Pese a estos evidentes paralelismos, ambos presentan también grandes diferencias, y no sólo en términos de precio. Creemos que son motivos suficientes para realizar un análisis en profundidad de estos dos modelos de tracción integral. La paridad en las dimensiones exteriores resulta casi imposible de creer, aunque en el caso de la altura el modelo coreano supera con creces al BMW. En cambio, ambos se encuentran empatados en cuanto a la longitud y al ancho (aprox. 4,70 y 1,90 metros), aunque debido al diseño más tosco del Santa Fe éste resulta mucho más voluminoso. BMW presentó su segunda generación del X3 a finales de 2010 con una carrocería mucho más elegante y dinámica que disimulaba de manera formidable la verdadera corpulencia del conjunto.
En el caso del Santa Fe no podemos hablar precisamente de líneas elegantes que transmitan una sensación de ligereza y modernidad. Su aspecto es como el de una roca, desafiante ante los elementos, fácil de entender y un poco anticuado. Al fin y al cabo, el diseño actual del Santa Fe (última revisión en 2010) ya cuenta con cinco años de antigüedad. De todas formas, ni siquiera en el momento de su llegada al mercado se consideró un derroche de creatividad y modernismo.
El hábito hace al monje
Y sin embargo, gracias a sus enormes ruedas, sus decoraciones cromadas, sus lunas tintadas, sus faros de xenón y sus enormes tubos de escape ovalados el Santa Fe es capaz de proyectar una imagen agradable y aparente. Con sus aristas laterales cinceladas y sus fascinantes faros tipo LED en forma de corona, BMW eleva la estética de su SUV a un nivel superior.
Esto también se refleja en su interior, que en el caso del BMW parece querer atraer y mimar a sus ocupantes con innumerables accesorios opcionales, algunos de ellos ciertamente innecesarios. Aquí, la disposición de los elementos de mando resulta más madura y elaborada, las inserciones cromadas son más elegantes, la piel de sus excelentes asientos envolventes resulta mucho más suave y su paisaje de plástico contiene multitud de superficies blandas y agradables al tacto. Un detalle elegante y llamativo es la palanca de su cambio automático, la cual se adapta a la perfección a la ergonomía de la mano derecha.
Mucho espacio para pasajeros y equipaje
En cambio, en el Hyundai sólo encontraremos una piel y un plástico mucho más duros al tacto. Si bien el interior del Santa Fe también transmite una buena sensación de comodidad y modernidad técnica, una comparación más directa desvela que BMW cuida con precisión el acabado de todos sus detalles, mientras que Hyundai prescinde de dicha precisión en aras de una optimización de los precios.
A cambio, el interior práctico y funcional del modelo coreano ofrece un mayor margen de desarrollo. En este sentido, la rodilla derecha del conductor gozará de mayor libertad de movimiento y en la parte trasera los ocupantes podrán estirar las piernas y relajarse gracias a un túnel de transmisión comparativamente más plano. Si bien el conductor del X3 tendrá una ligera sensación de estrechez, en la práctica dispone casi del mismo espacio que en un Santa Fe. Y en lo que respecta al equipaje, el X3 ofrece incluso algo más de capacidad de almacenamiento. Su maletero, con una capacidad ampliable de 500 a 1.600 litros, es 20 litros más grande.
Algunos puntos débiles del Santa Fe
El Hyundai revela sus puntos débiles en algunos detalles. Los botones de la calefacción de los asientos, por ejemplo, se encuentran situados en el enorme compartimento abierto de la consola central y, en ocasiones, quedan ocultos por los objetos allí depositados. La indicación de la marcha que se ilumina en color azul en el cuadro de instrumentos resulta algo molesta, ya que se puede confundir con facilidad con el indicador de las luces de carretera y, además, el conductor debe agacharse si quiere desplazar la visera hasta la ventanilla. De la misma manera, el sistema de bloqueo y desbloqueo al más puro estilo norteamericano resulta bastante complicado. Cuándo y por qué se abren o se cierran determinadas puertas al pulsar el botón es siempre todo un misterio. Para concluir diremos que el reposabrazos del Santa Fe no cambia de posición y que el hecho de desbloquear la cubierta del maletero resulta bastante difícil e incómodo. BMW no se puede permitir cometer estos pequeños fallos.
Además, gracias a sus innumerables extras opcionales el X3 es capaz de facilitar considerablemente el día a día dentro de un automóvil. En este sentido, el X3 cuenta con un sistema de proyección en el parabrisas (Head-Up Display) por 1.400 euros, un sistema inteligente de sujeción de objetos con guías de aluminio montadas sobre el suelo del maletero, un portón trasero eléctrico que se cierra con tan sólo pulsar un botón o un programador de velocidad con función de frenado y preselección de velocidad. Y con la opción «BMW Online» es posible navegar por Internet mientras se está viajando, e incluso seleccionar las noticias que queramos que nos lean en voz alta. Sin embargo, todos estos detalles disparan el precio y algunos de ellos no son realmente necesarios. También existe una opción que sólo ofrece el Santa Fe, y es que el modelo coreano se puede encargar en versión de siete plazas. Su maletero dispone entonces de dos plazas extraíbles adicionales destinadas a niños pequeños.
El menú de ocho velocidades del BMW es mejor
Sin embargo, el X3 no sólo basa su ventaja tecnológica en sus múltiples extras, sino que en el plano de la propulsión el modelo de Munich demuestra por qué ocupa un lugar tan privilegiado en las listas de ventas. Aunque el propulsor de BMW tenga 0,2 litros menos de cilindrada y desarrolle, por lo tanto, 13 CV menos, en lo que respecta a las prestaciones es claramente superior al Santa Fe de 197 CV de potencia y 437 Nm de par motor. En nuestras manos, el X3 registró un tiempo de aceleración tres décimas por encima de los 8,5 segundos especificados por BMW, mientras que el Hyundai, en lugar de los 10,2 segundos oficiales, tan sólo necesitó 9,5 segundos para acelerar hasta los 100 km/h. En términos de velocidad máxima la diferencia es aún más evidente. El Santa Fe sólo llega hasta los 195 km/h, mientras que su contrincante no para hasta los 210 km/h.
El X3 xDrive20d debe su frescura y dinamismo, entre otras cosas, a una ventaja en el peso de casi 140 kilos y, no en última instancia, al cambio automático de ocho velocidades que presenta unas relaciones mucho más cortas y es capaz de llevar a cabo los cambios de forma mucho más elegante y menos nerviosa. En el caso del Hyundai, su enorme fuerza está gestionada, aunque de forma menos elegante, por un estupendo cambio automático de seis velocidades, que no es capaz de transmitir una sensación de conducción tan cómoda y desenfadada. En combinación con el sistema automático de parada y arranque de serie, el discreto cambio del BMW ofrece además una clara ventaja en términos de eficiencia. La diferencia tanto en el consumo homologado como en las cifras obtenidas durante nuestra toma de contacto asciende en cada caso a 1,6 litros. Así, el BMW consumió 7,7 litros en lugar de 5,6 litros y el Hyundai 9,3 litros en lugar de 7,2 litros de combustible diésel a los 100 kilómetros. Por lo tanto, un menor consumo combinado con unas prestaciones mejores hacen del BMW X3 un modelo a seguir.
Veloces en curva
Lo mismo ocurre con el chasis. Al igual que su predecesor, el nuevo X3 continúa siendo el modelo más dinámico de su segmento. Además, gracias a su nuevo eje trasero de cinco brazos el comportamiento de la suspensión es tan bueno que oculta a la perfección cualquier irregularidad del terreno. Una de las particularidades del chasis del X3 es el hecho de poder cambiar la configuración de los amortiguadores (tres niveles de dureza) con tan sólo pulsar un botón. Con el reglaje más deportivo, este tracción integral es capaz de satisfacer los requisitos más elevados en cuanto a dinámica transversal, aunque esto supone un cierto nivel de sufrimiento para las espaldas de los pobres ocupantes. Por lo tanto, mejor elegir el modo normal y mantener un estilo de conducción moderado, porque – seamos sinceros – los que quieran trazar curvas a gran velocidad no deberían comprarse un SUV de carrocería alta y, además, bastante pesado. Sin embargo, los que se empeñen en hacerlo pese a todas nuestras advertencias, seguro que le sacarán más partido al BMW.
En este sentido resulta sorprendente la dirección extraordinariamente directa del BMW, ya que ofrece al conductor una muy buena respuesta, así como un funcionamiento muy espontáneo, mientras que en el caso del Hyundai su dirección sintética es mucho menos homogénea. Pese a todo, el coreano supera de forma convincente y segura cualquier entrada forzada en curva, mostrando tan sólo con una ligera tendencia al subviraje. En autopista se mantiene bien asentado sobre la calzada y muestra un comportamiento preciso incluso a gran velocidad.
En Hyundai tampoco se da por vencido fácilmente en lo que respecta a la frenada. Partiendo de una velocidad de 100 km/h, el BMW necesita 37 metros para detenerse, mientras que en el caso del Hyundai son 37,8 metros. Sin embargo, en el caso del Santa Fe tendremos que transigir un poco en el tema de la comodidad, ya que su configuración, más orientada a la diversión que al confort, muestra una relativa dureza que los ocupantes del BMW no tendrán que sufrir.
Todocamino con ligeras aptitudes todoterreno
En lo que respecta a las aptitudes todoterreno, ninguno de los dos contrincantes fue capaz de hacer valer una ventaja clara. En el caso del Hyundai, la tracción integral opcional distribuye la fuerza de forma variable entre los ejes y, al contrario que el BMW, cuenta al menos con un botón que permite fijar la distribución de la fuerza al 50%. En cambio, el X3, bendecido con una distribución de momentos más flexible, supera ligeramente al Santa Fe en lo que respecta al ángulo de inclinación, al ángulo de rampa, a la distancia al suelo y a la profundidad de vadeo Y lo que resulta muy importante para muchos compradores de SUV, el BMW presenta una carga remolcada de 2,4 toneladas, mientras que el Hyundai tan sólo es capaz de tirar de 2 toneladas.
En realidad, el Santa Fe tan sólo llega a superar claramente al X3 en un aspecto: el precio. Ya en sus respectivas versiones básicas la diferencia es evidente. La casa coreana cobra algo más de 31.000 euros por la versión diésel de 197 CV y tracción integral. El precio de un X3 con una motorización comparable supera en más de 10.000 euros esa cifra. Sin embargo, la diferencia resulta verdaderamente dolorosa cuando el cliente se decanta por la variante automática del Hyundai en su versión superior «Style» de gran equipamiento (35.600 euros) y aumenta el equipamiento del BMW X3 Xdrive 20d para equipararlo al del Santa Fe. Entonces la ventaja del Hyundai en lo que respecta al precio puede llegar a superar los 15.000 euros. Y si a esto le sumamos algunos de los componentes tecnológicos de su inacabable lista de extras, el precio del X3 aumentará aún más a razón de otra cifra de cinco dígitos. Si tenemos en cuenta la exorbitante política de precios de BMW, a más de un conductor sensato seguramente se le quitará las ganas de disfrutar de uno de sus modelos.
Conclusión
Más bonito, más rápido, más eficiente y más deportivo. El X3 constituye el paquete completo más atractivo. Sin embargo, el Santa Fe no sale mal parado de esta comparativa. En especial en términos de precio se trata de una alternativa muy interesante a un modelo de lujo excesivamente caro como nos tiene acostumbrados la casa bávara.