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Comparativa: Ford C-Max vs. Citroën C4 Picasso – Para todos los gustos

En realidad, los monovolúmenes compactos son automóviles destinados a la familia cuyas pretensiones se limitan a facilitar la vida de sus propietarios con soluciones útiles, prácticas y razonables.

Sin embargo, con una mayor potencia y muchos extras en el apartado del confort los dos candidatos de nuestra comparativa de hoy ofrecen mucho más que esos simples valores. Mientras uno de ellos otorga más importancia a lograr una experiencia de conducción orientada al placer y a la deportividad, el otro sorprende gracias a su excelente versatilidad y a un confort que invita a la relajación. Nosotros os contaremos qué monovolumen satisface unas y otras necesidades.
Un simple vistazo a la estética exterior ya nos indica que el aspecto del aprovechamiento del espacio no primó a la hora de diseñar estos cinco plazas de gran capacidad. Parece que las líneas angulosas forman parte del pasado. El C-Max, con un marcado carácter dinámico, resulta algo más convencional, mientras que el C4 se presenta elegante y original, un diseño que seguramente llamará la atención de los más individualistas.

Ambos se muestran seguros de sí mismos y, gracias a una gran cantidad de inserciones cromadas, ofrecen un aspecto noble y llamativo. Lo que a primera vista transmite una sensación de calidad superior, resulta casi exagerado si se mira con más detenimiento. No obstante, si uno se puede permitir invertir en un equipamiento caro de gama alta, creemos que todo el mundo debería darse cuenta.

Vivir mejor en el C4

Su interior tampoco transmite la otrora sensación de vehículo de transporte sobrio. Pese a que su diseño no es el más reciente, el interior del C4 todavía parece ir un paso por delante de su época, e impresiona con algunas soluciones especialmente inteligentes y fascinantes. En este caso cabe destacar la ausencia del túnel de transmisión y la consola central, con la mayoría de los elementos de mando –y la palanca de cambios– agrupados en torno al volante. Por un lado, esta solución centrada en el volante proporciona un aspecto muy organizado y, por otro, ofrece una enorme libertad de movimiento a la altura de la rodilla derecha del conductor.

Además, en sus tres asientos traseros completos, incluso en la plaza intermedia, el Picasso cuenta con una zona para los pies extraordinariamente amplia. La pantalla «Infotainment» situada en el centro del cuadro de instrumentos o su parabrisas panorámico, que llega incluso a ocupar parte del techo, son otras de las extravagancias del C4 que no sólo son prácticas, sino que además uno aprende a apreciar rápidamente.

Diseño ejemplar del puesto de conducción

Como ya ocurriera con su aspecto exterior, el C-Max también se muestra algo convencional en su interior, si bien en este caso nos encontramos con un ambiente de gran calidad, moderno y bien organizado. El puesto de conducción se adapta a la perfección a las proporciones de cualquier conductor, ya sea grande o pequeño, puesto que el volante revestido de multitud de prácticos botones de mando también se puede ajustar en profundidad. A diferencia del C4, el conductor del C-Max tiene su espacio bastante limitado y, además, la enorme consola central le impedirá estirar la pierna derecha.

El cuadro de instrumentos combinado del C-Max, con su unidad de tacómetro y cuentarrevoluciones de fácil lectura, resulta modélico. Cabe elogiar, asimismo, las pantallas a color  de fácil lectura situadas entre los instrumentos redondos y en la consola central y que, a través de unos exquisitos gráficos, procesa una enorme cantidad de información. Sin embargo, la consola central del monovolumen de Ford alberga muchos interruptores y botones cuya organización deja bastante que desear. Por este motivo, uno necesita dedicarle cierto tiempo a familiarizarse con las distintas funciones que ofrece.

En cambio, la parte trasera de la cédula de los ocupantes no resulta tan impresionante. Si bien el C4 es un verdadero cinco plazas, la configuración de plazas de este Ford no pasa de ser 4+1. A diferencia del C4, el asiento intermedio del C-Max sólo es recomendable para trayectos cortos y ocupantes de pequeña envergadura. En general, la oferta de espacio de la parte trasera del Ford no resulta muy amplia.

Gran versatilidad

Lo que sí podemos hacer, de forma alternativa, es plegar hacia adelante –aunque con bastante esfuerzo– la banqueta trasera. El maletero del C-Max (471 litros en posición normal) se puede ampliar en un primer momento inclinando simplemente el respaldo de los asientos traseros, si bien el enorme escalón que se crea resulta bastante molesto. Otra alternativa es abatir los asientos ya plegados hacia adelante, que posteriormente tendremos que sujetar con sus correspondientes tensores. Una vez abatidos, también es posible sacar las tres plazas del interior, con lo que el espacio de almacenamiento aumenta hasta los 1.723 litros. Sin embargo, a la hora de extraer los asientos traseros su posición intermedia puede constituir un verdadero reto logístico.

A la parte trasera del C4 Picasso –tan sólo 10 cm más largo– no sólo se accede de forma más fácil, sino que la oferta de espacio en todas las direcciones es mayor que en el C-Max, y en todos los asientos pueden viajar de forma cómoda incluso adultos. De forma alternativa, también se puede ocultar la banqueta trasera al completo (respaldo dividido en tres partes y superficie de asiento) debajo del suelo del monovolumen. El proceso de ampliación del maletero es más sencillo y rápido y, además, el resultado es un suelo completamente plano y una mayor capacidad (1.734 litros). Otras ventajas del C4 son un mayor número de compartimentos de almacenamiento, tanto grandes como pequeños, así como una mejor visibilidad gracias a unas superficies acristaladas más grandes. Si analizados únicamente los valores prácticos de un monovolumen, esta comparativa se decanta indiscutiblemente a favor del C4 Picasso. Esto se debe, por un lado, a su mayor versatilidad y, por otro, a una oferta de espacio relativamente más amplia.

Excelente en el trazado de curvas

Aunque no sea tan práctico, el C-Max nos sorprende aún más si cabe por el increíble placer de conducir que nos transmite. Sobre todo en lo que respecta al chasis debemos quitarnos el sombrero ante los ingenieros de Ford. A la vista de la conseguida configuración del C-Max, seguro que los desarrolladores se han ganado una buena dosis de elogios por su trabajo y, además, estamos convencidos que durante el desarrollo también se lo han pasado en grande. Simplemente sensacional a la velocidad y con la alegría con la que uno puede tomar las curvas con este gigante procedente de Colonia. El volante impresiona por su exquisita precisión, su excelente control de la ejecución y un comportamiento direccional especialmente espontáneo. Incluso los amantes de los deportivos podrán deleitarse con este modelo.

Y pese a que el C-Max es quizá el representante más deportivo de su segmento, la subestructura también es capaz de satisfacer los requisitos más estrictos en cuanto a confort. Una respuesta delicada, una amortiguación sumamente rápida e incluso sobre una superficie muy irregular, un deslizamiento absolutamente libre de cualquier sobresalto o sacudida brusca.

Corpulencia en lugar de agilidad

Si bien el Citroën Picasso es cómodo, tenemos que reconocer que no tiene nada que hacer frente al confort del C-Max. Su chasis amortigua de forma más seca, mientras las irregularidades más evidentes del suelo pueden llegar a provocar incluso un ligero desplazamiento de la parte trasera. Además, su chasis más sintético no transmite al conductor la sensación de fundirse con el vehículo, haciendo que éste se muestre más rígido y menos preciso. A pesar de que con el Citroën se pueden alcanzar velocidades excelentes en curva – sin comprometer en ningún momento la seguridad–, éste no es capaz de generar la misma diversión al volante que el C-Max. Por lo tanto, en lo que respecta a los aspectos técnicos del chasis, al C4 no le queda más remedio que darse por vencido frente a un oponente claramente superior.

Incluso en el apartado de la propulsión el francés se queda ligeramente por detrás. Nuestras unidades de prueba estaban equipadas con motores de gasolina 1.6 de máxima actualidad que, gracias a su respiración forzada, desarrollaban 150 CV y 155 CV, respectivamente. Pese a contar con un poco menos de potencia, el cultivado cuatro cilindros del Ford se muestra vigoroso y expresivo a lo largo de su amplio el régimen de giro, su respuesta al acelerador es espontánea y su progresión casi como la de un diésel. Y no podemos olvidarnos del cambio manual de seis velocidades que nos deparará grandes momentos de diversión al recorrer con su cómoda palanca las distintas correderas. La sensibilidad con la que trabaja puede llegar incluso a convertirse en toda una referencia.

Cuando menos es más

El propulsor algo más potente del C4 sólo se suministra en combinación con el cambio manual automatizado de seis velocidades ESG6. Junto con la palanca de cambios en la consola central, que de esta forma se vuelve innecesaria, cabe destacar especialmente el confort de una caja automática. Sin embargo, este cambio se lleva por delante una gran parte del comportamiento espontáneo que podría ofrecer esta mecánica. En cada cambio se percibe claramente una pequeña interrupción del flujo de fuerza, lo que tiene como resultado un molesto cabeceo del vehículo al engranar una marcha más alta. A los que por norma general les guste rodar tranquilamente entre el tráfico se sentirán muy a gusto con este comportamiento de cambio, si bien los conductores de carácter más dinámico deberían abstenerse.

Además, el cambio automatizado presenta dos inconvenientes objetivos. Por un lado, el tiempo de aceleración es de 10,9 segundos, es decir, medio segundo más que nuestro Ford menos potente. Por otro, con el modelo francés la factura del combustible es más alta. Según Ford, el C-Max de 150 CV de potencia consume 6,6 litros a los 100 km, que prácticamente se convirtieron en 8,6 litros durante nuestra prueba. En el caso del C4, el consumo homologado oficial de 6,7 litros llegó a alcanzar la cifra de 9,4 litros a los 100 km.

Ninguna ganga

En esta comparativa se pone de manifiesto uno de los dilemas básicos de los motores con reducción de cilindrada. Con un estilo de conducción contenido suele ser posible registrar el consumo homologado que anuncia la casa. Sin embargo, a los que les guste pisar a fondo de vez en cuando deberían aceptar que el consumo se situará en un rango de dos dígitos. Por otro lado, y pese a contar con propulsores de cuatro cilindros relativamente pequeños, ambos monovolúmenes ofrecen un elevado potencial en lo que a la dinámica longitudinal se refiere. Además, gracias a su excelente estabilidad en carretera y a un nivel de ruido más o menos bajo, ambos permiten rodar de forma relajada incluso a más de 200 km/h.

Sin embargo, este potencial tiene su precio. Nuestra unidad de prueba, el C4 Picasso THP 155, cuesta al menos 26.940 euros, mientras que el C-Max de 150 CV y motor Ecoboost está disponible a partir de 21.000 euros. No obstante, el equipamiento del francés es mejor: programador de velocidad, parabrisas panorámico, volante en piel, sensor de luz y lluvia, persianas para el sol, luz de conducción diurna tipo LED, reposabrazos delantero, así como un cambio automatizado. Lamentablemente, la ventaja de precio del C-Max no logra equiparar ese plus de equipamiento del francés.

Conclusión

El C4 Picasso ofrece claras ventajas en cuanto a las características típicas de un monovolumen: es más amplio y ofrece una mayor versatilidad, cuenta con algunas soluciones inteligentes, a la par que extravagantes, y además dispone de un cambio con el que nos podemos ahorrar el trabajo de cambiar nosotros mismos de marcha.

Sin embargo, aquellos que sean capaces de aceptar ciertas limitaciones en cuanto a la polivalencia y deseen un monovolumen compacto más orientado al placer de conducir estarán más contentos con el C-Max. Su propulsor y su chasis permiten una conducción claramente más lúdica. En este caso, Ford ofrece el que quizá sea el mejor chasis del segmento de los monovolúmenes compactos de 5 plazas y techo elevado, que satisface los más estrictos requisitos en cuanto a solidez y confort en curva. Además, el C-Max Ecoboost de 150 CV nos ha convencido en esta comparativa gracias a que sus prestaciones son mejores y su consumo es más bajo.

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