Te descubrimos los 10 inventos que revolucionaron en su momento la competición y que hoy en día llevan buena parte de los automóviles que circulan por las carreteras. 1.- Motor turbo.
El origen se encuentra en las carreras norteamericanas, si bien un grupo de ingenieros de Renault lo llevó a la Fórmula 1 con la idea de que un bloque sobrealimentado lograba aumentar la potencia a la par que contenía el consumo de carburante. Era 1975 cuando los primeros bólidos lo incorporaban; al poco, varios fabricantes lanzaron modelos de calle con motores turbo, caso de Porsche y su mítico 911 Turbo o la propia Renault con el 5 Turbo.
2.- Fibra de carbono.
Hoy en día son pocos los deportivos que no llevan algunas piezas en carbono, como paneles, paragolpes o techos (este último es el caso de los nuevos M3 y M4 de BMW). Se trata de un compuesto muy ligero y de gran resistencia cuya demanda en estos momentos empieza a ser muy importante y que en 1981, cuando McLaren fabricó el primer chasis monocasco de este material un, no se imaginaban su ‘popularización’.
3.- Neumáticos de altas prestaciones.
Uno de los elementos de la automoción que más cambios ha sufrido es el de las ruedas. Cada fin de semana de Gran Premio vemos lo importantes que son para conseguir una vuelta rápida o cómo hacen que un Fórmula 1 vaya más lento cuando se queda sin goma. Ruedas de verano, de invierno, específicas para zonas de lluvia, para camiones o autobuses…
4.- Combustibles y aceites más refinados.
Si extraes una muestra de carburante de un coche de la Fórmula 1 te parecerá agua: transparente y muy líquido. Las petroleras varían la composición y añaden aditivos para eliminar la suciedad que se produce en la combustión (poder detergente), aumentar la autonomía y conseguir un leve incremente en las prestaciones. En el caso de los aceites pasa lo mismo, con los denominados de larga duración, fruto del desarrollo en la pista de los circuitos.
5.- Cambios automáticos con levas.
Atrás quedó la época en la que los monoplazas tenían tres pedales y los pilotos debían engranar marchas manualmente como en un coche al uso. Hoy en día se apoyan en uno o dos embragues en función de las necesidades apretando unas palancas tras el volante, en un lugar cercano donde también se encuentran las levas que suben (derecha) y bajan (izquierda) marchas. Urbanos o utilitarios, por no hablar de compactos deportivos, ya llevan cajas similares.
6.- Frenos cerámicos.
El origen de éstos se encuentran en la aviación y fue el equipo Brabham el primero que los llevó al automovilismo. Pero fue a principios del siglo XXI cuando Porsche los montó en su rapidísimo y especial 911 996 GT2.
7.- Propulsor en posición central.
Se trata de uno de los avances técnicos más importantes de la industria en la búsqueda de un mejor reparto de pesos aunque, por esto mismo, perjudica el espacio disponible para los pasajeros. Este tipo de distribución es propia de grandes sportscars.
8.- Chasis monocasco.
Se empleaban ya en los vehículos de producción pero en la Fórmula 1 se evolucionó el concepto para hacer estructuras más compactas y livianas.
9.- Aerodinámica.
¿Cuántos años se ha venido hablando de esta ciencia? La escudería Red Bull Racing y el equipo de Adrian Newey tienen buena parte de la culpa de hacer que el aire fluya de forma tan eficiente que sus coches aun no siendo los más potentes lograsen un paso por curva muy superior al resto. Actualmente vemos cómo los coches de los pilotos varían su alerón posterior para ser más rápidos y poder adelantar; esto lo llevan llevado a la práctica varias marcas pero con objetivos diferentes: generar carga aerodinámica en el eje trasero a alta velocidad. Audi con sus TT o A7 Sportback son un ejemplo de esto. También tenemos el caso del Ford Focus, con una trampilla en el paragolpes delantero que cierra el paso del aire, o el Ferrari 458 Italia, que varía diversos aletines para ‘pegarse’ al asfalto.
10.- Suspensión dinámica.
En los 90 se desarrollaron suspensiones activas que se adaptaban al firme en todo momento en función de un sistema electrohidráulico, manteniendo una estabilidad lineal (lo que permitía al piloto reducir unas décimas al cronómetro). En estos momentos, el caso más significativo lo tenemos en el Mercedes Clase S y en su homónimo Coupé con el Magic Body Control, una amortiguación que lee los baches, los badenes y otras imperfecciones viarias y adecúa los parámetros de los amortiguadores para pasar por ellos sin que los ocupantes lo noten.