Lo mismo ocurre con nuestra comparativa de hoy, que tiene como protagonistas a dos series que en realidad no tienen nada que ver la una con la otra. Y, sin embargo, un vistazo a los datos de referencia muestra que el Citroën C5 y el Volvo S80 son casi igual de grandes, igual de pesados e igual de potentes. No obstante, la disparidad de precios es enorme por lo que se plantea la pregunta de si el elegante modelo sueco puede justificar su sobreprecio. No todos los emparejamientos de modelos S80 y C5 funcionarían, pero en este caso hemos elegido las berlinas de unos 4,80 metros de longitud equipadas ambas con motores diésel de algo más de 200 CV y asociadas a cambios automáticos de seis velocidades. Por lo tanto, los contrincantes se encuentran al mismo nivel, al menos en lo que a potencia de propulsión se refiere. En lo que respecta a los equipamientos, ambos modelos se presentan con sus respectivos niveles superiores: asientos de piel eléctricos, supernavegadores, imponentes sistemas de sonido y climatizador son algunos de los componentes que miman a sus ocupantes.
Sin embargo, en términos estéticos el S80 hace más honor a su estatus de modelo de categoría superior al C5. Por un lado es un poco más grande y, por otro, presenta un aspecto distinguido y conservador, lo que le permite encajar a la perfección en una clase superior. Con más inserciones cromadas y un techo más elevado y con mayor curvatura, el clásico diseño de tres volúmenes del modelo sueco transmite un encanto algo anticuado pero también más elegante.
Belleza y elegancia
Y el interior se presenta aún más refinado. El S80 cuenta con grandes superficies de madera decorativa en color marrón oscuro, mientras los asientos miman a los ocupantes con una piel extra suave, costuras en tonos claros y refuerzos laterales que proporcionan una maravillosa sensación de confort al estilo de los grandes coches de lujo británicos. Además, la oferta de espacio es bastante generosa, especialmente en el fondo. Los pasajeros de la parte posterior podrán apoyar los pies sobre alfombrillas sumamente blandas y a través de los auriculares del sistema de entretenimiento posterior (Rear Entertainment System) integrado podrán disfrutar de forma relajada del programa de televisión que escojan en cada momento. Eso es tener estilo.
Lamentablemente, el C5 no puede ofrecer soluciones de fábrica tan nobles como las mencionadas, aunque también transmite una excelente sensación de bienestar. Con su elegante carrocería de tintes coupé, grandes dosis de decoración cromada, unas enormes llantas, ópticas bixenón y luz de conducción diurna tipo LED, el modelo francés es capaz de diferenciarse con creces del típico coche de empresa de clase media. Y su habitáculo tampoco tiene nada que envidiar a ninguno, ya que se han empleado materiales de gran calidad, los asientos también se presentan revestidos de piel y el asiento del conductor posee incluso una función de masaje. En el apartado de las opciones de confort, en comparación con el S80 la lista de precios tan solo muestra un par de lagunas.
Sin embargo, el conductor del Citroën se sentirá un poco apretado y la parte posterior también resulta algo estrecha, sobre todo en lo que respecta a la libertad de movimiento a la altura de la cabeza. No obstante, en conjunto el interior tiene un aspecto más moderno. Por el contrario, el puesto de conducción del S80 da la impresión de estar un poco entrado en años. Así, las pantallas del cuadro de instrumentos –aunque bastante elegantes– son indicadores monocromo muy pixelados, mientras que el C5 dispone de una pantalla a color de mayor resolución. Incluso en el aspecto táctil y ergonómico el Citroën es un toque más progresivo. Sin embargo, el modelo francés se sigue poniendo en marcha con el clásico giro de llave en el encendido, mientras que en el caso del Volvo el motor comienza a funcionar pulsando simplemente un botón.
Potentes diésel
El S80 se presenta equipado con el ya conocido propulsor diésel D5 de cinco cilindros que gracias a una pequeña inyección de potencia aplicada en el año 2011 ahora desarrolla 215 CV y 420 newtons/metros. El cambio automático de seis velocidades muestra un funcionamiento muy suave y cumple con creces todas las expectativas. Sobre todo en el modo deportivo «Advanced», que se activa pulsando un botón, el grupo es capaz de llevar a este coloso de algo más de tonelada y media de peso en menos de ocho segundos hasta los 100 km/h. Su velocidad máxima es de 225 km/h. Sin embargo, más allá de los 200 km/h el aumento de velocidad tiene lugar de forma bastante lenta y el nivel de ruido es además considerable. De todas formas, este cinco cilindros es un propulsor con un funcionamiento relativamente áspero y que transmite más vibraciones hacia la parte trasera que el motor del Citroën. Éste último, pese a ser más pequeño, se muestra más refinado y, además, más rápido.
En el caso del C5 un cuatro cilindros de dos litros resulta suficiente para desarrollar 204 CV y trasladar 440 Nm a las ruedas delanteras, también aquí a través de una caja automática de seis velocidades. En el tiempo de aceleración el Citroën se queda unas décimas de segundo por detrás del modelo sueco, si bien en lo que respecta a la velocidad máxima ambos se encuentran al mismo nivel. No obstante, con el C5 ésta velocidad se alcanza con menos esfuerzo y, además, a ese nivel el vehículo se muestra cómodo y seguro de sí mismo. Es muy probable que la mejor aerodinámica del modelo francés sea en parte responsable de esta ventaja.
Un excelente chasis hidroneumático
Otro de los motivos por los que el C5 muestra un comportamiento en circulación especialmente suave, sobre todo en autopista, es su suspensión Hidractiva III+ que muy probablemente se convertirá en todo un referente en el sector. Si bien el S80 también ofrece un chasis modélico en términos de confort y regulable en dureza pulsando simplemente un botón, no logra igualar el excelente nivel de calidad de la genial suspensión del C5.
La subestructura del modelo francés transmite una sensación de conducción exquisita, se desliza de forma especialmente serena e imperturbable –sobre todo por carreteras nacionales y autopistas– y filtra casi cualquier irregularidad del piso gracias a una carrocería sumamente flexible. Tan solo en los trayectos más accidentados los ocupantes notarán alguna que otra imperfección de la carretera.
Impecable también en curva
Pese a su configuración especialmente suave, la suspensión del Citroën no obliga a hacer concesiones en el aspecto dinámico. Su gran asentamiento sobre la calzada sorprenderá a aquellos conductores a los que les guste trazar las curvas a gran velocidad. Sin embargo, el Citroën solo transmite al conductor una vaga impresión de lo que tiene lugar entre las ruedas y el asfalto e incluso la respuesta de la dirección es un poco menos precisa que la del S80. En el caso del Volvo, en la posición «Advanced» el vehículo muestra una gran competencia dinámica. Una cosa sí tienen en común ambos contrincantes, y es que en realidad ambos están concebidos para un estilo de conducción más relajado.
Lo que resulta sumamente molesto al conducir a gran velocidad con el Volvo es su elevado consumo. Mientras que el D5 con cambio manual parece consumir una media de 6,1 litros a los 100 km, la versión automática del S80 que tuvimos a nuestra disposición firmó un consumo de 8,4 litros. Aunque como se suele decir siempre, en teoría... Con un estilo de conducción más eficiente es posible mantenerse por debajo de esta cifra, si bien los trayectos rápidos por autopista se castigan con valores que se aproximan a los diez litros. De media es posible realizar un consumo de 9 litros. En el caso del C5 HDi 200, la casa anuncia un consumo medio de 5,9 litros, aunque en la práctica esta cifra aumentó hasta los 7,5 litros.
Claras diferencias en el precio
Y donde se puede ahorrar mucho más es en el precio de adquisición del C5, ya que la versión HDi 200 con la línea de equipamiento superior «Exclusive» está disponible por 36.500 euros en combinación exclusiva con cambio automático. El Volvo perteneciente a un segmento más elevado cuesta tan sólo 6.000 euros más, pero por ese precio el futuro propietario solo se podrá hacer con el modelo de equipamiento básico que, todo sea dicho, resulta algo escaso. Si mejoráramos su nivel de equipamiento hasta equipararlo con el del C5, entonces tendríamos que invertir una cifra de cinco dígitos.
Por lo tanto, una unidad completamente equipada del Volvo S80 podría disparar su precio hasta los 70.000 euros. En cambio, en el caso del C5 HDi 200 el precio máximo es de 45.000 euros. A la vista de la enorme diferencia de precios, parece que este nivel más elevado de equipamiento tiene un precio prohibitivo. Hay que reconocer que el S80 demuestra una gran superioridad en términos de sistemas de seguridad y de ayuda y que el sistema de televisión con pantallas en la parte trasera y la elegante y suave piel de sus asientos le confieren un cierto toque de lujo distintivo. Sin embargo, rascarse tanto los bolsillos para este tipo de complementos no parece muy razonable.
Conclusión
El Citroën C5 es en realidad un modelo de clase media, mientras que el Volvo S80 alimenta ambiciones de clase superior. Sin embargo, a ambos contrincantes no les separa una gran distancia. Hablando de tamaño, oferta de espacio, equipamiento, motorizaciones, el C5 ofrece más –y el S80 menos– de lo que cabría esperar a la vista del posicionamiento de ambos modelos. En realidad, el modelo sueco solo puede reivindicar la diferencia de clases gracias a sus opciones de equipamiento especialmente elegantes y lujosas.
No obstante, el suplemento de precio parece demasiado elevado si tenemos en cuenta el resto de la oferta. En muchos aspectos el Citroën convence más. Su configuración es más moderna, cuenta con un chasis mejor, es más eficiente y, además, claramente más económico. Desde un punto de vista objetivo, el S80 tan solo aventaja al Citroën con una mejor oferta de espacio en la parte posterior y su ejemplar equipamiento de seguridad.