Montañas de basura vuelan de forma incontrolada a derecha e izquierda, mientras que baches tan grandes como cráteres nos obligan una y otra vez a realizar inesperadas frenadas en seco, mientras que deformaciones del terreno similares las que aparecen tras un seísmo nos obligan a dar el máximo tanto a nosotros como al coche. Nos encontramos a los mandos de un Alfa Romeo Giulietta, concretamente de la potentísima versión QV con el trébol de cuatro hojas. Y el trayecto escogido para probar este potente conjunto tiene un significado muy especial. La Targa Florio o Giro de Sicilia disputada en las carreteras de los montes Madonia, al norte de Sicilia, fue en su día campo de juegos de los Alfas especialmente rápidos y testigo de sus innumerables victorias. Hoy en día, el recorrido se encuentra en un estado desastroso. Todo un desafío que nuestro brillante Giulietta superó de forma sorprendentemente ágil. Echemos primero la vista atrás: la Targa Florio fue en su día una prueba internacional tan popular como temida a la que dio vida el siciliano Vicenzo Florio hace más de 100 años con el objetivo de dar publicidad a su incipiente bodega. La industria del automóvil no había dado más que sus primeros pasos cuando en 1906 dio comienzo la primera carrera en unas condiciones que bien podrían calificarse de arriesgadas si se tenía en cuenta que el recorrido se desarrollaba por carreteras abiertas. Durante décadas el caos que rodeaba esta prueba seguía formando parte de ese encanto especial la hizo famosa. A pesar de todo, la Targa Florio llegó a formar parte de las pruebas que conformaban el campeonato del mundo.
Hasta los años 50 los fabricantes italianos fueron los amos y señores de esta carrera, siendo la década de 1930 donde más destacó Alfa Romeo. El piloto Ugo Sivocci logró la primera victoria para la marca Alfa en el año 1923. Según cuenta la leyenda, el coche de Sivocci corrió con el dorsal número 13 y para ahuyentar los malos augurios que suele traer consigo este número los responsables decidieron que el automóvil luciría un trébol de cuatro hojas. La posterior victoria obtenida hizo que desde entonces el coche de carreras de la marca llevara siempre estampadas estas cuatro hojas verdes. Más adelante, Alfa también adornaría con este símbolo sus modelos más deportivos destinados al mercado global.
Desenlace fatal
Tras la Segunda Guerra Mundial Alfa ya no pudo perpetuar sus éxitos y Ferrari y Porsche pasaron a ser los reyes de la Targa Florio. Además, la carrera perdió apoyos y en 1974 dejó incluso de formar parte de las legendarias pruebas del campeonato mundial. En 1975 el piloto siciliano Nino Vaccarella logró la última victoria para Alfa. Un accidente mortal ocurrido durante la carrera celebrada en 1977 supuso el fin definitivo de una prueba que ya por aquel entonces ostentaba el dudoso honor de ser calificada como peligrosa. Lo que nos queda es la leyenda y al menos una marca que tuvo su origen en tan arriesgada competición: el Quadrifoglio Verde.
El último modelo de Alfa que llevar esta ilustre insignia es la versión de 235 CV del compacto Giulietta. Sin embargo, no se trata de un verdadero coche de carreras, sino más bien de un automóvil familiar especialmente confortable pero con una gran potencia. Gracias entre otras cosas a su inyección directa, su gasolina turbo de 1,8 litros de cubicaje es capaz de encontrar un excelente término medio entre una elevada potencia y una gran eficiencia. Sus prestaciones –235 CV y 340 Nm a 1.900 revoluciones– hablan por sí mismas. Estas permiten al Giulietta QV de 1,4 toneladas de peso alcanzar los 100 km/h en 6,8 segundos, así como una velocidad máxima de 242 km/h. Con todo, su consumo parece no superar los 7,6 litros.
No obstante, por el recorrido sinuoso de la Targa Florio su inagotable potencia también nos dio algún que otro susto. Al intentar salir con fuerza de una curva, las ruedas propulsoras delanteras tiran violentamente de la dirección y el coche es zarandeado hacia derecha e izquierda. Por suerte el Giulietta QV incorpora el DNA, ese botón mágico que nos permite pasar a modo Dynamic y activar así el diferencial autoblocante Q2 delantero regulado electrónicamente que reduce considerablemente los efectos sobre la dirección a través de intervenciones específicas en la frenada.
Siempre cómodo
En modo Dynamic el tren de rodaje no varía su configuración y, de esta forma, a pesar de contar con un chasis deportivo y unas enormes llantas de aleación el Giulietta sigue mostrándose sensacionalmente confortable por las desastrosas carreteras de la Targa Florio. A pesar del enorme placer de conducir que proporciona, este bólido compacto ofrece una gran utilidad para el día a día. En las curvas muy cerradas el Giulietta puede llegar a mostrarse en ocasiones demasiado vehemente, deslizándose brevemente sobre las ruedas delanteras, y su tendencia a subvirar puede acabar siendo algo molesta. Por este motivo, para los recorridos más sinuosos no estaría mal contar con una tracción trasera como la que ofrece el BMW Serie 1.
En cambio en el plano estético la versión QV del Giulietta causa una excelente impresión. Su carrocería de carácter independiente muestra una figura más musculada gracias a algunas piezas adicionales, las llantas de 18 pulgadas opcionales llenan los pasos de rueda por completo, mientras que los dos tubos de escape de la zaga anuncian un potente conjunto. Los tiradores ocultos de las puertas no son nuevos, pero sí resultan especialmente astutos y hacen que el compacto parezca un tres puertas. Con sus marcadas luces de conducción diurna tipo LED y su prominente logotipo situado en la zona central del morro el Alfa destaca entre la clase compacta. Tan solo la matrícula situada en uno de los laterales del faldón delantero parece un poco fuera de lugar.
En el plano económico, el Giulietta QV de generoso equipamiento se sitúa a un nivel intermedio con un precio de adquisición ligeramente superior a los 30.000 euros antes de cualquier descuento por parte de la marca.
Conclusión
La Targa Florio es historia y a la vista de estado completamente desastroso en el que se encuentran las carreteras en la actualidad resulta imposible reproducir su recorrido. Sin embargo, la multitud de baches que encontramos en el camino nos demostraron lo confortable que puede llegar a ser el Giulietta más dinámico.En este caso, el placer de conducir y la utilidad cotidiana van sorprendentemente de la mano. En términos estéticos el Giulietta es sin lugar a dudas una excelente apuesta y si tenemos en cuenta todo el conjunto los 30.000 euros que pide Alfa por esta versión deportiva especialmente elegante y extensamente equipada constituyen una verdadera ganga.