El Bulldog, por tanto, merece un apartado exclusivo dentro de los concept-cars producidos por la familia de Gaydon. El autor de este espectacular biplaza con alas de gaviota y faros camuflados bajo el capó es William Towns, un diseñador especializado en asientos que acabó siendo primer responsable de diseño de Aston Martin y entre cuyos éxitos destaca principalmente el dibujo final del Lagonda, en 1977. Tres años más tarde, en 1980, Towns presentó este espectacular concept biplaza, cuya altura era tan sólo de 1,1 metros, y que podía alcanzar velocidades descomunales para esas fechas, superando incluso los 300 km/h en algunas de las pruebas realizadas en 1979.
La intención de los creadores del Bulldog fue ofrecer este automóvil de una forma muy exclusiva, con una previsión inicial de 25 unidades que irían destinadas a los clientes más selectos de la marca. Por motivos que nunca se han llegado a aclarar del todo, la producción de este superdeportivo destinado a superar las cualidades del BMW M1 y del Lamborghini Countach acabó con una sola unidad terminada al cien por cien. Ésta, por cierto, salió de fábrica con el volante a la izquierda y no a la derecha, como podía esperarse de un modelo fabricado en el Reino Unido. Probablemente, la razón es que esta unidad exclusiva fue encargada por un príncipe árabe, el cual pagó alrededor de 110.000 libras por él.
Como equipamientos más sorprendentes hay que recordar los botones de la consola y la palanca de cambio, que fueron rematados en oro macizo, y el circuito de televisión integrado, cuya función principal era ofrecer una vista trasera del vehículo en maniobras de aparcamiento.
Entre los secretos de este fantástico diseño destacan los cinco faros ocultos en la parte delantera, colocados de forma transversal por la parrilla, y las alas de gaviota, que podían abrirse de forma automática desde el interior del habitáculo. El motor, un V8 5.3 de 700 cv, contaba con dos turbocompresores Garret y una avanzada gestión de la inyección firmada por Bosch, armas que le permitieron firmar aceleraciones inferiores a los cinco segundos.