Comparativa: Audi A7 Sportback 3.0 TDI Vs Infinti M30d – Toda una inversión

Dado los tiempos que corren, lo más lógico sería atenerse a la compra inteligente y conservadora, aunque a veces las excepciones merecen la pena. Estas lujosas berlinas con cierto aspecto coupé han sido creadas para compensar la elevada inversión del cliente en todos los aspectos: diseño, amplitud, equipamientos de alto standing y toda la eficiencia que sus grandes mecánicas diésel pueden exprimir. Pero tienen diferencias, y muchas… Probablemente es esto lo que pensarán la mayoría de los clientes que, con unos 70.000 euros en el bolsillo y una amplia plaza de garaje, estén dispuestos a hacerse con una de estas dos berlinas.  Infiniti ofrece un producto bien presentado, con más músculo en sus líneas y mucho más volumen en los pasos de rueda. Sin embargo, parece más conservador y señorial que el A7 Sportback, cuyo diseño parece destinado a aquellos clientes que se resisten a asumir que han pasado de los 50. En cierto modo, la de Audi es una combinación de berlina y coupé que no es para nada nueva: el CLS de Mercedes-Benz abrió la veda hace unos cuantos años y a éste le siguieron otros tantos, como el desapercibido Serie 5 GT de BMW.

A lo largo de las carrocerías de ambos modelos (que no se llevan más de 2 cm de diferencia) encontraremos de serie llantas de al menos 18 pulgadas, iluminación adaptativa de xenón (en Audi con Leds incorporados delante y detrás) y, en el caso del A7, un atractivo paquete S-Line que, por unos 2.000 euros extras, rebajará la altura de la carrocería 10 milímetros, añadirá unas llantas de 19 pulgadas y tanto el volante como los asientos deportivos. Para conseguir algo parecido en el M30d tendríamos que pasar del acabado GT al S (por unos 2.500 euros más) donde ya se incluirían suspensiones deportivas y levas en el volante. La pintura metalizada, como es habitual, es parte de la cuenta de opcionales y supone un desembolso no inferior a los 1.100 euros en ambos casos.

En espacio y confort gana el japonés

Es importante recalcar antes de nada que el A7 Sportback sólo está homologado para cuatro pasajeros. Con este pequeño (o gran) hándicap, Infiniti se muestra de entrada más seguro en materia de espacio, así como en la percepción del mismo en el habitáculo. Por ejemplo, la banqueta del lujoso asiento del conductor (con 10 ajustes eléctricos, apoyo lumbar, calefacción y ventilación) es un poco más ancha y permite más libertad de movimientos, así como un espacio vital para descansar las piernas en viajes de muchos kilómetros. La posición de conducción también es más elevada y la visibilidad es más amplia en todos los términos, sobre todo a través del espejo interior.

Sobre materiales y detalles, hay poco que criticar. Infiniti ha desplegado inserciones de madera de fresno por casi todo el habitáculo ofreciendo un aspecto muy clásico, además de un elegante reloj analógico (ya en vías de extinción), un difusor de aire perfumado “Forest Air”, una gran pantalla multifunción perfectamente resguardada de los reflejos y 16 altavoces BOSE repartidos por el habitáculo. Lo único que debería eliminarse de forma radical es el freno de mano por pedal (cosa que debería quedar desterrada en cualquier modelo).

En el otro lado, Audi vuelve a imponerse en cuanto a orden y sensación de limpieza en la instrumentación. Nada más ponerle las manos encima encontramos un volante más pequeño, más fino y más ergonómico, así como una pantalla central que se despliega nada más conectar el encendido. El ordenador de a bordo también es mucho más completo (el del M30d es muy pequeño y básico), se accede con mayor facilidad a la información y en general está mejor presentado.

Como elementos extras, hay que destacar el nuevo dispositivo táctil de Audi (MMI Touch que cuesta 3.000 euros) con el que se pueden marcar números de teléfono simplemente deslizando un dedo por encima, ya sea dibujándolos o marcándolos sobre un pequeño teclado situado en la columna central. Por otros 2.600 euros se puede acceder a un avanzado sistema de reconocimiento de señales de tráfico que avisa de los límites de velocidad y a un control de crucero con alerta por riesgo de impacto. El Head-Up display, muy recomendable si nos gusta ir comprobando constantemente la información de viaje con seguridad, cuesta otros 1.700 euros.

Silencio absoluto

Donde ambos coinciden casi al cien por cien es en el apartado del aislamiento de sus motores de seis cilindros y del habitáculo, algo que se corresponde por suerte al dinero que debemos pagar por ellos. En este apartado, el motor 3.0 TDI de 245 cv del A7 es el que consigue quizá una mejor puntuación, ya que en ningún caso emite vibraciones o ruidos. Todo es silencio absoluto. Por su parte, el motor de 238 cv procedente de alianza Renault-Nissan (también de seis cilindros en V pero colocados en ángulo de 65º) es igualmente silencioso, siempre y cuando haya conseguido previamente la temperatura óptima de funcionamiento.

Así, la palabra que define al propulsor del Infiniti es suavidad, y probablemente la caja de 7 desarrollos por convertidor de par tenga buena parte de responsabilidad en que sea medio segundo más lento que su rival (6,9 frente a 6,5 segundos). Sin embargo, las décimas que pierde con respecto al imbatible doble embrague del S-Tronic las gana en suavidad y sencillez en la conducción, y eso gustará mucho a los que den prioridad absoluta al confort. Aunque sea menos explosivo, en términos de par motor el Infiniti podría considerarse más elástico, ya que sus 550 Nm resultan idóneos para mover las casi dos toneladas de peso sin necesidad de reducir dos marchas de golpe. A todo esto, no estaría de más que se incluyeran de serie unas levas tras el volante para dejar que el conductor, por mucho que le guste la comodidad, tenga algo de protagonismo (de momento sólo pueden incorporarse en las versiones de gasolina).

Diferencias claras en consumo… y comportamiento

En términos de consumo la cosa cambia. La labor eficiente del S-Tronic, el menor peso del conjunto y la aerodinámica de la carrocería del A7 Sportback juegan un papel decisivo en la cifra final. Mientras que por el common-rail del 3.0 TDI pasaron 7,3 litros al finalizar nuestra prueba, el propulsor de Infiniti necesitó 9,1, y eso que el alemán está dotado de tracción integral mientras que el japonés sólo mueve las ruedas traseras.

Sea como fuere, esta diferencia es claramente superior al dato homologado en sus fichas técnicas, donde se prometen 6 litros en el caso del A7 Sportback y 7,5 en el M30d.

Datos técnicos

Entrando en el apartado del comportamiento, las diferencias son notables porque ambos coches están concebidos para conducciones diferentes. Con el A7 Sportback, que en esta motorización incluye de serie la tracción quattro, cualquier paso por curva parece coser y cantar a pesar de ser un coche de cinco metros. ¡Dan ganas de meterlo en el circuito!. Las cuatro ruedas parecen ir en todo momento sobre raíles (gracias a su bajo centro de gravedad y la firmeza de las suspensiones) pero a cambio cualquier irregularidad pronunciada en el asfalto se filtrará con cierta brusquedad, algo que nunca ocurre en el M30d. Éste, además de ser menos exigente con el conductor, ha conseguido un equilibrio perfecto entre recorrido de las suspensiones y firmeza, dejando una calidad en la conducción exquisita sin perder confianza al entrar en zonas reviradas. La asistencia variable de la dirección,  así como los diferentes modos que intervienen sobre la aceleración o el cambio de marchas (Sport, Eco, Standard y Snow), pueden conseguir una conducción apta para conductores muy diferentes.

Mucho equipamiento de seguridad

La balanza vuelve a inclinarse a favor del japonés si entramos a valorar el equipamiento de seguridad incluido de serie. En el acabado GT Premium (64.600 euros) es muy abundante, e incluye entre otras cosas aviso ante el cambio involuntario de carril, control de crucero con mantenimiento de distancia, control de ángulo muerto e intervención, iluminación adaptativa y asistente para el arranque en pendientes.

Muchos de estos extras han de pagarse aparte en el A7 Sportback (cuyo 3.0 TDI de 245 cv arranca en los 63.900 euros) y pueden suponer una gran cantidad de dinero. Por ejemplo, tendríamos que pagar casi 700 euros por el Lane Assist, otros 900 por el control de ángulo muerto y otros 2.000 prácticamente por el control de crucero adaptativo, además de otros extras. Por tanto, a igualdad de equipamiento el Audi sería aproximadamente 5.000 euros más caro.

Maleteros amplios y aprovechables

Los maleteros son amplios en ambos casos pero presentan grandes diferencias tanto por su capacidad de carga como por el sistema de apertura. Si bien el japonés ofrece unos respetables 450 litros de volumen inicial, lo cierto es que el sistema de tapa supone ciertos inconvenientes a la hora de introducir maletas o bultos pesados y desplazarlos hasta el final. Hay que salvar una mayor altura desde el suelo y sólo se puede acceder a él desde una posición frontal.

Audi, sin embargo, ha obtenido una notable ventaja de su zaga coupé instalando un portón completo y ofreciendo 535 litros de partida. A esto hay que añadir que la carrocería es muy baja, que se pueden introducir objetos pequeños por los lados del vehículo y que, al contar con 4 plazas homologadas, se pueden introducir objetos largos como unos esquís por el hueco central (que no es de serie a diferencia del Infiniti, y cuesta 250 euros).

Otra pega del alemán es que la rueda de repuesto es de emergencia, aunque visto lo visto, podríamos considerarlo como un tesoro, ya que Infiniti sólo incluye de serie un triste kit reparapinchazos y obliga a pagar otros 150 euros por una de emergencia.

Resumen

El M30d parece la berlina perfecta para quien evite cualquier tipo de complicaciones. El equipamiento de seguridad es abundante, el motor es tan potente como suave y tanto el tarado de las suspensiones como el aislamiento del habitáculo invitan a recorrer cientos de kilómetros en una sola jornada. El A7 Sportback, sin embargo, ofrece una puesta a punto realmente dinámica en la que podremos vernos dentro de una berlina de cinco metros de longitud con la sensación de estar en un auténtico deportivo que, además de ser más rápido, consume bastante menos combustible.