Basta con hacer que el embrague ‘bloquee’ la transmisión para, a continuación, acelerar. En esta ocasión, el freno de mano puede ser un gran aliado… Como siempre ocurre con la tecnología, los últimos avances y los dispositivos más evolucionados sólo están al alcance de los más pudientes, tanto por un enfoque elitista (que se note la diferencia respecto al resto) como es asimismo la amortización del desarrollo, ya que se invierten millones de euros en i+D. El control de estabilidad, el airbag o los navegadores son sólo un ejemplo, como también lo es el asistente de arranque en pendiente, un mecanismo que detecta automáticamente el ángulo respecto a la vertical en el que se encuentra el coche para frenar las ruedas durante unos segundos y permitir engranar la primera velocidad con total garantía, algo que se consigue gracias al ESP. Así se sale sin miedo a que se cale el motor o que nos vayamos hacia atrás. Afortunadamente, este sistema se ha popularizado y hasta los coches del segmento urbano, como un Citroën C1 o un Seat Mii, lo llevan de serie en algunos acabados. Los coches automáticos también disponen de un modo de retención.
Pero, si no tienes la fortuna de que tu automóvil cuente con esta ayuda o el que va a ser tu próximo coche no lo tiene ni como opción (o su precio te resulta muy caro), te proponemos que interiorices estos pasos para salir airoso de un arranque en pendiente.
Todo muy rápido
Durante toda la operación, has de tener pisado el pedal del freno, básico para que la fuerza de la gravedad no haga de las suyas. A continuación, te toca pisar el pedal del embrague hasta el fondo, a la par que seleccionas la primera velocidad de la caja de cambios.
Una vez hecho lo anterior, toca saber dónde está el punto de fricción del embrague, es decir, a partir de qué zona de todo el recorrido del pedal el embrague queda ‘sujeto’ y no está libre; lo notarás de inmediato cuando surjan unas vibraciones procedentes del motor, similares a cuando se va a calar.
En ese momento ha llegado el turno de quitar el pie del freno puesto que el vehículo no se va a ir para atrás para poner el pie derecho en el acelerador. Cuando las revoluciones suban mínimamente (algo que puedes ver en el cuadro de mandos o bien el propio propulsor te lo indica con su sonido), ya puedes ir soltando tu otro pie del embrague pero recuerda hacer esta maniobra suave porque puedes salir derrapando si aceleras a tope o calas si haces lo mismo con el embrague. Para garantizar todo el proceso, recurre al freno de mano, que evitará ese retroceso indeseado al quedarnos ‘fijos’ pero que, no olvides, hay que quitar para iniciar la marcha.