Aunque producido desde 1950, el SL tuvo una época de esplendor de casi dos décadas en las que tanto su historia como su proyección de futuro confluyeron para formar un punto y aparte dentro de esta leyenda. La tercera generación (1971-1989), denominada “107” y sustituta de la inolvidable generación “Pagoda”, cumple ahora 40 años. En su debut inicial, allá por la primavera de 1971, la única opción de motorización para este biplaza descapotable de techo rígido o soft-top era un 3.5 V8, un potente motor que conseguía aumentar el caballaje anterior hasta los 200 cv. Este primer modelo se caracterizó por contar con dos plazas y una trasera opcional demasiado pequeña y que, al final, resultaba ser demasiado incómoda para cualquier ocupante. Por ese motivo se encargó al poco tiempo una carrocería coupé que, aunque estaba basada en el roadster, permitía ganar unos cuantos centímetros en la parte trasera y así instalar una pareja de asientos para darle el aire “familiar” que tantos clientes demandaban. Así, esta versión denominada SLC, se produjo durante los 9 años posteriores con los diferentes motores que se fueron incorporando.
Es importante destacar que en el SL 107 se introdujeron numerosas medidas de seguridad que hicieron de este coche una referencia. Las pruebas de choque revelaron su excelente absorción de impactos gracias a las estructuras reforzadas del pilar A y a otras medidas como un salpicadero acolchado o una columna de dirección con función de absorción de energía.
Volviendo a los motores, se tardaron dos años en sumar una motorización más al 350 SL, al menos en Europa. En concreto, en 1973 se introdujo un prometedor motor de ocho cilindros (450 SL) que con 225 cv se coronaba como el V8 más potente de la gama. Para mejorar el precio de acceso a la gama, Mercedes introdujo un año más tarde el primer motor de seis cilindros en esta generación con el que se daba la bienvenida a la versión 280 SL de 185 cv. Con ésta, eran tres ofertas diferentes que supusieron la gama más amplia de motores en el segmento de los roadsters deportivos. Estas tres mecánicas constituyeron además la base sobre las que se han ido realizando las modificaciones necesarias en términos de potencia, consumo y normativa de emisiones.
Los 80
En la década de los 80 se introdujo un nuevo tope de gama, el 500 SL de 240 cv, cuyo motor estaba construido íntegramente en aleación ligera. A lo largo de la década, Mercedes-Benz tuvo que mover progresivamente sus cartas según los lanzamientos de la competencia, y eliminó de la oferta el 350 SL para dar lugar a una nueva versión 380 SL con 218 cv. Lo mismo ocurrió con el modelo de acceso, el 280 SL, que subió un escalón hasta convertirse en el 300 SL de 218 cv. Debido a las exigencias en materia de contaminación, todos estos motores empezaron a incorporar los convertidores catalíticos para controlar las emisiones de CO2 y óxido de nitrógeno.
Por desgracia, la versión más espectacular del SL producido entre 1971 y 1989, el 560 SL, fue exportada al mercado japonés y estadounidense. Curiosamente, este modelo era menos potente que el 500 SL que se producía para Europa debido al sofisticado control de emisiones que tuvo que incorporar para cumplir con la normativa de emisiones vigente en estos países.
Precursor del CL
La variante 350 SLC (cuya distancia entre ejes era 36 cm mayor para albergar los dos asientos traseros) sentó las bases definitivas para la creación de un coupé de cuatro plazas, tanto en el apartado técnico como en las líneas de su diseño, convirtiéndose así en precursor de la aclamada Clase CL. Desde 1971, el éxito de esta generación del SL y SLC se traduce en más de 237.000 unidades vendidas.