La cifra que caracteriza la versión de acceso de ambos modelos son sus 68 CV, tanto en el aspecto de la propulsión como en el del precio de adquisición que, en el caso del Pixo supera por poco los 8.000 euros y, en el del Spark, alcanza justo los 9.000 euros. Por estos precios uno no debería esperar gran cosa. Sin embargo, ambos vehículos ofrecen cuatro puertas de acceso, algo que en el caso del Spark no resulta evidente desde un primer momento, ya que sus puertas traseras están casi ocultas a la vista.
Si tenemos en cuenta sus amplios equipamientos (Pixo Acenta y Spark LS), se puede decir que ambos vienen con algo más de chicha de lo esperado. Llantas de aluminio y pintura metalizada son algunas de las opciones que también están disponibles en la clase «economy». Sin embargo, cabe destacar que el Spark, con su estética de tres puertas similar a un monovolumen y su frontal tan marcado, cuenta con el diseño más expresivo. El Pixo, cuyas puertas traseras sólo disponen de ventanillas giratorias, tiene un aspecto menos dinámico y representa, por lo tanto, la cara más pragmática y escasa de encanto de los utilitarios.
Con elegancia o simplemente con sencillez
La carrocería más vistosa del Spark, que con 3,64 metros de longitud es casi 10 cm más larga que la del Pixo, ofrece además una clara ventaja en cuanto al espacio interior. Sobre todo en la parte trasera los ocupantes cuentan con una mayor libertad a la altura de las rodillas y, por lo tanto, su habitáculo resulta incluso suficientemente cómodo para personas de mayor envergadura. Además, gracias a que el parabrisas no es muy empinado y a que el salpicadero se encuentra en una posición baja la sensación de espacio es considerablemente mejor.
Como buenos utilitarios, sus maleteros resultan bastante estrechos. La capacidad del Spark asciende a 170 litros en posición normal y alcanza casi los 1.000 litros con el banco trasero abatido. Su contrincante es incluso capaz de rebajar estas cifras, puesto que su capacidad oscila entre los 129 litros y los 774 litros. Un claro inconveniente en ambos casos es que para abrir el portón trasero es necesaria la llave de contacto.
Sin embargo, no sólo los hechos objetivamente mensurables otorgan un mayor atractivo al interior del Spark. Este pequeño Chevy resulta simplemente más llamativo y moderno. El paisaje de plástico duro de color negro está salpicado de inserciones metálicas y las diferentes estructuras de sus superficies animan la sobriedad del conjunto. El panel de instrumentos situado detrás del volante e inspirado en el diseño de las motocicletas, con una mezcla de pantalla digital iluminada en colores turquesa y el clásico tacómetro redondo, es simplemente cool, aunque no su lectura no sea la más óptima. Gracias a un nivel de ruido bastante bajo, los desplazamientos en del Spark resultan más agradables que en el Pixo.
El interior del Pixo se presenta algo espartano y falto de atractivo y, además, muestra algunas deficiencias en cuanto a los acabados. Algunas de sus soluciones tienen un aspecto claramente más barato tanto a la vista como al tacto. El olor que deben soportar los ocupantes del Pixo, sobre todo cuando la temperatura del interior aumenta debido a la radiación solar, es una prueba de los anacrónicos estándares de producción que rigen la industria petroquímica india. En otro orden de cosas, los numerosos y prácticos compartimentos de almacenamiento del Pixo saltan a la vista de forma positiva. Así, este pequeño Nissan cuenta con un compartimento para casi cualquier objeto pequeño. En ninguno de los dos casos recomendamos la radio CD integrada, ya que tanto en el plano acústico y como en la recepción de señales presenta notables carencias.
Así de diferentes pueden resultar 68 CV
En lo que respecta a la propulsión, en ambos casos se ha optado por una técnica sencilla. Sin embargo, el motor de 3 cilindros y 68 CV del Pixo se muestra mucho más vivo que el propulsor de 4 cilindros e idéntica potencia del Spark. El motor triple soporta claramente más vibraciones al ralentí y genera un mayor ruido, aunque su propulsión resulta mucho más divertida. El Pixo responde de forma más espontánea y directa a las órdenes de aceleración. Según nuestras mediciones, la aceleración de 0 a 100 km/h del Nissan Pixo (930 kg de peso) dura 14 segundos y, en ocasiones, la velocidad máxima superaba con creces los 155 km/h oficiales.
En comparación con el motor del Pixo, el cuatro cilindros más refinado del Spark suena casi como un propulsor de alta tecnología. Sin embargo, a la hora de acelerar su reacción no cumple las expectativas. Tras 18 segundos la aguja del tacómetro logra superar la marca de los 100 km/h, aunque no sin dificultad y de forma bastante angustiosa. Una cifra que va mucho más allá de los 15,5 segundos oficiales de Chevrolet. En lo que respecta a la velocidad máxima, este coreano de 935 kilos de peso supera por poco los 154 km/h indicados por el fabricante.
El Pixo: más vivo y con un menor consumo
Ambos vehículos incorporan cambios de cinco velocidades que presentan un funcionamiento suave e impecable con recorridos cortos aunque algo monótonos. En el Spark se recurrirá más al cambio de marchas, ya que su relación de transmisión más larga le hace perder potencia con más facilidad a la hora de subir pendientes, exigiendo con bastante frecuencia un mayor empuje desde la parte baja del cuentarrevoluciones. El cambio del Pixo presenta una relación de transmisión más corta, por lo que resulta más potente en cualquier situación.
Pese a su mejor dinámica longitudinal, el Pixo se muestra más modesto en el consumo. Éste tan sólo consume 4,4 litros a los 100 km, mientras que en el caso del Spark esta cifra aumenta hasta los 5,1 litros. En la práctica, el Nissan registró un consumo algo mayor, lo que resulta habitual una vez puesto en la calle. Sin embargo, si tenemos en cuenta que los trayectos por autopista se recorrieron en su mayoría casi a la velocidad máxima, sus 6,5 litros a los 100 km son un valor aceptable. El Spark tiende a registrar un mayor consumo en las etapas en las que se aceleraba continuamente. En este caso tuvimos que aceptar un consumo medio de 7,6 litros.
Seguridad actual pero a un mayor precio
El ágil Nissan Pixo sorprende de forma agradable con su chasis equilibrado. El conductor puede mantener en todo momento el control sobre el siguiente movimiento de este pequeño utilitario. Un evidente balanceo en las curvas más rápidas, una clara tendencia al subviraje y un ESP bien configurado, aunque siempre opcional (590 euros), proporcionan un nivel de seguridad conforme a los tiempos que corren e incluso un poco de diversión al volante. Ésta sólo se ve empañada por una configuración básica que resulta algo dura sobre superficies irregulares. La distancia de frenado de 43 metros de este pequeño utilitario es casi demasiado larga.
El Spark se detiene casi 3 metros antes. Su ESP también logra mantener un nivel de seguridad actual, siempre que el comprador esté dispuesto a invertir 300 euros, precio que Chevrolet ha fijado para su sistema de control opcional. Por lo demás, el Spark presenta un chasis algo más equilibrado, se mantiene mejor asentado sobre el asfalto a velocidades altas y absorbe mejor las irregularidades de la calzada. Sin embargo, y debido a su dirección sintética, el Spark no muestra un comportamiento en circulación demasiado transparente.
Casi igualdad en el precio
Tal y como ya mencionamos al principio del artículo, el modelo básico del Pixo es aproximadamente 800 euros más barato. Sin embargo, su equipamiento tiene poco que ofrecer. Por su sobreprecio de 800 euros el Spark ofrece adicionalmente airbags de ventanilla, ventanillas abatibles en las puertas traseras, asiento del conductor regulable en altura, cinco plazas, banco trasero abatible por partes, así como un cuentarrevoluciones.
Si en el caso del Pixo nos decantamos por el equipamiento superior «Acenta» y le añadimos el aire acondicionado manual (790 euros) y el ESP, junto con los airbags de cabeza (590 euro), el precio alcanza ya casi los 10.600 euros. El Spark 1.0 que con esta motorización se puede adquirir con la línea de equipamiento superior «LS», la cual ofrece un nivel de equipamiento algo mejor que el Pixo de características similares, es aproximadamente 600 euros más caro. Gracias a este mayor equipamiento los precios se mantienen casi al mismo nivel.
Conclusión
El Pixo es capaz de llevar a su terreno dos argumentos importantes: es más rápido y más económico. Los que le otorguen mayor importancia a estos aspectos deberían decantarse sin lugar a dudas por el pequeño de la casa Nissan.
En cambio, el Spark es el utilitario más maduro y agradable a la vista. Si uno no prefiere no tener que sentarse casi encima de su acompañante y desea un mayor confort y definitivamente más carisma debería comprarse el Spark, pues resulta más atractivo en todos los sentidos. Si éste tuviera una propulsión más alegre y un consumo menos elevado sería un gran acierto por poco dinero. Sin embargo, nuestro entusiasmo por el Spark es moderado.
- Nota importante: Las versiones y los precios reflejados en el texto corresponden exclusivamente al mercado alemán.