No obstante estos últimos sí ofrecen algunas alternativas interesantes. Dos de ellas se juntan hoy para protagonizar nuestra comparativa ítalo-francesa.
Desde el verano de 2010, Alfa Romeo sacude los cimientos del segmento del Golf con el nuevo Giulietta y en noviembre la casa Citroën lanza la siguiente generación del C4. Aunque ninguno de los dos logrará destronar al VW Golf, ambos constituyen alternativas más que interesantes. Sobre todo cuando uno no tiene ganas del diseño sumamente sencillo y orientado a las masas del modelo de Wolfsburgo.
Sin embargo, incluso en el tema del diseño existen diferencias entre los dos compactos de importación. Sin lugar a dudas, los fashion victims de los automóviles estarán encantadísimos con el Alfa Romeo. Éste no sólo cuenta con el nombre más melodioso, sino que en su caso los diseñadores se han esforzado al máximo y han puesto todos sus sentidos en el diseño. Sus grandes faros y sus formas redondeadas casi de aspecto infantil despiertan simpatías, aunque no por eso el Alfa resulta «mono», sino más bien provocador y dinámico.
Gusto italiano
La típica parrilla en forma de triángulo ocupa una posición vertical, el morro parece más largo de lo que es y la zaga tiene un aspecto más fresco. La línea descendente del techo otorga al Alfa un ligero aire a coupé, resaltado asimismo por las manetas escondidas de las puertas traseras. A primera vista parece casi que el Giulietta fuera un dos puertas. Lo que también llama la atención son los pequeños faros traseros tipo LED que permiten reconocer al Alfa incluso de noche.
El Citroën C4 despierta menos sensaciones que el italiano, aunque sí irradia una ligera austeridad francesa. No tiene un aspecto tan alegre como el Alfa, ya que su diseño es más recto, pero a pesar de ello resulta más llamativo que un Golf. Lo que salta sobre todo a la vista es su ancha parrilla con un logotipo de doble ángulo, así como sus marcados faros delanteros.
Mejor visibilidad y más espacio
La carrocería recta del Citroën, junto con una visibilidad mucho mejor tanto hacia arriba como en torno al mismo (sobre todo el montante C resulta bastante molesto en el Alfa), le hacen ganar muchos puntos en el apartado de la oferta de espacio. Dentro del C4, los asientos tanto delanteros como traseros resultan espaciosos. Si los ocupantes de las plazas delanteras no son muy grandes, en la parte posterior se viaja de forma muy cómoda incluso en trayectos largos. Sus asientos bien acolchados hacen el resto.
En el Alfa no es así. En este caso, el habitáculo resulta claramente más estrecho. Sobre todo en la parte trasera, tanto hacia adelante como hacia arriba, es donde se nota la diferencia de espacio con el Citroën. A esto cabe añadir el grueso larguero que se sitúa justo a la altura de los ojos de los ocupantes de mayor tamaño y que limita enormemente la visibilidad. En el tema del volumen del maletero el Alfa también queda por detrás del Citroën. Aunque éste alcanza los 350 litros y, por lo tanto, lo mismo que el Golf, el Citroën toma la delantera con un total de 408 litros. En ambos casos el respaldo del banco trasero se puede abatir con pocas maniobras. En esta ocasión es el C4 el que presenta el mayor desnivel en el suelo de carga.
Demasiadas florituras
Otro de los inconvenientes del diseño tan enrevesado del modelo italiano se pone de manifiesto en el interior. Aunque el salpicadero del Alfa parece muy elegante, su manejo no resulta demasiado fácil. El regulador del volumen del sistema de audio resulta difícil de manejar puesto que es demasiado pequeño. Por el contrario, el selector de temperaturas del climatizador está sobredimensionado. No existe ningún botón para guardar directamente las emisoras de radio una vez sintonizadas y con el sistema de navegación opcional uno no sabe realmente hacia dónde tirar.
Aunque son todas cosas sin mucha importancia, una a una van sumando hasta convertirse en un gran inconveniente. Además, los interruptores situados en la consola central, y que recuerdan en gran medida a los antiguos fusibles, presentan un aspecto bastante pobre. Hay que reconocer en favor del fabricante que el resto del salpicadero tiene un acabado bastante aceptable y que la lectura de los instrumentos es buena. Sin embargo, encontrar una posición de conducción razonable no resulta tan fácil, sobre todo porque la rueda para la regulación del respaldo se encuentra situada detrás del anclaje del cinturón de seguridad.
Más organizado
El Citroën está claramente mejor organizado, aunque a cambio presenta un aspecto algo más aburrido. Sin embargo, uno se familiariza con su funcionamiento con mayor rapidez y en seguida sabe para qué sirve qué botón. El aluvión de botones situados en el volante sí molesta un poco, ya que son 16 en total. A lo que sí lleva un tiempo acostumbrarse es al sistema de navegación del C4. En cuando a la comodidad, y si uno está dispuestos a pagar un dinero extra, tanto conductor como acompañante podrán sentarse en asientos con masaje. De lo que sí prescinden esta vez los franceses es de los ambientadores tan utilizados en versiones anteriores, aunque en este caso existe la posibilidad de cambiar el color de la iluminación de los instrumentos.
El Alfa es el compacto más elegante, más emocional, mientras que el Citroën es claramente el más práctico. Sin embargo, ¿cómo son sus cualidades en carretera? Ninguno de los dos se puede quejar de disponer de poca potencia. En el C4 el conductor tiene a su disposición 156 CV, mientras que en el caso del Alfa son incluso 170 CV. No obstante, los que estén pensando ahora en un motor de gran volumen se equivocan de plano. El motor de gasolina del Giulietta tiene tan sólo 1,4 litros de cilindrada, es decir, 0,2 litros más que el francés. La fórmula mágica se denomina turbocompresión.
Efecto turbo muy marcado
Sin embargo, éste dura bastante en el caso del Alfa. Su motor de 4 cilindros presenta una escasa potencia de arranque y el turbo no se hace notar realmente hasta las 2.000 vueltas. A partir de entonces se desplaza desarrollando toda su fuerza, aunque para poder mantener este nivel el conductor debe esforzarse al máximo con el cambio de seis velocidades y mantener el motor a las revoluciones exactas. Podríamos decir que el Giulietta tiene de todo menos un desarrollo armónico de la potencia. Al menos alcanza los 100 km/h por debajo de los 8 segundos.
A esto contribuye en menor medida el sistema DNA equipado de serie. Si seleccionamos el modo «Sport», el Giulietta reacciona con mayor precisión a las órdenes del acelerador, aunque el efecto turbo se mantiene. Además, la dirección es más precisa, lo que resulta agradable, y los amortiguadores son más duros, algo que no hubiera sido necesario. Ya en su configuración básica el Alfa no resulta muy cómodo, puesto que llega a rebotar incluso al pasar por las juntas transversales y las ranuras del asfalto.
El C4 es más cómodo, aunque al mismo tiempo menos deportivo, y además carece de sistema adaptativo. El Citroën absorbe bien las irregularidades y ofrece un elevado confort de marcha, aunque la dirección podría ser algo más directa. Además, la insonorización del francés es mejor, lo que también incrementa el confort.
Un horror de cambio
El motor es, sin embargo, igual de divertido y que problemático. El motor turbo de 4 cilindros y 1,6 litros, que también se monta en el Mini, es un excelente propulsor. Con 156 CV tiene un poco menos de potencia que la mecánica del Alfa, aunque sigue siendo suficientemente potente para un vehículo de 1,4 toneladas de peso. La única pega es que en el C4 Citroën combina obligatoriamente el motor THP 155 con un cambio automático que sube de marcha con cierta desgana y presenta un retardo en el cambio demasiado largo, muy al estilo del Smart.
De esta forma, aunque este propulsor, con una enorme capacidad de aceleración, se muestra más que dispuesto a desarrollar toda su potencia, el cambio le roba una gran parte de su temperamento. Al igual que el Alfa, el Citroën se siente a gusto en la zona alta de revoluciones, lugar al que el ESG en modo automático casi nunca permite llegar y que le devuelve al efecto turbo al subir de marcha con demasiada rapidez. Aunque el conductor también puede intervenir manualmente a través de las levas situadas en el volante, esto no cambia nada en el tiempo de reacción y tampoco se llega a parecer en absoluto a un cambio manual.
Sin función Stop/Start
No resulta sorprendente que el Citroën, menos potente y con el inconveniente del ESG, pierda casi un segundo en el tiempo de aceleración con respecto al Alfa. Sin embargo, lo que sí nos ha sorprendido es que en el ciclo EU registre un consumo 0,5 litros superior. No obstante, cabe mencionar que los italianos aprovechan la tecnología multiair, que les permite ahorrar combustible, así como el sistema automático Stop/Start. Al menos en principio, ya que durante nuestra prueba el sistema no detuvo en ningún momento el motor, pese a que fuera reinaba una temperatura moderada.
Además, las cifras que tan bonitas quedan sobre el papel son prácticamente imposibles de alcanzar en la práctica. El Alfa Romeo promete un consumo de 5,8 litros, mientras que Citroën cifra el del C4 en 6,4 litros a los 100 kilómetros. Los que se muevan con ambos de forma normal verán que los 8 litros se alcanzan sin ningún problema. Sin embargo, si en autopista uno pisa a fondo el acelerador ambos alcanzan casi los 220 km/h y a más tardar al llegar a la estación de servicio nos damos cuenta de la sed de los motores turbo. Haciendo honor al antigua creencia de que el turbo empuja pero también consume, ambos llegan a alcanzar un consumo medio de 14 litros en condiciones extremas.
Citroën completo, Alfa deja algo que desear
Con un precio de 24.100 euros, el Citroën C4 THP 155 es unos 1.700 euros más caro que el Alfa Romeo Giulietta 1.4 TB Multiair. A cambio, en su línea de equipamiento superior el francés incluye llantas de aluminio de 17", que dicho sea de paso son más silenciosas y cómodas que las llantas de 16" del Alfa, ordenador de a bordo, climatizador, programador de velocidad, elevalunas eléctricos, asientos con masaje, sensores de aparcamiento y mucho más.
Junto con una versión básica algo escasa, Alfa comercializa el Giulietta en una línea de equipamiento más completa, el Giulietta Distinctive, aunque en este caso el precio sube hasta los 28.000 euros. Con todo, todavía habría que seguir pagando aparte los elevalunas eléctrico traseros, los imprescindibles sensores de aparcamiento, los botones multifunción del volante, la calefacción en los asientos o la instalación manos libres. De esta forma, y para que ambos estuvieran al mismo nivel en cuanto a equipamiento, el precio del Alfa se incrementaría en unos 1.500 euros más.
Conclusión
Si la idea es acercarse lo máximo posible al patriarca el segmento, el Golf, el C4 sería el claro vencedor, aunque ninguno alcanza el nivel de perfección del primero. Incluso cuando la razón es la que decide, el C4 sigue rematando la faena. El francés es más amplio, está mejor organizado, es más sencillo de manejar y más confortable. A esto cabe añadir una ventaja de 1.500 euros en el precio y algún que otro detalle como los asientos con masaje que el Alfa ni siquiera tiene en oferta. Sin embargo, en el plano emocional, es decir en lo que respecta al motor, el Citroën debe darse por vencido ante el italiano.
Y esto no tiene tanto que ver con la diferencia de 14 CV que existe entre ambos como con el atroz cambio de marchas automatizado que le quita a uno las ganas de sentarse al volante. Aunque hay que decir que el motor del Alfa, con un desarrollo de la potencia poco armónico, no es la solución ideal, en comparación directa es la mejor opción gracias a su práctico cambio manual de seis velocidades. Además, su configuración dura se adapta a la perfección a las pretensiones deportivas del italiano y, con tan sólo contemplar el diseño carrocería del Giulietta en la que Alfa ha puesto toda su alma, uno perdona la multitud de pequeños y molestos defectos.
*Algunos datos de equipamiento y precios pueden no corresponderse con el mercado español.