Una decisión afortunada, tal y como demostró el paso del tiempo, puesto que el SUV de aspecto urbano goza desde entonces de una innegable popularidad. Ahora Subaru también intenta dar con la fórmula del éxito con el XV. Motivo suficiente para comparar el otrora número uno con la nueva apuesta de esta categoría. Como es bien sabido, el grueso de los propietarios de modelos SUV podría prescindir sin problemas de cualquier cualidad offroad de sus vehículos, ya que la mayoría de estos pseudo-todoterrenos solo se utilizan sobre el asfalto. Y precisamente a ese campo de aplicación están orientados los dos candidatos de nuestra comparativa de hoy, aunque ambos parecen querer dejar volar la imaginación de los compradores tanto por su aspecto exterior como por sus respectivas tracciones 4x4. Esta cualidad todoterreno carece tanto de justificación como de sentido, pero es lo que está de moda hoy en día.
Al menos a primera vista parece que el Qashqai es el modelo más adecuado para un uso fuera de las carreteras asfaltadas, ya que se eleva un par de centímetros más sobre el piso, mientras que la protección de bajos negra de generosas dimensiones y las barras portaequipajes reservadas a las líneas de equipamiento superiores le confieren un aspecto más aventurero. Pese a la discreta revisión estética a la que han sometido al modelo de 2012, el Qashqai parece estar algo entrado en años.
En cambio, el XV de aspecto más moderno es el precursor de la nueva generación Impreza que con una elevación de su chasis y una protección de plástico igual de discreta también pretende dárselas de vehículo todoterreno. Sin embargo, en comparación con el Qashqai el embellecedor de protección negro del XV queda reducido a una mera insinuación y sus superficies pintadas en el color de la carrocería denotan un carácter más urbano. Como toque especial Subaru ha dotado al XV de llantas de aleación en color negro, lo que parece querer realzar de forma más intensa su escasa altura con respecto al suelo.
Sencillo y ordenado
En ambos casos los interiores se caracterizan por presentar un aspecto bastante ordenado o más bien sobrio, depende de cómo se mire. En el caso del Nissan el conjunto resulta un poco decepcionante, ya que a sus superficies de plástico negro y gris les falta ese algo especial. Ni siquiera los asientos en piel son capaces de crear un verdadero ambiente premium. El habitáculo del Qashqai tampoco puede esconder su antigüedad –al menos en el Juke los japoneses demuestran cómo con algunas soluciones realmente sencillas es posible crear un interior más atractivo y moderno.
En el Subaru la cédula de ocupantes no solo resulta un poco más moderna, sino que gracias a sus huecos portaobjetos también es más práctica. A esto cabe añadir un concepto de manejo acorde a nuestros tiempos y una selección de materiales convincente, aunque todo ello no es suficiente para crear un habitáculo realmente confortable. Lo sorprendentemente es que a pesar de que su interior solo muestra plástico duro y asientos de tapicería textil el XV resulta un poco más acogedor.
Suficiente espacio
Además, el Subaru XV –cuya longitud supera en más de 10 cm la del Qashqai– presenta la mejor oferta de espacio para los pasajeros. En los asientos delanteros se puede viajar cómodamente incluso en trayectos largos y en la parte trasera la libertad de movimiento a la altura de las piernas se sitúa casi al nivel de una gran berlina. En cambio su maletero (de 380 a 1.270 litros), si bien presenta unas dimensiones adecuadas, es más pequeño que el del Nissan. Lo que tampoco nos ha convencido del compartimento de almacenamiento del Subaru es que las paredes no están tapizadas, por lo que el plástico que queda a la vista es susceptible de recibir múltiples arañazos.
En cambio, el maletero del Nissan es menos delicado y, además, más espacioso. En situación normal tiene una capacidad de 410 litros, aunque con el respaldo del banco trasero abatido el espacio aumenta incluso hasta más de 1.500 litros. Lo único que molesta a la hora de cargar el Nissan es su portón trasero de escasa apertura contra el que las personas de 1,80 metros de altura podrían abrirse la cabeza si no andan con cuidado. Por lo demás su altura no sería un problema en el Qashqai.
Potentes gasolina
Ambos candidatos montan motores de gasolina de dos litros que en el plano técnico siguen caminos bastante diferentes. Si bien el Nissan cuenta con un cuatro cilindros en línea convencional de 141 CV de potencia, el XV de 1,5 toneladas de peso monta un motor boxer de cuatro cilindros que desarrolla 150 CV y un par motor de 196 Nm a 4.200 revoluciones que en realidad debería ser algo más alegre en su funcionamiento que el del Nissan.
A pesar de que el motor boxer es un propulsor deportivo de carácter, si se conduce de forma moderada es capaz de mostrar un comportamiento refinado y modélico. Y pese a contar con una caja automática CVT continua, su propulsión resulta hasta cierto punto vehemente. Al demandar mucha potencia es cuando el motor se vuelve algo más ruidoso, sobre todo porque entonces el cambio crea un molesto efecto elástico, es decir primero aumentan las revoluciones y luego se alcanza poco a poco la velocidad deseada. Sin embargo, aquellos conductores que demanden potencia de forma sensata disfrutarán de una armónica interacción entre el motor y una transmisión con la que puede prescindir –aunque no es necesario– del pesado trabajo de cambio.
El Nissan –y aquí es donde la comparativa cojea un poco– monta un cambio manual de seis velocidades simple, aunque de funcionamiento relativamente suave. En este caso el gasolina también trabaja con suma suavidad y, pese a desarrollar menos potencia, en los rangos de revoluciones intermedio y alto resulta incluso más rápido que el boxer del XV. Así, el tiempo de aceleración es de 10,1 segundos y su velocidad máxima alcanza los 193 km/h. En comparación, las cifras del XV son 10,7 segundos y 187 km/h de velocidad punta.
Ninguno domina las curvas
En curva ninguno de los dos candidatos muestra un carácter especialmente deportivo. Aunque con el XV el trazado de las curvas es un juego de niños, y además no se muestra tan inconstante como el Qashqai de mayor altura, al intentar tomar curvas muy estrechas a gran velocidad tiende a subvirar de forma temprana, aunque fácilmente controlable. En cambio, gracias a su tracción integral altamente variable al acelerar para salir de la curva el conductor no percibe ningún molesto cambio de dirección provocado por el exceso de par motor sobre el eje motriz.
En lo que respecta a la tracción y las capacidades todoterreno, el Qashqai se mueve al mismo nivel que el XV. Si bien el comportamiento direccional del Nissan no es tan espontáneo, éste tiende a dejarse sacudir alegremente de derecha a izquierda, aunque sin someter a sus ocupantes a demasiadas calamidades. Y, al igual que el XV, en curvas demasiado cerradas el Qashqai tiende claramente a subvirar, aunque en este caso el ESP de serie también mantiene al vehículo seguro en la trazada y le permite salir con suficiente adherencia de la curva.
El XV es demasiado duro
En lo que respecta al tren de rodaje, lo más destacable es la cómoda configuración del Qashqai que pese a montar ruedas de 18 pulgadas es capaz de rodar sin inmutarse por encima de casi cualquier irregularidad, mientras que el XV con sus ruedas de 17 pulgadas muestra una tendencia casi intolerable a las sacudidas. Por lo tanto, para un uso urbano el XV resulta a todas luces demasiado duro.
En cambio, ninguno de los dos candidatos es demasiado recomendable para realizar largos desplazamientos. Si tenemos en cuenta que sus respectivas potencias son en realidad generosas, ambos carecen de una progresión adecuada; sus acústicas también podrían ser mejores y aquellos que deseen rodar por encima de la velocidad recomendada tendrán que aceptar unos registros de consumo de dos cifras. Sin embargo, manteniendo una conducción relajada es posible firmar unos consumos de ocho (Subaru) y nueve litros (Nissan), mientras que a velocidades superiores estaríamos hablando de entre 11 y 12 litros. Lo que resulta sorprendente es que a pesar de disponer de una mayor potencia y del cambio CVT, el Subaru es claramente más eficiente, algo que debe en gran medida a la inyección directa de gasolina.
Sin embargo, en general en el segmento de los SUV y para las velocidades a las que es posible conducir por autopistas alemanas se aplica la máxima de recurrir siempre que sea posible a los motores diésel disponibles, tal y como demuestran las cifras de matriculaciones en esta categoría. A pesar de la popularidad de los diésel, también existen ventajas que hablan a favor de los gasolina: la posibilidad de combinación con un cambio CVT, una marcha más suave y un precio de adquisición más bajo.
Precios moderados
Esto último tiene como resultado unas buenas tarifas básicas en el caso de nuestros dos candidatos: 23.500 y 23.700 euros. Sin embargo, el XV 200 euros más caro ofrece ya la tracción integral de serie, con la que el precio del Qashqai –en combinación con el gasolina de dos litros– se dispara hasta los 25.690 euros. De esta forma, los que deseen tracción integral podrán hacerse con el XV básico por 2.000 euros menos. La variante con motor diésel del Subaru cuesta 3.000 euros más, y en el caso del Nissan 4.000 euros más. Por lo demás, nuestros dos candidatos se presentaron a la comparativa en sus respectivas líneas de equipamiento superiores por las que tanto Subaru como Nissan piden aproximadamente 32.000 euros en combinación con la tracción integral y los cambios CVT disponibles.
En este sentido, a igualdad de equipamiento ninguno de los dos contrincantes puede hacer valer ventajas de precio a su favor. Si bien en su versión superior el Qashqai ofrece un equipamiento de cuero por el que en Subaru habría que poner 2.800 euros más sobre la mesa, a cambio el XV dispone de un sistema de navegación técnicamente más avanzado y un sistema automático de parada y arranque, de forma que en este caso las diferencias de precio son insignificantes. Lo que resulta más determinante es que en comparación con el VW Tiguan tanto el Subaru XV como el Nissan Qashqai son notablemente más baratos y se perfilan como verdaderas alternativas económicas al niño mimado del segmento.
Conclusión
El segmento de los compactos crossover de estilo SUV cofundado en parte por el Nissan Qashqai cuenta con un nuevo miembro entre sus filas: el Subaru XV. La diferencia en este caso es que el XV se muestra más urbano y, por lo tanto, más honesto que sus competidores y, además, combina la tracción integral de serie con un motor boxer sumamente interesante y un cambio CVT continuo. Una mezcla interesante, aunque no llegue a entusiasmar en todos sus aspectos. En definitiva podemos destacar tres ventajas del XV realmente dignas de mención: su económico precio básico, su generosa oferta de espacio y un propulsor de gasolina bastante eficiente.
Sin embargo, todo esto no es suficiente para desplazar a un Qashqai algo entrado en años. Quizá el Nissan esté un poco anticuado tanto por dentro como por fuera, pero esta impresión es quizá también una cuestión de gustos personales. En otros aspectos el Qashqai es capaz de superar al XV sin problemas. El Nissan es más rápido, ofrece el maletero más amplio y cuenta con el chasis más cómodo. Sin embargo, estas ventajas tampoco son suficientes como para declararle claro vencedor en esta comparativa.