Modelos de sobra conocidos, la esencia de estas versiones radica en el corazón que las impulsa, dos auténticas joyas mecánicas con 8 cilindros en V y más de 350 caballos de potencia… Sin tener en cuenta las variantes más impresionantes, extremas y radicales representadas por las divisiones deportivas M y AMG (en ellas encontramos la auténtica estampida de caballos con 550 CV para el X5 M y 510 para el ML 63 AMG) nuestros contrincantes son las opciones más potentes, caras y lujosas dentro de sus respectivas gamas. Además de llevar como reyes a toda nuestra familia, tenemos aseguradas las sensaciones fuertes con estas bestias, que demuestran una deportividad sorprendente dentro del asfalto incitándonos constantemente a, como se dice en el argot, soltarnos la melena. ¿El “problema”? El mismo de casi siempre; son dos vehículos sólo al alcance de los bolsillos más privilegiados.
Vestidos de gala
Ha pasado cierto tiempo desde que nuestros protagonistas fueron sometidos a su último lavado de cara pero ambos conservan un aspecto plenamente vigente que tardará mucho en acusar el paso de los años. Los cambios más recientes llevados a cabo en el X5 se han centrado sobre todo en el frontal, donde las líneas del capó son más fluidas y las tomas de aire aumentaron su tamaño. Siempre destacan sus faros dobles y redondos mientras que en la zaga su robustez y elegancia queda patente gracias al paragolpes que remarca el ancho del vehículo, el enorme portón y los grupos ópticos en forma de L.
En el caso del ML los últimos retoques afectaron fundamentalmente a la parilla (aumentó significativamente de tamaño al igual que los espejos retrovisores), los pilotos delanteros y los faros antiniebla, que fueron llevados a los extremos del parachoques para enfatizar la anchura del conjunto. En la parte trasera se modificó el parachoques posterior y se oscurecieron las ópticas principalmente. La vista lateral de ambos apenas ha sufrido cambios desde las primeras generaciones, donde siempre han llamado la atención los imponentes pasos de rueda. En lo que respecta a las dimensiones el X5 es un poco más grande que el ML: el de Munich mide 4,85 m de largo, 1,93 de ancho y 1,77 de alto, mientras que las cotas del modelo de la estrella quedan en 4,78, 1,91 y 1,78 metros respectivamente.
Hogar, dulce hogar
Una vez en el interior de estos vehículos nos encontramos con lo esperado, un habitáculo amplio y una calidad de acabado que refleja fielmente su identidad de automóviles de lujo. Los materiales escogidos son de “alta alcurnia”, el ensamblaje de todas las piezas parece realizado con mimo y absoluta precisión y todo está pensado para que los ocupantes (y especialmente el conductor) se sientan como en casa.
En el BMW llama la atención la moderna palanca de cambios que cuenta con un curioso diseño y le otorga cierto toque vanguardista al conjunto. El puesto de conducción es excelente, podemos configurar a voluntad nuestra posición gracias a los múltiples reglajes que ofrece el asiento y también ajustar el volante tanto en altura como en profundidad mediante un pulsador eléctrico. Todos los mandos están muy a mano y el manejo del sistema de control de los dispositivos multimedia, navegación y setup del coche se realiza de forma intuitiva a través de un pulsador, esto es, la conocida ruleta del sistema “i-Drive”. En lo referido al espacio, cinco adultos de más de 1’80 pueden viajar de forma confortable, aunque en la plaza central de los asientos traseros se eche en falta algo de espacio para las rodillas. Nuestra unidad de pruebas contaba con la opción de 7 plazas, cuyos asientos suplementarios se ocultan en la superficie del maletero. Con esta configuración, la segunda fila de asientos puede desplazarse longitudinalmente para que los ocupantes de la tercera cuenten con una mayor amplitud. Pese a ello, en la práctica no son aprovechables más que para personas que no superen el metro setenta de estatura.
En el ML, al igual que ocurre con el X5, también resulta muy curiosa la palanca de cambios, más que por su forma por su ubicación, ya que se encuentra a la derecha del volante, lugar donde muchos conductores un tanto “anticuados” no conciben otra cosa que, por ejemplo, los mandos para controlar el parabrisas. La postura al volante es también muy satisfactoria y de nuevo gracias a la cantidad de ajustes eléctricos con los que contamos tenemos la posibilidad de situar todo a nuestro antojo. En lo que a la botonería respecta, se echa de menos una rueda central al estilo de los sistemas “MMI” o el mencionado “i-Drive” de la competencia, elemento que ya está incorporando la marca en sus últimas creaciones (como la renovada Clase C o más recientemente la nueva clase E). Así, en el ML los principales comandos se aglutinan en la consola central y el volante multifunción. Detrás, el confort es equivalente a una berlina de alta gama, con climatización separada y bastante espacio. Tanto la anchura como la altura es más que suficiente y, como suele ocurrir, falta algo de espacio para las piernas fundamentalmente en la plaza central.
Datos técnicos
Marca y modelo | BMW X5 xDrive48i | Mercedes-Benz ML 500 | ||
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Acabado | ||||
Especificaciones | ||||
Longitud/anchura/altura (mm) | 4.854 / 1.933 / 1.766 | 4.788 / 1.911 / 1.779 | ||
Distancia entre ejes (mm) | 2.933 | 2.915 | ||
Diámetro de giro (m) | ||||
Peso (kg) | 2.180 | 2.185 | ||
Volumen del maletero (l) | 620 / 1.750 | 551 / 2.050 | ||
Neumáticos | 255/55 R18 | 255/50 R19 | ||
Motor | ||||
Cilindrada (cc) | 4.799 | 5.461 | ||
Potencia (cv) | 355 | 388 | ||
Par máximo (Nm/rpm) | 475 / 3.400 - 3.800 | 530 / 2.800 - 4.800 | ||
Tracción | Total | Total | ||
Transmisión | Automática 6 velocidades | Automática 7 velocidades | ||
Consumo | ||||
Combustible | Gasolina | Gasolina | ||
Urbano/Carretera/Combinado (l/100km) | 17 / 9,3 / 12,1 | 17,6 / 10 / 12,8 | ||
Emisiones CO2 (gr/km) | 289 | 304 | ||
Consumo durante test (l/100km) | 14 | 14,9 | ||
Características | ||||
Aceleración 0-100 km/h (s) | 6,5 | 5,8 | ||
Recuperación 80-100 km/h (s) en 4ª | N.D. | N.D. | ||
Capacidad depósito (l) | 85 | 95 | ||
Velocidad máxima | 240 | 250 | ||
Precio (sin extras) | ||||
Euros | 80.500 | 81.850 | ||
Equipamiento extra | Paquete deportivo con ajuste de velocidad máxima (245 km/h), asientos delanteros deportivos con reglaje eléctrico, guarnecido interior del techo, llantas de 19" y suspensión deportiva (3.885 €) | Paquete con control por voz "Linguatronic", disco duro para navegación y equipo de sonido, navegador Comand APS con pantalla de 6.5", ranura para tarjetas SD y reproductor de DVD (3.397 €) | ||
Más datosMenos datos |
Ambos modelos poseen huecos acondicionados y lugares específicos para depositar objetos repartidos a lo largo del habitáculo, aunque tampoco son especialmente abundantes. Los respectivos maleteros, por su parte, cuentan con un volumen de carga grande. El BMW tiene una capacidad de 620 litros (1.750 con los asientos abatidos), mientras que en el Mercedes el dato se sitúa en 551 y puede alcanzar los 2.050. Encontramos dos peculiaridades en el X5; la primera es que, como es lógico, cuando utilizamos las 7 plazas el espacio se ve drásticamente reducido; la segunda, radica en el portón. Éste consta de dos partes, una principal que comprende toda la luna y otra secundaria que se abre hacia abajo tirando de una palanca. Hay que decir que el ML contaba con un sistema de apertura y cierre automático, lo cual siempre resulta más cómodo y práctico.
Propulsores y consumo
Las dos mecánicas que impulsan esos dos vehículos son auténticos prodigios en rendimiento y prestaciones. Cómo no, teniendo en cuenta que hablamos de motores con más de 350 CV de potencia montados sobre vehículos que superan con creces las 2 toneladas de peso, que a nadie le asuste el tema del consumo.
El X5 xDrive48i cuenta con un propulsor V8 de gasolina de 4.799 centímetros cúbicos. Como decíamos, hasta la llegada del X5 M, se trata del propulsor de gasolina más potente que puede incorporar el X5. Sus 355 CV y 475 Nm de par constantes entre 3.400 y 3.800 revoluciones son capaces de conseguir que este “machote” pueda acelerar de 0 a 100 Km/h en 6,5 segundos, alcanzando una velocidad máxima limitada electrónicamente de 240 Km/h. Es una mecánica elástica y progresiva, con la que sorprendentemente podemos realizar una conducción tranquila si controlamos el constante impulso que nos incita a pisar sin piedad el acelerador. Unos tardarán más y otros menos, pero finalmente acabaremos cayendo en la tentación de hundir el pie derecho sin miramientos, algo que puede convertirse en adictivo. El empuje es brutal a partir de las 2.800 vueltas y no decae hasta que la aguja roza las 6.200 revoluciones por minuto. La sensación de quedarse pegado al asiento nos hará esbozar una maliciosa sonrisa que irá en aumento si atendemos al sonido procedente de esta aceleración, un ronco, profundo y delicioso bramido que deja bien a las claras lo que tenemos entre manos.
Si hablamos del ML este sentimiento es todavía más grande si tenemos la oportunidad de pisar a fondo en una larga recta desde parado. Su mecánica, también con la misma configuración de 8 cilindros en V amada y venerada por muchos, tiene 5.461 centímetros cúbicos y 55 CV de diferencia a favor, nada más y nada menos que 388. Con ella, el Mercedes logra parar el crono en 5,8 segundos en la maniobra del 0 a 100 Km/h y puede llegar a los 250 Km/h de velocidad punta. Sin recurrir tampoco a la sobrealimentación, este propulsor es un fiel reflejo del encanto sin igual que posee un buen motor atmosférico. Si se le pide marcha es capaz de darla a raudales; tiene una fuerza brutal que empezamos a disfrutar de forma contundente cuando alcanzamos las 2.500 rpm, momento en el cual tira con una rabia inusitada sin cesar hasta que el tacómetro se sitúa cerca de las 6.000 vueltas. De hecho, entrega su par motor máximo (530 Nm) de forma constante entre las 2.800 y las 4.800. El sonido que emana de los escapes también resulta embriagador y sin darnos apenas cuenta, en menos de lo que canta un gallo estaremos muy por encima del límite de velocidad que marca la legalidad, una virtud (o un defecto para algunos) que sólo sabrán apreciar aquellos que consideren un vehículo como algo más que un medio de transporte.
Como adelantábamos, ninguno de estos dos automóviles son nada recomendables si no quieren pasar frecuentemente por las estaciones de servicio, algo que no suele suponer un problema para aquellos compradores que poseen la solvencia económica suficiente como para adquirir un coche de estas características. En un recorrido de más de 300 kilómetros estableciendo el control del crucero a 128 Km/h realizado por la A-3, una autovía con constantes desniveles y cambios de rasante, el ordenador de viaje del X5 marcó un consumo medio de 13,3 litros, cifra aún mayor en el caso del ML cuyo gasto de combustible fue de 13,9 l a los 100 Km. Estos datos se disparan por encima de los 20 l con suma facilidad en carreteras de montaña con constantes frenadas y aceleraciones y el uso de marchas cortas.
Sensaciones a bordo
Circulando sobre firmes bien asfaltados, con curvas de radio amplio, el comportamiento de ambos es ejemplar. En el ML la sensación de confort es mayor puesto que las suspensiones son muchos más blandas y menos secas que en su oponente. Las irregularidades que pueda presentar la carretera quedan mejor filtradas en el modelo de la estrella, quedando claro que el BMW en este tipo de vías no es de los más cómodos (fundamentalmente para quien espere un coche que responda con movimientos pausados de la carrocería o mucha suavidad). El funcionamiento fino y satisfactorio de las cajas de cambios automáticas que equipan estos modelos incrementan aún más el agrado en este tipo de conducción. La del BMW tiene 6 relaciones y cuenta con tres modos de funcionamiento (normal, deportivo y manual mediante toques en la palanca del cambio). Por su parte, el cambio de Mercedes, llamado “7G-Tronic”, cuenta con 7 marchas: las opciones “S” (sport), “C” (confort) y “M” (manual) quedan reservadas para el cambio denominado “AMG Speedshift 7G-Tronic” que monta el ML 63 AMG, por lo que no están presentes en este modelo.
Si nos vamos a otro “terreno de juego”, es ahora X5 el que despunta de manera clara. Cuando nos adentramos en un trazado revirado, con cambios de apoyo continuos y curvas lentas, el BMW muestra unas maneras mucho más parecidas a las de un turismo convencional. No es tan ágil ni vira tan plano como un X3, ni mucho menos, pero en comparación con el ML está un paso por delante en este sentido; la carrocería apenas balancea y el eje delantero se adentra en los giros con más precisión. En el Mercedes los cabeceos son mucho más acusados y es muy difícil, por no decir imposible, seguir el ritmo que imponga su compadre alemán. Mención especial merecen los frenos de ambos modelos, cuyos enormes discos hacen gala de un poder de detención encomiable, destacando su resistencia y su mordiente.
En el campo, ninguno de los dos puede presumir de ser un especialista consumado, si bien podemos estar seguros de superar con éxito obstáculos y zonas relativamente complicadas (el Mercedes, además, puede incorporar opcionalmente reductora). Para salir airosos de estas situaciones los dos vehículos cuentan con avanzados sistemas de tracción total, que se adaptan en función de las condiciones que se presenten en cada caso asegurando casi siempre una buena motricidad. No es necesario abrumarles ni confundirles con explicaciones técnicas, pero aunque los dos recurran a un embrague multidisco, conviene diferenciar el funcionamiento de ambos sistemas. La tracción “x-Drive” del BMW, que trabaja en coordinación con el control de estabilidad, puede llegar a transmitir el 100 % de la fuerza a un solo eje mientras que en el Mercedes y su “4Motion”, es el sistema de regulación llamado “4ETS” el que se encarga de la compensación del par entre las ruedas, cuya máxima potencia para trasmitir a un solo eje es como máximo del 70 %. Pueden consultar de forma mucho más completa, precisa y clara estas cuestiones aquí.
Caros pero buenos
El precio del BMW X5 xDrive48i arranca en 80.500 €, 81.850 en el caso del Mercedes ML 500. Los rivales más directos son un Audi Q7 4.2 FSI (79.330 € y 350 CV), un Porsche Cayenne S (385 CV y 75.927 €) y un Volkswagen Touareg 4.2 V8 (71.580 € y 350 CV). Los dos cuentan con un equipamiento de serie abundante pero los elementos más interesantes los encontramos en el terreno de las opciones.
Ambos hacen acopio de electrónica y tecnología con un arsenal de dispositivos como el control de tracción y de descenso de pendientes, bloqueos automáticos de los diferenciales, la asistencia y distribución electrónica de la frenada o el control de estabilidad. Engordando holgadamente el precio final, podemos tener acceso a elementos como la proyección de información en el parabrisas (head up dislplay), navegador, techo panorámico de cristal, cámara trasera o faros de xenón con iluminación adaptativa en el caso del X5 o pilotos de diodos lumiosos tipo LED, pantallas DVD para las plazas traseras, navegador con disco duro, un equipo de sonido Harman Kardon o un sistema de al aparcamiento si hablamos del ML. La casi interminable lista de opciones dejará satisfecho a cualquiera.
Conclusión
Ambos combinan con acierto un rendimiento envidiable, un comportamiento excepcional y un espacio interior destacable. Si a todo esto le sumamos deportividad, una presencia imponente, la posibilidad de contar con elementos de equipamiento punteros y una seguridad activa y pasiva fuera de toda duda, no podemos más que reafirmarnos en la evidencia: estamos ante dos de los mejores “todoterrenos” de lujo que podemos adquirir actualmente. Sería toda una osadía decantarse claramente por cualquiera de los dos así que, si tiene dinero y está convencido de que este es el tipo de vehículo que encaja con sus necesidades, su gusto personal o algún pequeño detalle que le agrade de forma particular tendrá un peso muy importante en la decisión final. Sea como fuere no lo dude, con cualquiera de las dos opciones será el feliz propietario de un soberbio automóvil.