urbano/extraurb./mixto): 5,9 / 4,7 / 5,1 l/100 km
Emisiones CO2: 129 gr/km
Dimensiones: 4.363 / 1.841 / 1.601 milímetros
Maletero: 485 litros
Peso: 1.548 kg.
Cambio: Manual, de seis velocidades
Depósito: 55 litros
Precio: 34.932 euros
Precio ud. probada: 37.992 euros
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Sí, porque hablar de versiones 4x4 en el Scénic es algo quimérico, mientras que en el Ateca es una constante normal. Un punto a favor de los SUV que, eso sí, tampoco pueden sacar mucho pecho una vez salgan de ‘lo negro’. En el caso del Ateca, quizá sea una de las excepciones ya que durante la prueba, la efectividad del sistema de tracción integral, mediante el embrague Haldex de quinta generación, fue tan satisfactorio que no nos cansamos de rodar por caminos de tierra. Además, el modelo español cuenta con un modo específico denominado Offroad dentro del Seat Drive Profile, que varía la gestión del motor, cambio y sistema de tracción para mejorar la efectividad sobre terrenos arenosos.
Unos caminos a lo que el Scénic ni se plantea salir, pese a su estética algo más ‘todocaminizada’ como la hemos bautizado antes… y menos aún con unos neumáticos tan peculiares como los que monta. Eso sí, gracias al empleo de la nueva plataforma CMF –que ha dado lugar al Espace, Talismán y Mégane-, el comportamiento del monovolumen es, precisamente, menos familiar. La dirección sigue teniendo un tacto artificial, pero el chasis trabaja perfectamente ofreciendo un gran equilibrio entre dinamismo y confort. Sabemos que no es algo que el conductor vaya a hacer, pero en carreteras con curvas, yendo a un ritmo rápido, aún se notan demasiado las inercias. Todo lo contrario que en el Ateca, donde el gran ajuste de sus suspensiones le mantiene firme incluso en los cambios de apoyo acusados.
Ambos cuentan con un selector de modos de conducción, con cinco modos en el francés y seis en el español –si incluimos el comentado Offroad-, que nos permite cambiar los parámetros del vehículo para convertirlo en un coche más rutero o en uno más picante. Eso sí, el Ateca cuenta con la opción de montar una suspensión adaptativa con dos grados de dureza. Es algo caro, 727 €, pero merece la pena montarlo. Lo que sí hubiera merecido la pena es que el Scénic pudiera montar el sistema de ruedas traseras directrices 4Control que sí montan el resto de modelos y que le hubiera hecho ganar un gran número de puntos.
En lo que a motorizaciones se refiere, aquí la lucha es algo desigual, más que nada porque el Ateca iba equipado con un propulsor más potente, el conocido 2.0 TDI de 150 CV, asociado a una caja de cambios manual de seis relaciones. Mientras que el Scénic optaba por el 1.5 dCi de 110 CV, otro bloque de contrastado éxito, pero en combinación a la transmisión automática de doble embrague, EDC, de seis velocidades. Son dispares, sí, pero lo cierto es que se convierten en las opciones perfectas para cada vehículo. Ambos se mueven con soltura, sobre todo al pasar el régimen de las 1.500 vueltas. Eso sí, nos son dos máquinas prestacionales pero sí consiguen ajustar al máximo el consumo medio. De hecho, ambos lo clavaron en 5,9 l/100 km. Un buen dato que, si bien, se decanta más en favor del Ateca ya que debía mover más caballos y un sistema de tracción integral que, a priori podría actuar como ‘cepo’, aunque mirando los pesos declarados de nuestra unidades, vemos cómo el español es incluso más ligero, 28 kilos para ser más exactos.
La elección de la caja de cambios es un asunto muy personal, pero las transmisiones de nuestros protagonistas ofrecen más ventajas que inconvenientes. El tacto de la manual de SEAT es exquisito, mientras que la EDC destaca por su rapidez de manejo. Solo en aceleraciones acusadas, notamos algo de retardo para bajar marchas, dejando unos vacíos que con la manual son impensables. En este caso, agradeceríamos unas levas situadas tras el volante, que nos permitieran hacer un uso secuencial de la misma.
En resumidas cuentas
Los SUV están de moda, sí. Un éxito que se sustenta en pilares como el espacio, el diseño, una dinámica de conducción más equilibrada y la posibilidad de salir al campo de vez en cuando. Ahora bien, siguen a años luz de la modularidad de los monovolúmenes. Pero esta ventaja se queda corta a la hora de intentar luchar de tú a tú, ya que ni siquiera en lo que a espacio trasero se refiere, ya tienen la ventaja que antes les caracterizaba. Renault ha hecho un gran esfuerzo para que el Scénic vuelva a liderar su segmento, hecho que estamos convencidos que acabará pasando, pero si además de lidiar contra sus rivales naturales, tiene que batirse el cobre con los todocaminos, la batalla quizá esté perdida, más aún si el resto ofrece la mitad de virtudes que el Ateca. Lo único que les puede quedar, es el precio, ya que en este particular duelo, el modelo galo salía mejor parado al costar, con las opciones, 9.251 € menos que su rival.