Pero todos ellos no se libran de tener averías, como le ocurre a esta última, que se obstruye y perjudica el rendimiento. ¿Cómo evitar sus problemas? ¿Y cómo reconocerlos? Quizá te suena el nombre de válvula EGR y quizá no; si conduces un coche turbodiésel lo más probable que sí ya que es uno de los elementos que más fallos da (también la montan los gasolina, pero aquí es menos problemática). No es que se estropee, sino que la acumulación de carbonilla procedente de la combustión entre el aire y el gasóleo la deja inutilizada.
¿Qué es la válvula EGR?
A pesar de que en la actualidad hay de varios tipos, lo cierto es que cualquiera de ellas se encarga de lo mismo: colocada en el sistema de escape, trabaja para que una parte de los gases que salen del cilindro vuelvan adentro por una segunda vez al pasar al circuito de admisión. En la cámara, este aire ‘sucio’ se junta con aire nuevo y con el carburante con el objetivo, por un lado, de bajar la temperatura del interior del cilindro y, por otro, tener una segunda oportunidad para quemar las sustancias contaminantes resultantes del proceso.
Lo cierto es que la válvula EGR (abreviatura de Exhaust Gas Recirculation) no siempre trabaja, sino que varía su forma de actuar en función de las demandas de potencia que se haga. Si el conductor acelera a fondo, se necesita el máximo rendimiento energético que se obtiene con aire fresco; por el contrario, a un medio y bajo régimen.
¿Dónde está la avería?
Es su propia función la que provoca que en los conductos de admisión (válvulas de entrada y de salida incluso) y en la propia válvula EGR se acumula carbonilla, por lo que estas impurezas se traducen en pequeñas vibraciones y tirones a bajas vueltas. El uso de combustibles almacenados en estaciones de servicios sin apenas mantenimiento o la conducción eficiente llevada al extremo son dos de los principales causantes de este defecto, por lo que es recomendable estirar las relaciones a menudo por encima de lo que el ordenador recomiende. Si el problema subsiste, se puede bien limpiar a fondo (cerca de 100 euros, cifra estándar que depende de si se hacer en taller oficial o no y para un coche de tamaño medio) o sustituirla por una nueva (con mano de obra e IVA, unos 300 euros).
Se puede anular
Quien tenga problemas con este dispositivo tiene la opción de anularla, algo que se puede hacer en el taller o si eres un manitas con la mecánica. Se recomienda no hacerlo ya que perjudica el consumo y las emisiones (función para la que ha sido creada). Además, a la hora de pasar la ITV puede que, al medirte los gases, no cumplas con los niveles prefijados y no la pases. No obstante, si se ensucia con frecuencia, debes barajar esta posibilidad para evitar las molestias que causa que no funcione.