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Comparativa: BMW 320d vs. Mercedes-Benz C 250 CDI 7G-Tronic 4Matic – Los dos fantásticos

Si estuviéramos comparando la longitud de la denominación “marca/modelo” de estas berlinas, en esta prueba la Clase C llevaría claramente la delantera. Sin embargo, como es sabido,  “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Así, el sencillo 320d es capaz de ganarle la partida a su rival en algunos aspectos prácticos, aunque no en todos. En el plano estético el nuevo Serie 3 gana por goleada al Clase C de seis años de antigüedad puesto que, a pesar de que el modelo muniqués exhibe un enorme potencial de reconocimiento de marca, su carrocería ha dado un enorme paso hacia adelante. El morro alargado, la cédula de ocupantes desplazada hacia atrás y sus aristas laterales fluidas son algunas de las características más destacadas de esta nueva reedición que promete una gran dosis de dinamismo, una sensación acentuada por los atractivos anillos LED de sus grupos ópticos. Si todo lo demás pasa desapercibido, este detalle será capaz de despertar en el observador la necesidad de poseerlo.

En cambio el Clase C no apela tanto a las emociones de sus posibles clientes. En este caso se trata de una promesa algo más conservadora: utilidad para el día a día, confort y solidez. Si bien a primera vista esta promesa puede parecer menos atractiva, aquellos que busquen precisamente estas cualidades se verán recompensados puesto que el Clase C es un automóvil con el que sus compradores entablarán una unión duradera. Y aquellos que por experiencia propia sepan lo que representa la marca Mercedes quizá descubran en la carrocería del Clase C las elevadas pretensiones de calidad de la casa.

Un Mercedes muy sólido

Esa misma pretensión también resulta más que evidente en el interior del Clase C. Empezando por las puertas, que se cierran emitiendo un intenso y rotundo sonido que augura un excelente nivel de calidad.  En cambio en el caso del BMW se mezcla un tono muy poco delicado que recuerda al de una chapa demasiado fina. El conjunto interior del Mercedes también es una oda a la solidez y su puesto de conducción sobrio podría ser un diseño de un arquitecto perteneciente a la escuela Bauhaus. En el salpicadero, el negro dominante guarda una relación equilibrada con las inserciones blancas y metálicas. Quizá su aspecto resulte algo sobrio, pero también es elegante. La selección de materiales y los acabados son de máxima categoría y sobre todo las tapicerías en piel de los asientos parecen hechas a medida.

Al menos en este punto el Serie 3 se queda un poco rezagado. Su piel negra no se ajusta de forma tan perfecta y en la parte trasera presenta incluso alguna que otra imperfección. Además, las grandes protecciones de plástico de los anclajes Isofix del banco trasero merman un poco la imagen de calidad del conjunto. Sin embargo, por lo demás el aspecto del Serie 3 roza casi la perfección, lo que ayuda en gran medida a sentirse a gusto en su interior. Su puesto de conducción claramente modernizado ofrece una imagen algo más futurista gracias a su estructura tridimensional.

Una de sus mayores virtudes es la elegante pantalla de grandes dimensiones montada al aire del sistema de navegación que exhibe una excelente resolución. Mención aparte merece también el sistema de control iDrive con el que se pueden explorar de forma intuitiva todas las funciones del sistema multimedia. Claro que el conductor se puede ahorrar el tener que dirigir la vista a la elegante pantalla o al clásico panel de instrumentos, ya que todas las informaciones importantes se proyectan de forma paralela en el parabrisas a través del Head-Up Display (900 euros), situándose así directamente en su campo de visión.

BMW con la clásica palanca del freno de estacionamiento

Por desgracia el Clase C no puede presumir de este tipo de virguerías tecnológicas, ya que en este caso lo que encontramos es una pequeña pantalla con una resolución media e integrada –como suele ser habitual– en mitad de la consola central. Así es la casa Mercedes, de la vieja escuela. También existen otros detalles que BMW ha resuelto de forma más brillante. Por ejemplo la configuración del programador de velocidad o Tempomat, que se puede llevar a cabo con el pulgar a través de un botón situado en el volante. En el Clase C esto tiene lugar de forma mucho más incómoda a través de una palanca situada en la columna de dirección y que al principio se puede confundir con facilidad con la palanca del intermitente. Sin embargo, la Clase C también presenta una solución que nos gusta más. Aquí no encontramos la clásica palanca para el freno de estacionamiento, por lo que su consola central muestra un aspecto más ordenado. Claro que el Serie 3 todavía nos permite derrapar con la zaga con la ayuda del freno de mano.

Sin lugar a dudas, aquellos que prefieran sentirse arropados por unos asientos deportivos se sentirán más a gusto en el Serie 3, si bien el BMW también ofrece un nivel casi idéntico en lo que respecta al confort –desde hace poco incluso en la parte trasera, donde la libertad de movimiento en la zona de las piernas es ligeramente superior a la del Mercedes. A pesar de todo el Benz no muestra ningún motivo de queja, ya que aquí uno también se puede estirar sin problemas tanto en la zona delantera como en la trasera. Ambos se sitúan prácticamente a la misma altura en lo relativo a la capacidad de carga con 475 y 480 litros, respectivamente. Sin embargo, el compartimento ligeramente inferior del Mercedes resulta algo más cómodo debido a que presenta un plano de carga más bajo.

Potentes diésel

Debajo de los alargados capós se esconden dos motores diésel de cuatro cilindros y cubicaje similar, asociados respectivamente a cambios automáticos, en el caso del Mercedes de siete marchas y en el del BMW de ocho. El 250 CDI dispone además de tracción integral –asociada ineludiblemente a esta variante de propulsor–, mientras que en el caso del 320d el sistema xDrive es opcional independientemente de la mecánica elegida.

El excelente propulsor de 184 CV de la casa BMW no solo destaca por su caja más moderna, sino también por una mejor acústica y por un desarrollo más homogéneo de la potencia. Su transmisión ejecuta los cambios de marcha con total suavidad y de forma casi imperceptible, manteniéndose el motor en todo momento en el rango óptimo de revoluciones. Y al acelerar a tope el empuje de sus 350 newtons/metro queda a disposición del conductor de forma espontánea. Sobre todo en autopista, las aceleraciones intermedias ofrecen a este propulsor de 2 litros la posibilidad de mostrar su impresionante nivel de calidad y, además, la demanda de potencia viene acompañada de una acústica inesperadamente rotunda. Por lo tanto, el 320d resulta idóneo para devorar kilómetros en autopista.

Rápido y eficiente

Sin embargo, el 250 CDI resulta más que eficiente. Claro que su motor de 2,2 litros no exhibe unos modales tan depurados en el plano acústico, el régimen de cambio de su caja automático se muestra algo más lento y sus 500 Nm llegan a las cuatro ruedas de forma algo más sintética. Al menos su imponente empuje hace posible una propulsión mucho más enérgica. A pesar de tener que cargar con un sobrepeso de 300 kg sus 204 CV permiten al Clase C vencer sin problemas a un BMW con 20 CV menos de potencia. Su tiempo de aceleración es de 7,1 segundos (4 décimas más rápido que el 320d), mientras que su velocidad máxima de 240 km/h supera en 5 km/h a la del BMW. Si la Clase C se hubiera presentado a la comparativa con el 220 CDI de 170 CV, entonces el BMW hubiera logrado superarle con creces en todas las disciplinas.

Lo que sí resulta sorprendente es el nivel de consumo sorprendentemente bajo que ofrece hoy en día la Clase C de Mercedes. Durante muchos años BMW ha sido el líder indiscutible de esta disciplina, pero parece que la casa muniquesa ha hecho grandes avances en este aspecto. Si bien según su consumo homologado el 320d es 0,9 litros más eficiente (4,5 litros en la hoja de especificaciones), en la práctica el Benz de tracción integral logró reducir esta distancia. Conduciendo de forma relajada ambos contrincantes registraron un consumo de entre cinco y seis litros, mientras que en las etapas realizadas a gran velocidad éste no superó los siete litros en ambos casos. El BMW resultó unos decilitros más eficiente, si bien ambos candidatos se mostraron sumamente comedidos en cuanto al derroche de combustible. Por lo tanto, aquellos que conduzcan mucho –y sobre todo rápido– por autopista dispondrán de dos perfectos compañeros de viaje para largas distancias.

Multitud de pequeños sistemas de ayuda

Además, ambos candidatos exhiben un exquisito confort a gran velocidad. Tanto el Serie 3 como el Clase C no solo se muestran sumamente asentados y tranquilos en carretera, sino que el ruido del viento se mantiene en ambos casos a un nivel adecuado. Si bien el BMW ofrece un confort acústico ligeramente superior al rodar a velocidades elevadas, a cambio el Benz se desliza de forma más imperturbable gracias a su exquisito tren de rodaje. Un viaje entre Múnich y Hamburgo resultará un trayecto relajado independientemente del automóvil que escojamos, máxime cuando en ambos casos sus numerosos sistemas de ayuda quitarán bastante trabajo al conductor. Ambos cuentan con opciones como el programador de velocidad con regulación de distancia, el sistema de control de ángulos muertos, el sistema de reconocimiento de señales de tráfico, el asistente de luz larga en carretera o el detector de fatiga, por supuesto previo pago del correspondiente suplemento.

Además, BMW ofrece un chasis adaptativo que permite al conductor cambiar entre una configuración cómoda o deportiva a través del sistema Dynamic Driving Control. En este sentido resulta sorprendente su gran modulación. Ya de por sí cualquier BMW presenta un comportamiento deportivo pero desde hace poco también son capaces de ofrecer un confort que en algunos casos llega a parecerse peligrosamente al de los modelos muniqueses. Por otro lado, a pesar de su apacible confort de rodadura el Clase C es capaz de trazar curvas a una excelente velocidad y en ningún caso nos transmite la sensación de estar sentados al volante de un automóvil poco receptivo.

Sin embargo, el rey de las curvas sigue siendo sin lugar a dudas el Serie 3. Con su dirección directa transmite una gran sensación de precisión, en su configuración deportiva y con un escaso balanceo se mantiene durante mucho tiempo neutral en el trazado de la curva y en casi cualquier movimiento direccional exhibe un excelente nivel de manejabilidad y agilidad. Los que prefieran un estilo de conducción más ambicioso estarán encantados con el 320d, un modelo claramente menos pesado y al mismo tiempo sensacionalmente rígido. En lo que respecta al placer de conducir, BMW sigue siendo el estándar de referencia de la categoría intermedia. En cambio, el Clase C demuestra cómo se puede llegar al mismo sitio de forma algo más relajada y sin echar nada en falta.

Claras diferencias de precio, pero solo a primera vista

Claro que esta diversión tiene su precio: un 320d cuesta en su versión básica con cambio manual de seis velocidades 34.800 euros, mientras que con el fantástico cambio automático de ocho velocidades el precio se dispara hasta los 37.400 euros. Con cambio manual de seis velocidades el C 250 CDI se sitúa más de 6.000 euros por encima del precio de acceso del 320d, aunque el que prefiera la versión automática más cómoda tendrá que invertir casi 7.000 euros más en el Mercedes, puesto que esta versión está ligada de forma irremediable a la tracción integral 4Matic. Un 320d con tracción integral cuesta unos 40.000 euros, por lo que seguiría siendo 4.000 euros más económico que el C 250 CDI 4Matic. De forma alternativa uno se puede decantar por el C 220 CDI, aunque éste no ofrece la posibilidad de elegir el cambio automático y con un poco menos de potencia cuesta lo miso que el 320d con transmisión automática.

Conclusión

La nueva reedición del BMW Serie 3 ha mejorado en prácticamente todos los aspectos en comparación con su predecesor. Sus propiedades marcadamente dinámicas se han perfeccionado, mientras que el confort y la oferta de espacio han ganado enormemente. Lo mejor del 320d es su propulsor diésel de 2 litros en combinación con el cambio automático de ocho velocidades que aúna una impresionante propulsión con una mayor eficiencia. Por este motivo, si sumamos todas sus características el modelo de clase media muniqués es capaz de superar con creces a un Clase C algo entrado en años.

Sin embargo, el modelo de Stuttgart no da en ningún momento la batalla por perdida. El 250 CDI es un propulsor incluso más impetuoso si cabe y también más eficiente que el 320d, al tiempo que sus excelentes prestaciones en términos de dinámica transversal hacen posible un estilo de conducción orientado a la diversión. Sin embargo, el Clase C convence sobre todo con su soberbio confort de marcha, una impresión de calidad aún mejor si cabe y, en general, una imagen de conjunto sumamente sólida. Aquél que prefiera un automóvil sólido y elegante se sentirá muy a gusto en él.

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