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Prueba: Chevrolet Captiva 2.0 VCDi – Músculos en plena forma

El concepto llamado SUV nació allá por 1936 de la mano de la marca Chevrolet. El “Sport Utility Vehicle”, un patrón de coches caracterizado por llevar un diseño 4x4 pero a la vez adaptarse perfectamente a la ciudad y a la carretera. Numerosas marcas han querido dar un nuevo paso en este sentido.

Por ejemplo, Bmw tiene el X3, Volvo luce el XC90, y ahora Chevrolet muestra orgulloso su nuevo estandarte. Un diseño exclusivo para Europa y con el que, como dicen desde la propia marca, han vuelto a hacer historia. El Captiva es mucho más que un SUV.   Adaptarse a la necesidad y a un motor cualificado

El Captiva puede elegirse en dos versiones de 5 plazas y otras cuatro para 7 personas. En las seis opciones ofrecidas la carrocería es similar, la longitud del coche es de 4635 mm y la anchura de 1850. Sólo varía el peso (unos 100 kg mas) y evidentemente, la capacidad de carga (se ganan hasta 500 litros con la tercera fila abatida). Nosotros hemos probado la versión de 7 plazas que monta uno de los motores VCDi 2.0. El acabado fue el más alto (LTX) y el tipo de cambio,  automático.

Los otros dos motores disponibles son gasolina, el primero 2.4 de 16 válvulas ( el único de tracción delantera y sólo disponible con 5 plazas) y el segundo 3.2 de 24 válvulas (7 plazas y de cambio automático).

El que nosotros hemos probado da la talla en análisis y mediciones. El hecho de ser automático le hace perder algo de velocidad punta (6 km/h menos que el mismo motor con cambio manual) a pesar de aumentar el consumo. Es posible bajar el combinado por debajo de los 9 litros si no se conduce de un modo agresivo o exigente, llegando incluso a los 7,3 si nos limitamos a la circulación extraurbana respetando los límites de velocidad. Lo más significativo de su comportamiento tiene la explicación en la gestión activa del 4x4, que reparte el par motor entre ejes desde 100:0 hasta 50:50 en función de las necesidades del terreno.

Empezando a separar todo lo susceptible de análisis, lo primero debería ser la cuestión del diseño. El coche es robusto, tiene mucha fuerza (sobre todo en la parte delantera) y la apariencia de la carrocería es de una gran y ágil musculatura. No pierde nunca la sensación de ser un coche seguro pero a la vez atrevido.

Al volante tiene alguna pega. Por ejemplo, la sensación de conducción es buena, propia de un SUV en toda regla,  pero la visibilidad es algo reducida por el retrovisor interior. Es por eso por lo que creemos que se ha dotado al acabado LTX de un sensor de ayuda al aparcamiento. En cualquier caso, con sensor o sin sensor, los amplios retrovisores laterales mantienen el nivel de seguridad en carretera.

Un interior mimado

De puertas hacia dentro, la palabra que mejor define al coche es acogedor. Hay comodidad, centímetros de generosidad entre filas de asientos y acabados en alumino del salpicadero que suman detalle a la calidad del coche. Los asientos tienen hasta 8 regulaciones eléctricas alternativas y la disposición de las 3 (o 2 según el modelo) filas de asientos puede tener varias combinaciones. Lo más importante al maximizar el espacio en función de la necesidad de carga es el abatimiento de los asientos, y ahí es donde el Captiva muestra uno de sus puntos fuertes.

Los asientos traseros de la segunda y tercera fila son abatibles en proporciones 60/40 y 50/50 respectivamente. En el segundo caso, la superficie de carga resulta totalmente plana y la facilidad de carga aumenta considerablemente. En total podemos llegar a ganar 1.565 litros, lo mismo que el Bmw X3 (1560) y superior al nuevo Nissan Qashqai (1513 litros).

En las plazas de la tercera línea se echa quizá de menos algo más de acabado, y aunque entendemos que hay que renunciar al espacio, puede provocar en viajes de muchos kilómetros alguna sensación agobiante. Ni que decir tiene que con la tercera fila utilizada hay que renunciar al maletero, quedando tan sólo espacio para un par de bolsas de deporte.

Espacios portaobjetos hay por todo el habitáculo. Quizá los más notables y dignos de mención sean 1) el del maletero, escondido bajo un falso suelo en el que caben un par de cajas de zapatos y bolsos de mano 2) los del reposabrazos traseros y 3)  la red del maletero para evitar los vaivenes de objetos sueltos como botellas de agua.

El techo solar rejuvenece el interior a la vez que aporta mucha luminosidad al habitáculo. Está disponible solo en acabados LTX, en los que además de algún acabado cromado, existen sensores de ayuda en aparcamiento, de luces y lluvia, control de crucero y asientos calefactados.

Carretera vs campo

A pesar de que el concepto de este coche no le haga un buen guerrero “fuera de pista”, hay ciertos matices que pueden hacer de la conducción del Captiva algún extra de “riesgo divertido”. Lo primero es la altura libre al suelo, que es más bien poca. Debemos tener mucho cuidado para no destrozar los bajos del coche en un sobresalto del terreno o al perder el contacto de una de las ruedas con el suelo.

El Captiva no lleva reductora, y no es fuerte a bajo régimen, pero puede salir airoso de la prueba, aunque sin buena puntuación. Sin embargo, destaca por otras cosas, como por el sistema de ayuda en pendiente que sitúa la velocidad de bajada en menos de 7 km/h y el control de estabilidad, que facilita el sobreesfuerzo en campo.

Por cierto que éste es el primer vehículo de la gama europea de Chevrolet que incorpora el ESP de serie (menos en la versión gasolina 2.4). Además de sus funciones propias, el control de estabilidad incluye un programa para limitar el riesgo de vuelco denominado ARP (Anti Rollover Protection) y otro de asistencia de frenado HBA (Hydraulic Break Asist).

Gama de precios

La opción más asequible es la de 24.050 euros. Es la de la versión 2.4 LS, que lleva motor de gasolina de cuatro cilindros y 136 caballos. En medio estarían todas las versiones 2.0 LT que va desde los 30.400 euros (diésel 150 cv) hasta los 35.400 del LTX Automático.

El Captiva más alto de gama será por tanto el de motor 3.2 V6 LTX, que alcanzará los 36.200 euros.

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