La ressurrezione de Alfa Romeo tiene mucho que ver con la llegada al mercado del Giulia. Una berlina que ha vuelto a situarla en el mapa automovilístico, del que se había ido separando como consecuencia de unos productos poco emocionantes y anodinos, gracias a su combinación de estilo, calidad y prestaciones. Tal ha sido el impacto que suscitó el Giulia, que hasta de él ha nacido un SUV: el Stelvio. Entre ambos forman los pilares del nuevo proyecto de la italiana.
Sin embargo, la piedra angular de este proyecto ha sido, sin duda, el modelo que copa estas líneas: el Quadrifoglio. Para que nos hagamos una idea, los ingenieros y desarrolladores de Alfa optaron por pensar y construir primero esta versión prestacional para, luego, ir aumentando el resto de la gama. Quizá por eso el Giulia es una de las berlinas más emocionantes de su segmento, ¿no?
El poder de trébol
Sea como fuere, lo cierto es que ante nosotros se postra este Giulia Quadrifoglio, exhibiendo sus siempre emocionantes e históricos tréboles de cuatro hojas (símbolo que cambió la suerte de Ugo Sivocci en la década de los 20), en un claro gesto de poderío.
Ficha Técnica Alfa Romeo Giulia Quadrifoglio
Motor: Gasolina, seis cilindros en V, biturbo
Cilindrada: 2.891 cm3
Potencia: 510 CV a 6.500 rpm
Par: 600 Nm entre 2.500
Velocidad Máxima: 307 km/h
0-100 km/h: 3,9 seg.
Consumo (urbano/extraurb./mixto): 12,4 / 5,7 / 8,2 l/100 km
Emisiones CO2: 189 gr/km
Dimensiones: 4.639 / 1.873 / 1.426 milímetros
Maletero: 480 litros
Peso: 1.755 kg.
Cambio: Automática, con convertidor de par, de ocho velocidades
Depósito: 58 litros
Precio: 90.866 euros
Precio ud. probada: 103.591 euros
Más aún si tenemos en cuenta que bajo su capó se aloja uno de los motores más excitantes de la última década. De origen Ferrari (con ello ya da buena muestra de lo que atesora), tenemos un bloque V6 de 2.9 litros que, gracias a la doble sobrealimentación, desarrolla 510 CV de potencia a 6.500 rpm y nada menos que 600 Nm de par a 2.500 vueltas.
Un propulsor llamado a enamorar en la teoría, aunque en la práctica se siente algo menos refinado (vibra demasiado al ralentí) que, por ejemplo, el de rivales directos como el Audi RS5 Sportback, BMW M3 o Mercedes-AMG C 63 S. Ahora bien, en lo que a contundencia se refiere, pocos pueden ganar al Giulia Quadrifoglio…
Sin límites
Primero porque el italiano se deja de chiquitas y en comparación con la terna alemana contra la que lucha, no propone limitación alguna en lo que a velocidad se refiere. Con un cuentarrevoluciones que marca 330 km/h, la punta llega a 307… que no está nada mal. La aceleración tampoco desmerece y los 3,9 segundos que necesita para llegar a los 100 km/h desde parado sirven para que en nuestro rostro se dibuje un gesto de absoluta satisfacción.
Una vez hemos conseguido despegar la espalda de los exquisitos asientos de tipo bacquet firmados por Recaro y realizados en carbono (un extra que cuesta 4.300 €, todo dicho sea de paso), lo único que queda es aprender a gestionar el Giulia Quadrifoglio.
Hay que saber que la caja de cambios automática de ocho relaciones resulta menos satisfactoria que la ya extinta manual con la que se inició su arranque comercial. En marchas cortas es poco efectiva, aunque a medida que vamos adquiriendo velocidad, su rapidez y fluidez terminará por convencernos, tal y como lo han hecho unas enormes levas fijas de aluminio, que le dan ese toque de competición que tanto nos cautiva.
También hay que aprender que este Giulia no se anda con chiquitas. Estamos ante un deportivo de pura cepa, de esos de motor delantero y propulsión trasera. Una entrega de potencia que llega directamente a las ruedas traseras con contundencia, sin medias tintas, aunque siempre con un plus de seguridad.
Sorprende lo fácil que es sujetar el tren trasero, consiguiendo que los 4,64 metros de Quadrifoglio redondeen la curva como si se tratase de un modelo más pequeño. Ahora bien, a poco que dosifiquemos mal el gas, este empezará a cabalgar a sus anchas poniendo a trabajar al control de tracción. Solo con éste desconectado, conseguiremos cruzar por completo el vehículo de manera controlada.
La guinda al pastel la pone un conjunto dirección-frenos rápido y preciso. Basta un simple toque de volante para lanzarse al vértice con decisión, mientras que sin llegar a recurrir a los ultracaros carbocerámicos (en opción por 8.300 €), las paellas ventiladas de 360 mm en el eje delantero y 350 mm en el trasero, serán más que suficientes para detener los 1.755 kilos de Giulia Quadrifoglio.
Ni que decir tiene que los que quieran experimentar y desatar todo el potencial de la berlina prestacional italiana, deberán colocar obligatoriamente el selector en modo RACE. Basta con pulsar el DNA de Alfa durante un segundito para darse cuenta de que el trébol es más que un símbolo de buena suerte…, es toda una declaración de intenciones.
Vitaminado
Pese a su filosofía deportiva, el Giulia es igual de apto para circular a diario con él. Únicamente hay que tener controlado el consumo, que a velocidades legales se movión en torno a los 11 l/100 km, resulta cómodo y fino con el programa Normal activado, convirtiéndose en una berlina más de la carretera. Bueno, una que ha pasado sus largas horas en el gimnasio. Porque los diseñadores de Alfa parecen haberse ‘germanizado’ a la hora de modificar las líneas estéticas de este Quadrofoglio.
Y es que salta más al oído (por el sonido que desprenden sus escapes en modo RACE) que a la vista. Cierto es que se le percibe más ancho y contundente que el resto de la gama, pero de no ser por el comentado trébol situado en las aletas delanteras, la cuádruple salida de escape con dos trompetas a cada lado, del pequeño alerón posterior situado sobre la tapa del maletero realizado en fibra de carbono o de las llantas de 19 pulgadas con un bellísimo diseño que dejan entrever las pinzas de freno en amarillo (ambos opcionales), nuestro Giulia Quadrifoglio pasaría completamente desapercibido.
Algo similar ocurre con el habitáculo. En nuestro caso, de no ser por los comentados asientos tipo bacquet y por las molduras al estilo de la fibra de carbono, el resto es prácticamente idéntico. Esto, lejos de ser una desventaja, es toda un virtud, pues mantiene los valores de marca de un modelo de tintes Premium con una calidad percibida bastante notable.
Cualidades que, eso sí, se pagan. Pues el trébol verde que lleva incrustado en su exterior y en su corazón, sube la factura total hasta los 90.866 €, cantidad que es mayor si empezamos a sumar los extras comentados. Así, en total, para tener la unidad que ilustra estas líneas será necesario invertir unos 102.591 €. Parece mucho y quizá lo sea, pero pocas berlinas son capaces de desatar tanta pasión como este Giulia Quadrifoglio.